A
Agustí Roig
Guest
MEDIO AMBIENTE
Ya conocemos la alternativa del gobierno Bush al protocolo de Kyoto:
desde luego, es mucho más barata.
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Censura contra el cambio climático
Un alto funcionario de la Casa Blanca manipuló un informe científico
que advertía del peligro del calentamiento
Un abogado sin conocimiento científico alguno tachó un párrafo que
advertía de la reducción de los glaciares
ANDY ROBINSON - 09/06/2005
Nueva York. Corresponsal
Un alto funcionario de la Casa Blanca y ex empleado del poderoso lobby
petrolero Instituto Americano del Petróleo descafeinó informes
científicos que advertían sobre el peligro del cambio climático antes
de ser publicados, según documentos obtenidos por el New York Times.
Philip Cooney, un abogado sin conocimiento científico alguno, cambió
el tiempo de los verbos de futuro a condicional y hasta tachó con
bolígrafo un párrafo entero de un informe sobre el impacto del
calentamiento en los glaciares y el deshielo, agregando un apunte que
tilda el texto de "especulativo". El informe que finalmente se
publicó, en julio del 2003, no incluye el párrafo tachado. Ayer, la
Casa Blanca lo negó todo. "Eso es falso", declaró de forma contundente
el portavoz Scott McClellan.
La censura se produjo pese al amplio consenso científico y las
abundantes pruebas empíricas del impacto de la subida de las
temperaturas. Investigadores del Parque Nacional de los Glaciares de
Montana confirmaron ayer a La Vanguardia la validez científica del
texto censurado: "No es una cuestión de si los glaciares se retiran o
no, sino que ya está pasando", dijo Dan Fagre, del US Geological
Survey. Añadió que, tal y como sostiene el texto borrado, "el
adelantamiento del deshielo tiene un impacto sobre el ciclo
hidrológico relacionado directamente con la subida de las
temperaturas".
Rick Piltz, científico de la NASA que dimitió en marzo de la oficina
gubernamental que coordina la investigación sobre el cambio climático,
declaró al Times que la censura de Cooney es parte de una política
sistemática: "Jamas había visto que la politización de la Casa Blanca
afectara el programa científico minando su credibilidad e integridad".
Eric Sunquist, otro científico autor de un informe sobre el cambio
climático, dimitió de la misma oficina en protesta por estos cambios
en el texto. Ha producido un "efecto escalofriante y frustración" en
la comunidad científica, señaló al Times una fuente de la Agencia de
Protección del Medio Ambiente.
Clark Stevens, portavoz de Greenpeace en Washington, dijo a La
Vanguardia que la censura "es una muestra de la actitud de la
administración Bush frente a la integridad científica". El presidente
George Bush dijo el martes que "hace falta saber más" sobre el
calentamiento terrestre antes de decidir qué hacer.
Según Greenpeace, Cooney se carteó con el Competitive Enterprise
Institute, que niega el cambio climático y es financiado por la
petrolera Exxon. La subsecretaria de Estado Paula Dobriansky agradeció
a Exxon su "involucración activa" en la decisión estadounidense de
desmarcarse del protocolo de Kioto, según publicó ayer el diario
británico The Guardian.
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Agustí Roig
Ya conocemos la alternativa del gobierno Bush al protocolo de Kyoto:
desde luego, es mucho más barata.
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Censura contra el cambio climático
Un alto funcionario de la Casa Blanca manipuló un informe científico
que advertía del peligro del calentamiento
Un abogado sin conocimiento científico alguno tachó un párrafo que
advertía de la reducción de los glaciares
ANDY ROBINSON - 09/06/2005
Nueva York. Corresponsal
Un alto funcionario de la Casa Blanca y ex empleado del poderoso lobby
petrolero Instituto Americano del Petróleo descafeinó informes
científicos que advertían sobre el peligro del cambio climático antes
de ser publicados, según documentos obtenidos por el New York Times.
Philip Cooney, un abogado sin conocimiento científico alguno, cambió
el tiempo de los verbos de futuro a condicional y hasta tachó con
bolígrafo un párrafo entero de un informe sobre el impacto del
calentamiento en los glaciares y el deshielo, agregando un apunte que
tilda el texto de "especulativo". El informe que finalmente se
publicó, en julio del 2003, no incluye el párrafo tachado. Ayer, la
Casa Blanca lo negó todo. "Eso es falso", declaró de forma contundente
el portavoz Scott McClellan.
La censura se produjo pese al amplio consenso científico y las
abundantes pruebas empíricas del impacto de la subida de las
temperaturas. Investigadores del Parque Nacional de los Glaciares de
Montana confirmaron ayer a La Vanguardia la validez científica del
texto censurado: "No es una cuestión de si los glaciares se retiran o
no, sino que ya está pasando", dijo Dan Fagre, del US Geological
Survey. Añadió que, tal y como sostiene el texto borrado, "el
adelantamiento del deshielo tiene un impacto sobre el ciclo
hidrológico relacionado directamente con la subida de las
temperaturas".
Rick Piltz, científico de la NASA que dimitió en marzo de la oficina
gubernamental que coordina la investigación sobre el cambio climático,
declaró al Times que la censura de Cooney es parte de una política
sistemática: "Jamas había visto que la politización de la Casa Blanca
afectara el programa científico minando su credibilidad e integridad".
Eric Sunquist, otro científico autor de un informe sobre el cambio
climático, dimitió de la misma oficina en protesta por estos cambios
en el texto. Ha producido un "efecto escalofriante y frustración" en
la comunidad científica, señaló al Times una fuente de la Agencia de
Protección del Medio Ambiente.
Clark Stevens, portavoz de Greenpeace en Washington, dijo a La
Vanguardia que la censura "es una muestra de la actitud de la
administración Bush frente a la integridad científica". El presidente
George Bush dijo el martes que "hace falta saber más" sobre el
calentamiento terrestre antes de decidir qué hacer.
Según Greenpeace, Cooney se carteó con el Competitive Enterprise
Institute, que niega el cambio climático y es financiado por la
petrolera Exxon. La subsecretaria de Estado Paula Dobriansky agradeció
a Exxon su "involucración activa" en la decisión estadounidense de
desmarcarse del protocolo de Kioto, según publicó ayer el diario
británico The Guardian.
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Agustí Roig