MonteKarmelo
Madmaxista
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Con o sin crisis financiera norteamericana, el final del ciclo expansivo español estaba cantado. La secuencia incremento del crédito, endeudamiento del sector privado, aumento del precio de los activos y crecimiento del PIB era insostenible.
Las condiciones monetarias registraban un período de progresivo endurecimiento. Tras la tormenta de las «subprimes», se produce un choque que eleva la aversión al riesgo de bancos y cajas y el temor al futuro de familias y empresas. En este escenario, la restricción crediticia se vuelve más intensa de lo previsto y el ajuste es más rápido y duro. Ésta es la coyuntura a la que se va a enfrentar España. La fase de auge creada por una expansión monetaria sin precedentes termina cuando llega la contracción de la liquidez.
Los ajustes son más duros en las economías en las cuales la deuda de los hogares y de las empresas está asociada a un «boom» inmobiliario. Esa es la situación española. Por un lado, la revalorización de los activos reales ha sido brutal; por otro, el 63% del crédito total es de origen banca-cajas y está concentrado en las constructoras y las promotoras inmobiliarias, y en hipotecas para la adquisición de viviendas por parte de los hogares. La financiación a la compra de pisos y el crédito promotor son los préstamos que presentan un mayor aumento de la jovenlandesesidad. Por eso, bancos y cajas habían comenzado a reducir su oferta de financiación al mundo inmobiliario antes de la tormenta norteamericana. Ahora, la aversión al riesgo de las entidades crediticias se acentúa y el racionamiento de la financiación se intensifica.
Aunque ahora parezca imposible o increíble, presentará un encefalograma plano e incluso puede llegar a entrar en recesión. Cualquier modelo, sea monetarista, austriaco, neokeynesiano, de expectativas racionales, da igual, predeciría la inevitabilidad de un ajuste profundo para purgar los excesos cometidos.
Lorenzo B. de Quirós
http://www.larazon.es/noticias/noti_eco1641.htm
Las condiciones monetarias registraban un período de progresivo endurecimiento. Tras la tormenta de las «subprimes», se produce un choque que eleva la aversión al riesgo de bancos y cajas y el temor al futuro de familias y empresas. En este escenario, la restricción crediticia se vuelve más intensa de lo previsto y el ajuste es más rápido y duro. Ésta es la coyuntura a la que se va a enfrentar España. La fase de auge creada por una expansión monetaria sin precedentes termina cuando llega la contracción de la liquidez.
Los ajustes son más duros en las economías en las cuales la deuda de los hogares y de las empresas está asociada a un «boom» inmobiliario. Esa es la situación española. Por un lado, la revalorización de los activos reales ha sido brutal; por otro, el 63% del crédito total es de origen banca-cajas y está concentrado en las constructoras y las promotoras inmobiliarias, y en hipotecas para la adquisición de viviendas por parte de los hogares. La financiación a la compra de pisos y el crédito promotor son los préstamos que presentan un mayor aumento de la jovenlandesesidad. Por eso, bancos y cajas habían comenzado a reducir su oferta de financiación al mundo inmobiliario antes de la tormenta norteamericana. Ahora, la aversión al riesgo de las entidades crediticias se acentúa y el racionamiento de la financiación se intensifica.
Aunque ahora parezca imposible o increíble, presentará un encefalograma plano e incluso puede llegar a entrar en recesión. Cualquier modelo, sea monetarista, austriaco, neokeynesiano, de expectativas racionales, da igual, predeciría la inevitabilidad de un ajuste profundo para purgar los excesos cometidos.
Lorenzo B. de Quirós
http://www.larazon.es/noticias/noti_eco1641.htm
