Lincoln y los secesionismos: un ejemplo de integridad

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Lincoln y los secesionismos: un ejemplo de integridad | ¿Hay Derecho?

Lincoln y los secesionismos: un ejemplo de integridad

24 febrero, 2013 - Autor: Alvaro Delgado Truyols

Debemos resolver esta cuestión ahora: si en un sistema de gobierno libre la minoría tiene el derecho de disolver el gobierno cuando le plazca”. Abraham Lincoln, Presidente de los Estados Unidos de América, mayo de 1.861, al mes de comenzada la Guerra de Secesión.

La excelente película de Steven Spielberg, magistralmente protagonizada por Daniel Day Lewis, sobre el más querido de los Presidentes norteamericanos pone de actualidad su figura en nuestro país, figura de la cual podemos extraer no pocos ejemplos para la presente situación española. Abraham Lincoln fue un adelantado a su tiempo y, con toda seguridad, un insospechado ejemplo para la España actual. Convencido de la necesidad de la fortaleza de la Unión, negó que los territorios del Sur tuvieran su “derecho de autodeterminación”(concepto entonces inexistente), y se opuso con firmeza a que los Estados libremente asociados en un régimen democrático tuvieran derecho a desasociarse de forma unilateral. Y esa fue la verdadera causa dela Guerra Civil norteamericana, que afrontó con dolor y con enormes presiones de todo tipo (hasta familiares), aunque la cuestión de la esclavitud haya trascendido a la posteridad, de forma no demasiado rigurosa históricamente, como argumento central de la Guerra de Secesión. El objetivo de la guerra no fue en sí la liberación de los esclavos, sino la preservación de la Unión. Ya avanzada la contienda, Lincoln adoptó la emancipación, que llevaba meses preparando y tenía guardada en un cajón -como se refleja espléndidamente en la película- como medio para debilitar al Sur y reforzar la causa unionista en el país y ante las potencias europeas. Y la preservación de la Unión, junto con la proclama antiesclavista, consiguieron el verdadero objetivo del entonces Presidente, que no era otro que dirimir el verdadero significado de la libertad y consolidar el destino de los Estados Unidos de América como la gran nación que ha llegado a ser.

En mi opinión, el ejemplo de Abraham Lincoln es doble, y realmente muy parecido, -casi equiparable salvando las diferencias del momento y el cargo que ocupó cada uno- al de otro político asesinado que fue justamente homenajeado hace pocos días en este blog: Gregorio Ordóñez. Por un lado, puso de manifiesto una enorme firmeza en la defensa de sus ideas y de las soluciones que creía mejores para la supervivencia dela nación. Lincoln tuvo el coraje político de afrontar una Guerra Civil en la que hubo 600.000 muertos, y de resistir hasta conseguir una clara y contundente victoria final, manteniéndose firme en sus convicciones pese a sufrir un enorme desgarro interior -apreciable en su propio deterioro personal-, y pese a las presiones de su entorno y de buena parte de la siempre acomodaticia opinión pública, que le pidieron reiteradamente que cediera y acordara un rápido armisticio dejando las cosas como estaban para “evitar más muertes”. Pocos políticos hubieran resistido con tanta dignidad esas presiones y ese enorme dolor. La inmensa mayoría se hubiera dejado atraer por los abrumadores cantos de sirena que le rodeaban, y encontrado el fácil atajo de las componendas, los acuerdos ambiguos y la búsqueda de una fácil satisfacción a la siempre voluble opinión pública, lo que hubiera supuesto “parchear” la situación para aguantar unos años, buscar una gloria efímera y luego….. dejar la patata caliente del problema del Sur al próximo que ocupara su sillón. Y no se decantó precisamente por la solución más cómoda. No hace falta que les pregunte, amigos lectores, qué creen ustedes que hubieran hecho en su lugar nuestros excelsos políticos actuales, fueren del partido que fueren….

Un segundo ejemplo es el del coraje y la dignidad, llevados hasta el punto de asumir costes personales, incluso arriesgando la propia vida. Así lo hizo Abraham Lincoln, que murió asesinado en un palco del teatro Ford de Washington a manos de un fanático sudista seis días después de acabar la guerra, y así lo hizo nuestro admirado concejal donostiarra, como bien ha puesto de relieve en su emocionante y reciente post en este mismo blog mi compañero Fernando Rodríguez Prieto La memoria de Gregorio Ordóñez | ¿Hay Derecho?. Como decía Lincoln a los que, en su entorno, vaticinaban su muerte viendo su hábito de cabalgar sólo por Washington, su política de tener abiertas las puertas de la Casa Blancaa toda clase de personas y su poca afición a vivir rodeado de escoltas, “dudo que alguien quiera matarme, y si lo hace, sólo puede matarme una vez”. Realmente estremecedor. Cualquier comparación con la realidad política del siglo XXI es, sencillamente, insultante, con la honrosa excepción de muchos héroes anónimos, casi todos ellos alejados de los focos y la notoriedad que, al igual que Gregorio Ordóñez, han arriesgado su vida en el País Vasco en defensa de la libertad.

Todo lo anterior no significa, en absoluto, que Lincoln fuera un ser angelical alejado de las artes de la política: extraordinario orador –tal vez uno de los mejores de la historia- y conocedor de las interioridades de la lucha de partidos, la película muestra de forma muy gráfica sus maniobras, no todas demasiado ortodoxas, para conseguir los escasos votos que le faltaban para que la Cámara de Representantes aprobara la 13ª Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América, que abolía definitivamente la esclavitud. El Congresista Stevens (fantásticamente interpretado por el gran Tommy Lee Jones), uno de los protagonistas del debate parlamentario, lo resume con maestría: “es la medida política más importante del siglo XIX aprobada gracias a la corrupción organizada por el hombre más puro de América”. Pero todo ello no obedecía a razones espúreas, como las que mueven hoy en días a nuestros esperpénticos “Bárcenas” locales, sino a la búsqueda de un fin superior: que la esclavitud quedara abolida en la Constitución, lo que confería a la abolición un carácter histórico y definitivo.

La tentación fácil del momento fue descalificar a Lincoln, “causante” de la guerra, tachándole de dictador o de tirano que se dedicaba a cercenar las “libertades” del Sur, en una palpable demostración de las volubles interpretaciones que se pueden dar a la palabra “libertad”. Descalificaciones parecidas las hemos escuchado muchas veces en España ante atisbos de actitudes firmes o resueltas de algún político en algún asunto espinoso. El propio asesino de Lincoln, John Wilkes Booth, saltó al escenario del Teatro Ford, tras descerrajar un colleja del Presidente, gritando el lema en latín del Estado de Virginia “Sic semper tyrannis”(así siempre a los tiranos), tomado de la frase que pronunció Bruto al apuñalar a Julio César. La finalidad de tales descalificaciones siempre es la misma: confundir maliciosamente firmeza con imposición, determinación con tiranía, claridad de ideas y expresiones con totalitarismo. Y sin embargo, el principal objetivo del asesinado Presidente fue siempre la reconciliación. Así ordenó a su General en Jefe Ulysses S. Grant, en escena que reproduce la película, que la paz no supusiera represalias con los vencidos, tal como le exigían los vencedores ante el enorme número de bajas ocasionadas por la contienda. “No quiero ejecuciones. Que entreguen las armas y se marchen con sus familias, a sus granjas, a sus negocios”… Y ya lo había anunciado en el discurso de su segunda toma de posesión, pronunciado en la colina del Capitolio el 4 de marzo de 1.865, un mes antes del fin de la guerra, y con el que termina en “flash back” la estupenda película de Spielberg: “Sin atentar contra nadie, compasivos con todos, firmes en la ley emanada de Dios para discernir el bien, sigamos trabajando en la labor que hoy nos ocupa: restañar las heridas de la nación, honrar al que luchó por ella cuidando de su viuda y huérfanos, hacer todo cuanto esté en nuestra mano por una paz justa y duradera entre nosotros y entre todas las naciones…”. Es difícil dejarlo más claro, y esa voluntad conciliadora, frente al afán vengativo con los “rebeldes” de buena parte de los vencedores -según muchos estudiosos- es la que realmente acabó costándole la vida.

Quiero terminar este post con una frase que escribió el genial periodista José Luis Martín Prieto en un artículo publicado hace unos años en el diario El Mundo, realizando la crítica de un libro publicado sobre la batalla de Antietam, que fue la más decisiva en el devenir de la Guerra de Secesión norteamericana. Escribió Martín Prieto, tras glosar la figura del asesinado Presidente, su complicada vida política, personal y familiar, y las terribles circunstancias de todo tipo que le tocó vivir, que “hay momentos en la vida en que hay que plantearse el doloroso dilema de Abraham Lincoln y tener el valor de decir que no”.
 

Fmercury1980

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Lincoln ganó la guerra. Y la historia la escriben los vencedores.

Si la Confederación hubiera vencido, los generales Lee, Stonewall Jackson o Beauregard serían celebrados hoy como "los héroes de la independencia sureña". Y Lincoln como un tirano incompetente que acabó con una unión que había durado más de 80 años.
 
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¡¡Lincoln era del PP!! Ahora se explica porque hizo dar de baja de la suscripción de la vida a cientos de miles de soldados para desgastar al Ejército de Dixie, tampoco le importaban los pringaos....
 

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¡¡Lincoln era del PP!! Ahora se explica porque hizo dar de baja de la suscripción de la vida a cientos de miles de soldados para desgastar al Ejército de Dixie, tampoco le importaban los pringaos....
¡Y tanto! En 1863 Lincoln impuso el reclutamiento forzoso, pero eximiendo a aquéllos que pudieran pagar 300 dólares.

Morir por la Unión sí, pero que mueran los pringaos.
 

Eric Finch

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En el momento en que se perdió la primera batalla de Bull Run ya se supo que iba a haber una guerra más o menos prolongada. Y Lincoln, frente al entusiasmo de los sureños, sólo contaba con una superioridad industrial y humana: fue durante la guerra en que la calidad del Ejército de la Unión se fortaleció.

Lo cierto es que los objetivos políticos de Lincoln sólo se podían alcanzar venciendo al Sur: y este último logro había de exigir un alto número de muertos. Los términos de la decisión para él eran fáciles: rendirse ante la tenacidad sureña o superarla. Y optó por superarla.

Hay que decir, por lo demás, que no es la primera vez en que leo acerca del espíritu conciliador de Lincoln: en su empeño por que el final de la guerra fuese la víspera de la paz para todos. No creo que él estuviese muy conforme con la explotación despiadada de la que los estados del sur fueron objeto ni con las humillaciones que sufrieron.
 

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¡Y tanto! En 1863 Lincoln impuso el reclutamiento forzoso, pero eximiendo a aquéllos que pudieran pagar 300 dólares.

Morir por la Unión sí, pero que mueran los pringaos.
A comienzos de 1864 el Ejército de La Unión no conseguia aniquilar de manera decisiva al pequeño pero motivado Ejército de Dixie, Lee, con unas fuerzas siempre inferiores a las del Potomac, ponia en jaque una y otra vez al desmotivado ejercito de panzas azules, con Grant eso cambió, Grant ordeno la ofensiva a ultranza, si tenian que morir cinco federales por un confederado, que muriesen, así, aceptando bajas inaceptables Grant consiguio ir desgastando poco a poco al Ejercito Confederado, no obstante, le costó año y medio, cientos de miles de muertos y la destrucción de varios estados.
 

enladrillador

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Que curioso que Lincoln era secesionista americano, pues no reconocía al gobierno de su Majestad la Reina de Inglaterra, y era gran seguidor de George Washington, se nos ponga como ejemplo para Catalunya, que quiere la misma relacion con España que la que Lincoln quería con su "patria madre"

Xd xD xD xD
 

Limón

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Los Estados Confederados de America tenian todo el derecho del mundo a ser lo que les diese la gana, precisamente por el modo en que se creo USA como Union de Estados Soberanos.
Es un tipo de pais que no tiene parangon en España ni en Europa.
 

paenula

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En realidad, en la película lo retratan como lo que era, un político muy poco preocupado por la democracia y dispùesto a todo para conseguir sus fines. Aunque eso significase la muerte de cientos de miles de ciudadanos.
 

ZHU DE

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El planteamiento de Lincoln, en relación con el número de bajas admisible, fue el mismo del Ejército Rojo en la Gran Guerra Patriótica.
Con la inmensa diferencia de que la supervivencia de la Unión jamás estuvo en entredicho, la estrategia confederada era precisamente aguantar en su territorio pues su pequeño ejército no podia ni soñar en conquistar la Unión.
 

Eric Finch

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Claro que hay una diferencia. Pero el planteamiento de fondo, en relación con el objetivo último de la guerra, era el mismo: ganarla. La doctrina soviética, por otra parte, no era más que la doctrina rusa de la guerra más o menos disfrazada. Las bajas individuales, en Rusia, no cuentan tanto como el fin que se busca conseguir.
 

Pensativo

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Los Estados Confederados de America tenian todo el derecho del mundo a ser lo que les diese la gana, precisamente por el modo en que se creo USA como Union de Estados Soberanos.
Es un tipo de pais que no tiene parangon en España ni en Europa.
Es que no hacen falta parangones, no hay ningún estándar de lo que "está bien" y "lo que está mal". La historia se escribe sobre la marcha. Ahí están Portugal, Gibraltar, Menorca o Canarias que son lo que son hoy por decisiones políticas del pasado.
 

Da Grappla Reloaded

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Es que no hacen falta parangones, no hay ningún estándar de lo que "está bien" y "lo que está mal". La historia se escribe sobre la marcha. Ahí están Portugal, Gibraltar, Menorca o Canarias que son lo que son hoy por decisiones políticas del pasado.
Hay una regla de oro en todas las culturas desde que se ponen a escribir que nos haya llegado.

Golden Rule - Wikipedia, the free encyclopedia

Dado que los confederados no le decían a los federados como vivir sus vidas, la superioridad moral está de parte de los Confederates States of America sin ninguna duda.
 

AYN RANDiano2

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ejemplo es el del coraje y la dignidad, llevados hasta el punto de asumir costes personales, incluso arriesgando la propia vida. Así lo hizo Abraham Lincoln, que murió asesinado en un palco del teatro Ford de Washington a manos de un fanático sudista seis días después de acabar la guerra
El HdP de Lincoln NO se jugó la vida en su guerra.

Eso sí, mandó al frente a reclutas forzosos a morir.

Debieron haberlo dado de baja de la suscripción de la vita recién empezada la guerra.