ciudadano13
Forero Paco Demier
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- 27 Sep 2016
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STOP REFUGIADOS
Hace ya muchos años que decidí entrar en el Islam. De padre y madre, abuelos, bisabuelos españoles, decidí cambiar mi fe cristiana por la musulmana.
Me parecía que tenía que dejar claro mi origen y quién es el que escribe lo que viene a continuación. Cuestiones religiosas a parte, que para el caso no vienen al cuento en absoluto. Pero creo que cobra mayor sentido y peso que quien escribe esto sepa bien de lo que habla. No como un tertuliano de tres al cuarto ni alguien que por razones raciales, étnicas o ideológicas se opone a que España siga abriendo sus fronteras de la manera en que lo hace. Quien esto escribe sabe bien lo que dice, pues lo escucha y vive desde dentro.
Y es ante tal escándalo que no puedo seguir callando, porque amigos y amigas: corremos un gran peligro.
En esta carta no voy a:
Solo voy a exponer lo inseguros, vulnerables y expuestos que nos encontramos hoy mismo. Ni más ni menos.
Cada día en más riesgo. El asesino que te sonríe cada día por la calle.
Dejando a un lado los cientos (cifras oficiales que cualquiera puede verificar, por no hablar de lo que la Policía no cuenta) de ciudadanos españoles que a día de hoy están pegando tiros y cortando cabezas en Siria, quiero hablaros del peligro que suponen los muchos marroquíes, argelinos, malienses, mauritanos, tunecinos, senegaleses y otros que ya están de vuelta de la Yihad.
No solo han cometido fechorías en Siria, sino que en las distintas guerras que se libran en África han sido bien entrenados y estimulados -más aún- en su ideología fanática.
Y están de vuelta porque les han dejado de pagar el salario en dólares que venían cobrando por cada día de batalla, porque se han visto acorralados y sus familias les han pedido que regresen a atender a sus familias (las cuales callan sus delitos, por no decir que los apoyan y jalean).
Los medios de comunicación españoles hablan de una pequeña parte de lo que está sucediendo, ¿pero por qué callan el resto? Pues en gran medida porque la Policía así se lo indica. Las brigadas de información sobre yihadismo conocen bien el tremendo riesgo y el nivel de alerta en el que realmente nos encontramos.
Estáis acostumbrándoos a ver a las comunidades fieles a la religión del amor crecer cada año. Hace poco en tu barrio no había mezquita ni centro islámico, ahora sí. Tampoco había tienda de alimentación halal, ahora sí. No había hiyabs, niqabs, chadors ni burkas en la puerta del colegio a la hora de recoger a los chiquillos, ahora sí. La cosa ha ido -y va- en aumento, y lo sabes.
Repito, dejando a un lado las consideraciones sociológicas que esto supone, os quiero revelar que muchos -¡pero muchísimos!- de todos ellos, están apoyando en mayor o menos medida, más o menos discretamente el yihadismo y el salafismo que comienza a despuntar con más y más fuerza en Europa.
Los marroquíes en especial son el mayor grupo de riesgo que tenemos en España. ¿Por qué?
Pues porque pueden venir cuando les plazca, volver cuando les de la gana. Ir y venir a su antojo. Acoger amigos, primos, cuñados que vienen a hacer un par de “recaditos” a España, a verse con fulanito o zutanito y se vuelven a Tánger tan tranquilamente.
El número de terroristas que ya han militado activamente en la Yihad es tan grande que es imposible para la Policía española poder establecer dispositivos de vigilancia sobre todos ellos.
¿Qué hace la policía entonces?
Colocar a uno o dos soplones en las mezquitas, que con sus teléfonos móviles graban los jutbas del imán y a algún que otro individuo que resalta y es conocido por sus creencias más radicalizadas que la de los demás y que… ¡Oh, sorpresa! Suele ser el individuo de mayor peso dentro de la comunidad. A quien más se respeta, a quien más caso se hace, a quien nadie le niega un billetito de 20€ cada vez que pasa “el cepillo” para recaudar fondos para “la causa”.
Pero ahora es cuando os digo que en España, hay una gran franja de población que permanece aislada del espionaje de la Policía y la Guardia Civil. Hay muchísimos pueblos tranquilos de la España bucólico pastoril, donde los salafistas están encontrando refugio seguro. Se dedican a las labores agrícolas y ganaderas que nosotros hemos despreciado. Tienen hijos, los llevan a la escuela pública, “te sonríen y saludan por las mañanas” (como suele decirse de todo asesino, violador o maltratador cuando se les pregunta a los sorprendidos vecinos que todavía no se explican cómo “tan buena persona” ha podido hacer algo semejante).
Esta gente permanece fuera del radar de las Fuerzas de Seguridad del Estado porque en los pueblos donde residen los van rotando cada dos por tres. Son destinos que nadie quiere, porque están alejados de sus poblaciones de origen y los séis meses o el año que pasan en ellos no tienen ni idea de qué población es la que en realidad hay en ese municipio y donde ni el sargento es capaz de “huntar” al joven de turno para que haga de oídos.
¿Es España un santuario para los terroristas?
Pues, lamentablemente, cada vez más. Sin duda que nuestras Fuerzas de Seguridad hacen su trabajo. ¡Pero…! Los mandos, quienes no están en la calle, quienes no filtran toda la información que recogen quienes están escuchando o en contacto con estos colectivos de salafistas -o simplemente fieles a la religión del amor “de a pie” que han sido adoctrinados por las televisiones árabes pagadas por los sauditas, qataríes, turcas y otras-, hacen más caso a lo que les dicen los servicios de inteligencia de Alemania, Francia y EEUU que de lo que sus propios agentes en servicio saben.
La situación de abandono de las zonas rurales es realmente propicia para el reagrupamiento de estas personas que siguen en contacto con los grandes núcleos de población en España y con sus familiares y amigos en Francia y jovenlandia.
¿La acogida de refugiados es un riesgo entonces?
Ya os digo que no solo son los marroquíes nacionalizados como españoles que han vuelto de Siria quienes suponen un gran peligro para España y Europa en general. No.
Las redes de solidaridad islámica hacen posible para los fieles a la religión del amor poder viajar de un país a otro, con documentación falsa u original, con dinero o sin dinero, refugiarse en centros islámicos, casas de creyentes. Y jamás nadie se enteraría de nada. Y si lo hicieran, posiblemente sean otros miembros de la comunidad que callarían por miedo a las consecuencias de denunciar a las autoridades (cosa que, por cierto, es ilícita según la Ley Islámica: un creyente no puede denunciar a su hermano a las autoridades kafirs).
¿Cómo solucionamos esto?
Obviamente nuestros autoridades políticas no lo van a hacer. Están demasiado ocupados con llenarse el buche a costa de todos.
Los jueces hacen lo que pueden. La Policía no da para más y muchas veces se le desprecia, no se la dota debidamente o simplemente es incapaz de vigilar, detener y procesar a tantísimo terrorista en potencia, porque es virtualmente imposible acusar a alguien por sus creencias. Lo que hace un caldo de cultivo masivo muy propicio para que cada día nuestras calles, barrios, pueblos y ciudades se parezcan más al tópico ideológico de estos creyentes.
¿Acaso creéis que vamos a poder deportar a esta gente a sus países de origen? Imposible en España.
A nadie se le niega una ayuda económica, pública, beneficios de empleo, de asistencia social… Solo por llevar niqab o la barba hasta el pecho. La creencia es peligrosa, pero es casi imposible de diagnosticar y tratar adecuadamente.
Estamos en un buen aprieto, señores y señoras. Os lo dice alguien que escucha barbaridades a diario, que está cansado de callar y ver que la cosa va a más y que esto se pone mucho más feo de lo que ninguna asociación islámica, federación religiosa ni ONG os va a admitir nunca. ¡Aunque tampoco esperéis que nadie os cuente todo esto en la televisión!
Estamos permitiendo que España se llene de gente para quienes es lícito (acorde a la interpretación de las Escrituras que ellos hacen) dar de baja de la suscripción de la vida al “no creyente”, al kafir. “Su sangre es lícita para nosotros” podrías escuchar si estuvieras en el lugar apropiado.
Fuente de la noticia: STOP REFUGIADOS
Hace ya muchos años que decidí entrar en el Islam. De padre y madre, abuelos, bisabuelos españoles, decidí cambiar mi fe cristiana por la musulmana.
Me parecía que tenía que dejar claro mi origen y quién es el que escribe lo que viene a continuación. Cuestiones religiosas a parte, que para el caso no vienen al cuento en absoluto. Pero creo que cobra mayor sentido y peso que quien escribe esto sepa bien de lo que habla. No como un tertuliano de tres al cuarto ni alguien que por razones raciales, étnicas o ideológicas se opone a que España siga abriendo sus fronteras de la manera en que lo hace. Quien esto escribe sabe bien lo que dice, pues lo escucha y vive desde dentro.
Y es ante tal escándalo que no puedo seguir callando, porque amigos y amigas: corremos un gran peligro.
En esta carta no voy a:
- Esgrimir argumentos económicos (“no estamos para ayudar a nadie”, “primero nosotros”, “la crisis”…)
- Hablar de multiculturalidad (si es beneficiosa o no, si es o no xenófobo cerrar las fronteras
Solo voy a exponer lo inseguros, vulnerables y expuestos que nos encontramos hoy mismo. Ni más ni menos.
Cada día en más riesgo. El asesino que te sonríe cada día por la calle.
Dejando a un lado los cientos (cifras oficiales que cualquiera puede verificar, por no hablar de lo que la Policía no cuenta) de ciudadanos españoles que a día de hoy están pegando tiros y cortando cabezas en Siria, quiero hablaros del peligro que suponen los muchos marroquíes, argelinos, malienses, mauritanos, tunecinos, senegaleses y otros que ya están de vuelta de la Yihad.
No solo han cometido fechorías en Siria, sino que en las distintas guerras que se libran en África han sido bien entrenados y estimulados -más aún- en su ideología fanática.
Y están de vuelta porque les han dejado de pagar el salario en dólares que venían cobrando por cada día de batalla, porque se han visto acorralados y sus familias les han pedido que regresen a atender a sus familias (las cuales callan sus delitos, por no decir que los apoyan y jalean).
Los medios de comunicación españoles hablan de una pequeña parte de lo que está sucediendo, ¿pero por qué callan el resto? Pues en gran medida porque la Policía así se lo indica. Las brigadas de información sobre yihadismo conocen bien el tremendo riesgo y el nivel de alerta en el que realmente nos encontramos.
Estáis acostumbrándoos a ver a las comunidades fieles a la religión del amor crecer cada año. Hace poco en tu barrio no había mezquita ni centro islámico, ahora sí. Tampoco había tienda de alimentación halal, ahora sí. No había hiyabs, niqabs, chadors ni burkas en la puerta del colegio a la hora de recoger a los chiquillos, ahora sí. La cosa ha ido -y va- en aumento, y lo sabes.
Repito, dejando a un lado las consideraciones sociológicas que esto supone, os quiero revelar que muchos -¡pero muchísimos!- de todos ellos, están apoyando en mayor o menos medida, más o menos discretamente el yihadismo y el salafismo que comienza a despuntar con más y más fuerza en Europa.
Los marroquíes en especial son el mayor grupo de riesgo que tenemos en España. ¿Por qué?
Pues porque pueden venir cuando les plazca, volver cuando les de la gana. Ir y venir a su antojo. Acoger amigos, primos, cuñados que vienen a hacer un par de “recaditos” a España, a verse con fulanito o zutanito y se vuelven a Tánger tan tranquilamente.
El número de terroristas que ya han militado activamente en la Yihad es tan grande que es imposible para la Policía española poder establecer dispositivos de vigilancia sobre todos ellos.
¿Qué hace la policía entonces?
Colocar a uno o dos soplones en las mezquitas, que con sus teléfonos móviles graban los jutbas del imán y a algún que otro individuo que resalta y es conocido por sus creencias más radicalizadas que la de los demás y que… ¡Oh, sorpresa! Suele ser el individuo de mayor peso dentro de la comunidad. A quien más se respeta, a quien más caso se hace, a quien nadie le niega un billetito de 20€ cada vez que pasa “el cepillo” para recaudar fondos para “la causa”.
Pero ahora es cuando os digo que en España, hay una gran franja de población que permanece aislada del espionaje de la Policía y la Guardia Civil. Hay muchísimos pueblos tranquilos de la España bucólico pastoril, donde los salafistas están encontrando refugio seguro. Se dedican a las labores agrícolas y ganaderas que nosotros hemos despreciado. Tienen hijos, los llevan a la escuela pública, “te sonríen y saludan por las mañanas” (como suele decirse de todo asesino, violador o maltratador cuando se les pregunta a los sorprendidos vecinos que todavía no se explican cómo “tan buena persona” ha podido hacer algo semejante).
Esta gente permanece fuera del radar de las Fuerzas de Seguridad del Estado porque en los pueblos donde residen los van rotando cada dos por tres. Son destinos que nadie quiere, porque están alejados de sus poblaciones de origen y los séis meses o el año que pasan en ellos no tienen ni idea de qué población es la que en realidad hay en ese municipio y donde ni el sargento es capaz de “huntar” al joven de turno para que haga de oídos.
¿Es España un santuario para los terroristas?
Pues, lamentablemente, cada vez más. Sin duda que nuestras Fuerzas de Seguridad hacen su trabajo. ¡Pero…! Los mandos, quienes no están en la calle, quienes no filtran toda la información que recogen quienes están escuchando o en contacto con estos colectivos de salafistas -o simplemente fieles a la religión del amor “de a pie” que han sido adoctrinados por las televisiones árabes pagadas por los sauditas, qataríes, turcas y otras-, hacen más caso a lo que les dicen los servicios de inteligencia de Alemania, Francia y EEUU que de lo que sus propios agentes en servicio saben.
La situación de abandono de las zonas rurales es realmente propicia para el reagrupamiento de estas personas que siguen en contacto con los grandes núcleos de población en España y con sus familiares y amigos en Francia y jovenlandia.
¿La acogida de refugiados es un riesgo entonces?
Ya os digo que no solo son los marroquíes nacionalizados como españoles que han vuelto de Siria quienes suponen un gran peligro para España y Europa en general. No.
Las redes de solidaridad islámica hacen posible para los fieles a la religión del amor poder viajar de un país a otro, con documentación falsa u original, con dinero o sin dinero, refugiarse en centros islámicos, casas de creyentes. Y jamás nadie se enteraría de nada. Y si lo hicieran, posiblemente sean otros miembros de la comunidad que callarían por miedo a las consecuencias de denunciar a las autoridades (cosa que, por cierto, es ilícita según la Ley Islámica: un creyente no puede denunciar a su hermano a las autoridades kafirs).
¿Cómo solucionamos esto?
Obviamente nuestros autoridades políticas no lo van a hacer. Están demasiado ocupados con llenarse el buche a costa de todos.
Los jueces hacen lo que pueden. La Policía no da para más y muchas veces se le desprecia, no se la dota debidamente o simplemente es incapaz de vigilar, detener y procesar a tantísimo terrorista en potencia, porque es virtualmente imposible acusar a alguien por sus creencias. Lo que hace un caldo de cultivo masivo muy propicio para que cada día nuestras calles, barrios, pueblos y ciudades se parezcan más al tópico ideológico de estos creyentes.
¿Acaso creéis que vamos a poder deportar a esta gente a sus países de origen? Imposible en España.
A nadie se le niega una ayuda económica, pública, beneficios de empleo, de asistencia social… Solo por llevar niqab o la barba hasta el pecho. La creencia es peligrosa, pero es casi imposible de diagnosticar y tratar adecuadamente.
Estamos en un buen aprieto, señores y señoras. Os lo dice alguien que escucha barbaridades a diario, que está cansado de callar y ver que la cosa va a más y que esto se pone mucho más feo de lo que ninguna asociación islámica, federación religiosa ni ONG os va a admitir nunca. ¡Aunque tampoco esperéis que nadie os cuente todo esto en la televisión!
Estamos permitiendo que España se llene de gente para quienes es lícito (acorde a la interpretación de las Escrituras que ellos hacen) dar de baja de la suscripción de la vida al “no creyente”, al kafir. “Su sangre es lícita para nosotros” podrías escuchar si estuvieras en el lugar apropiado.
Fuente de la noticia: STOP REFUGIADOS
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