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filconstructiva
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LOS DESEOS
Que la virtud está en el término medio es una gran verdad que no debe
olvidarse.
Y que los deseos en el ser humano son la fuente de muchas
infelicidades y desgracias es un dato igualmente cierto. Por eso en
cuanto al tema del deseo, y de los diversos deseos que tenemos, el
término medio es imprescindible para comprender cual es la actitud más
sana y adecuada.
Algunos piensan que no deben refrenar ninguno de sus deseos y como
consecuencia de ello, acaban en una infelicidad y en una ansiedad que
son destructivas, que no les llevan más que al diván del psicólogo, al
insomnio y a la continua persecución de un nuevo placer que al final
insatisface igualmente.
Otros deciden que lo más adecuado es recorrer el camino de la
anulación de todo deseo y por tanto el sendero de la anulación de la
propia voluntad, pero esto es un gran problema, porque entre nosotros
la voluntad es la esencia de la individualidad y esa tarea de
autoanulación no parece ser el mejor camino de autorrealización, pues
no es más que otra forma de disolución.
El término medio es la construcción del autodominio, el encauzamiento
del deseo.
Se trata de ser dueños de nosotros mismos, de dominar nuestros
deseos, llevándolos a su justa expresión, no dejando que se desboquen.
Ni entregarnos al maremagno de los deseos, ni a la anulación de la
voluntad personal, sino logrando ser los señores, los dueños de
nuestras propias personas. Ese es el camino factible y posible de
construir la propia felicidad, la propia vida liberada.
Que la virtud está en el término medio es una gran verdad que no debe
olvidarse.
Y que los deseos en el ser humano son la fuente de muchas
infelicidades y desgracias es un dato igualmente cierto. Por eso en
cuanto al tema del deseo, y de los diversos deseos que tenemos, el
término medio es imprescindible para comprender cual es la actitud más
sana y adecuada.
Algunos piensan que no deben refrenar ninguno de sus deseos y como
consecuencia de ello, acaban en una infelicidad y en una ansiedad que
son destructivas, que no les llevan más que al diván del psicólogo, al
insomnio y a la continua persecución de un nuevo placer que al final
insatisface igualmente.
Otros deciden que lo más adecuado es recorrer el camino de la
anulación de todo deseo y por tanto el sendero de la anulación de la
propia voluntad, pero esto es un gran problema, porque entre nosotros
la voluntad es la esencia de la individualidad y esa tarea de
autoanulación no parece ser el mejor camino de autorrealización, pues
no es más que otra forma de disolución.
El término medio es la construcción del autodominio, el encauzamiento
del deseo.
Se trata de ser dueños de nosotros mismos, de dominar nuestros
deseos, llevándolos a su justa expresión, no dejando que se desboquen.
Ni entregarnos al maremagno de los deseos, ni a la anulación de la
voluntad personal, sino logrando ser los señores, los dueños de
nuestras propias personas. Ese es el camino factible y posible de
construir la propia felicidad, la propia vida liberada.