El fin del mundo

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Madmaxista
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EL FIN DEL MUNDO


Siempre hubo pronósticos, predicciones y profecías que apuntaban hacia la posibilidad de un fin del mundo más o menos inminente. La literatura apocalíptica de escuelas iniciáticas, órdenes religiosas y antiguas culturas es muy abundante. Las referencias al fin del mundo también podemos encontrarlas en el calendario maya, en textos de visionarios como Nostradamus, y en testimonios de videntes, mediums, y personas supuestamente abducidas o a las que se les ha aparecido la Virgen.

Son muchos los que coinciden en manifestar que el fin del mundo está próximo, y que podría acaecer más o menos en torno al año 2012 o 2020 de nuestra era. Esta coincidencia llama poderosamente la atención, lo que ha dado pábulo a numerosos textos en los que se desarrollan hipótesis variopintas sobre el Apocalipsis, todas ellas trepidantes.

Más allá de los círculos esotéricos, místicos o religiosos, es decir, en los ámbitos cientifístas, el debate apocalíptico siempre estuvo ausente, nunca fue tomado en serio, y la posibilidad de un cataclismo global sólo se abordó para negarla o ridiculizarla. Sin embargo, desde hace unos pocos años, son muchas, cada vez más, las personas de formación científica que se muestran convencidas de que el mundo está al borde del colapso total, y de que es inevitable.

Lo argumentan con criterios diversos, pero sólidos e inquietantes. Para algunos prestigiosos economistas, estamos al borde de una Gran Recesión Mundial de la que será imposible escapar, mucho peor aún que la que supuso el Crack de 1929, que es consecuencia de la estructura económica, del desarrollismo salvaje, del exceso de capital circulante, de la burbuja inmobiliaria y bursátil, y cuyos efectos devastadores harán irreconocible el mundo en unos pocos años.

Para otros científicos, el “Apocalipsis” será la consecuencia inevitable de la crisis ecológica global, del cambio climático, de la crisis energética agudizada por el fin del petróleo, de la explosión demográfica, o podría sobrevenir por una hecatombe nuclear o por una esa época en el 2020 de la que yo le hablo incontrolable.

El caso es que últimamente parecen haberse puesto todos de acuerdo, matemáticos y videntes, biólogos y profetas, economistas y astrólogos, políticos y místicos, doctores y chamanes, catedráticos y charlatanes. Todos coinciden en que vienen malos tiempos, muy malos, y que el mundo sufrirá una profunda transformación en pocas décadas. Dicho en otros términos, “esto está a punto de explotar, sálvese quién pueda”. Incluso la industria cinematográfica empieza a reflejar esta creciente sensibilidad social, con propuestas tan desesperanzadoras como “El día de mañana”, de Roland Emmerich, o más recientemente “Apocalyto”, de Mel Gibson.

Yo, que me tengo por persona optimista, de las que ven siempre la botella medio llena, por persona incrédula y racionalista, de las que dan poco crédito a teorías conspiranóicas y predicamentos alarmistas, no tengo más remedio que reconocer que hay serios motivos para estar seriamente preocupados por nuestro futuro inmediato. No sé hasta que punto podemos dar credibilidad a las predicciones apocalípticas católicas o paganas, a los mensajes catastrofistas de brujos y visionarios, pero estoy absolutamente convencido de que esto tiene que petar muy pronto, porque nuestro modelo de desarrollo es insostenible, porque hemos instaurado una economía cortoplacista y especulativa, porque hemos ignorado sistemáticamente el principio de precaución, porque hemos desarrollado una capacidad autodestructiva sin precendentes, porque vivimos instalados en la irracionalidad política, económica y ecológica. El mundo está en manos de unas pocas personas, muy pocas, en las que no podemos seguir confiando, porque han dado sobradas muestras de ser ajenos al sentido común.

En 1947 un grupo de científicos atómicos de la Universidad de Chicago pusieron en marcha el llamado “reloj del Día del Juicio Final". El propósito era llamar la atención de los países que poseen el potencial nuclear para crear el Armageddon. Según este grupo de científicos, “la humanidad está a pocos minutos de la medianoche, siendo que la medianoche representa la destrucción masiva por una guerra nuclear”. Las 30.000 armas nucleares operativas con las que cuentan en este momento países como EE.UU y Rusia serían suficientes para destruir cinco veces la vida sobre la Tierra.

Las posibilidades de que estalle una guerra mundial con uso de armas atómicas son cada vez mayores. La escasez de petróleo, de agua potable y de materias primas necesarias para seguir produciendo al ritmo actual está a punto de desencadenar una escalada bélica de consecuencias inimaginables. Y el detonante podría ser el anunciado ataque de Israel contra Irán, que sólo sería efectivo si se lleva a cabo con bombas atómicas.

No es ningún secreto que el gobierno de Estados Unidos está llevando a cabo los preparativos preliminares para la invasión de Irán, y que, por razones obvias de supervivencia, las grandes potencias del Oriente, - Rusia, China e India- no estarían dispuestas a permanecer impasibles en caso de que se produjera un ataque de esa naturaleza.
Cualquier observador informado sabe que el cenit del petróleo ya ha sido rebasado, que la dependencia mundial de combustibles fósiles es excesiva y que no existen tecnologías sustitutivas y viables a corto plazo para reemplazar energéticamente al oro oscuro. El colapso económico derivado de la crisis energética es inevitable. Si a ello le sumamos el impacto económico que a corto plazo producirán los efectos devastadores, ya notables, del calentamiento global, no cabe duda de que estamos ante un futuro incierto.

Los ciudadanos conscientes, realistas y responsables, no podemos mirar hacia otro lado, tenemos que intervenir, porque la tecnología y el mercado por sí solos no pueden dar respuesta a estos problemas. Los intereses políticos y económicos de una casta de gobernantes corruptos y de unas cuantas multinacionales no pueden seguir poniendo en riesgo la vida sobre la Tierra. Debemos reaccionar a tiempo y reconducir la economía hacia un nuevo horizonte de sostenibilidad, impulsar una transición energética buscando y aplicando alternativas al consumo de combustibles fósiles, detener la locura nuclear, poner coto al capitalismo salvaje, proteger la naturaleza y el clima. En definitiva, evitar el fin del mundo.

Esteban Cabal

Publicado en "Vida Natural". Primavera 2007
 

rory

Madmaxista
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Buen escrito. Aglutina de manera muy clara gran parte de lo expuesto en este foro sobre el tema.
 

Debunker

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Un hilo abierto en 2007, 13 años después diríamos lo mismo y es que caminamos inexorablemente a nuestro destino, el futuro no se puede predecir a velocidad de crucero, lleva su tiempo y eso nos confunde porque nuestras vidas y el mundo van a velocidad de crucero y si algo que se predice tarda en llegar, lo negamos y nos mofamos de la predicciones, sin embargo las tendencias son claras.