Groucho Marx y el crack del 29

McNamara

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Sacado de: http://es.geocities.com/estoydebolsa/articulos/Groucho1929.html

Lo han puesto en otro hilo, pero creo que se merece un post propio...



Groucho Marx y el crack del 29



Este artículo no es mio, fue escrito por Groucho Marx sobre su propia experiencia personal del crack de 1929 en Wall Street, pero lo incluyo en la sección porque, a pesar de que Groucho de Bolsa sabía lo que yo sé de alfarería, es una de las mejores lecciones de bolsa que jamás he tenido en toda mi vida. Y estoy seguro de que vosotros vais a opinar igual.

En el artículo, Groucho Marx, sin saberlo, describe en forma magistral lo que ocurre durante la 3ª fase de los mercados alcistas; es decir, la fase en la que en las salas de las agencias de bolsa hay más gente que en los teatros, la fase en la que la conversación más habitual entre el carnicero y el fontanero es hablar de bolsa, la etapa en la que la bolsa es constante noticia de primera plana en la Tv, la prensa y la radio.

En al artículo podréis comprobar además hasta qué punto es cierto que en el precio de las acciones influye mucho más la psicología de masas que los fundamentos económicos de las compañías. Comprenderéis por qué en la bolsa tiene muchas más posibilidades de ganar dinero un psicólogo que un economista. Descubriréis por qué el análisis técnico (pues todo él está basado en la psicología y el comportamiento de masas) tiene muchas más posibilidades de llevarnos al éxito que el análisis fundamental. Podréis comprobar además cómo la gran masa de inversores no se mueve por criterios racionales sino emocionales y descubriréis en toda su crudeza los terribles efectos de los dos grandes demonios que dirigen el comportamiento de la masa: la ambición y la avaricia (que producen la "fiebre del oro") y el miedo y el pánico (que producen estampidas espeluznantes en las que unos pisotean a los otros, en un sálvese quien pueda frenético).

Por último, comprenderéis que no hay mal que por bien no venga. Entenderéis por qué fue precisamente durante los años 30, es decir durante la época inmediatamente posterior al terrible crack de 1929, cuando los grandes genios innovadores de la bolsa (gente como Schabaker, Elliot, Wickoff, Gann, etc) crearon sus teorías y nos aportaron sus genialidades. Después del 29, los analistas se encontraron con tiempo de sobra para reflexionar sobre los errores cometidos y los frutos de aquella reflexión fueron las mejores aportaciones que jamás se han hecho al estudio de la bolsa. Y justo en aquellos frutos (el chartismo, Elliot, etc) nos basamos hoy en día para intentar ganar dinero en la caprichosa bolsa.

El artículo que escribió Groucho Marx dice así:

"...Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios. Parecía absurdo vender una acción a treinta cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor.

Mi sueldo semanal era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street. Disfrutaba trabajando en la revista pero el salario me interesaba muy poco. Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo pero incidentes como el que sigue eran corrientes en aquellos días.

Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El ascensorista me reconoció y dijo: - Hace un ratito han subido dos individuos,, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. Vestían americanas cruzadas y llevaban claveles en las solapas. Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. No se han figurado que yo estaba escuchándoles, pero cuando manejo el ascensor siempre tengo el oído atento. ¡No voy a pasarme toda la vida haciendo subir y bajar uno de estos cajones! El caso es que oí que uno de los individuos decía al otro: "Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation" […]

Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acababa de desayunar y todavía iba en batín. -En el vestíbulo de este hotel están las officinas de un agente de Bolsa -dijo-. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia. -Harpo -dije-, ¿estás loco? ¡Si esperamos hhasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros! De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de United Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con una garantía del veinticinco por ciento. Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no estén familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa esa garantía del veinticinco por ciento. Por ejemplo, si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero.

El miércoles por la tarde, en Broadway, Chico encontró a un habitual de Wall Street, quien le dijo en un susurro: -Chico, ahora vengo de Wall Street y allí nno se habla de otra cosa que del Cobre Anaconda. Se vende a ciento treinta y ocho dólares la acción y se rumorea que llegará hasta los quinientos. ¡Cómpralas antes de que sea demasiado tarde! Lo sé de muy buena tinta. Chico corrió inmediatamente hacia el teatro, con la noticia de esta oportunidad. Era una función de tarde y retrasamos treinta minutos el alzamiento del telón hasta que nuestro agente nos aseguró que habíamos tenido la fortuna de conseguir seiscientas acciones. ¡Estábamos entusiasmados! Chico, Harpo y yo éramos cada uno propietarios de doscientas acciones de estos valores que rezumaban oro. El agente incluso nos felicitó. Dijo: - No ocurre a menudo que alguien entre con tan buen pie en una Compañía como la Anaconda.

El mercado siguió subiendo y subiendo. Cuando estábamos de gira, Max Gordon, el productor teatral, solía ponerme una conferencia telefónica cada mañana desde Nueva York, sólo para informarme de la cotización del mercado y de sus predicciones para el día. Dichos augurios nunca variaban. Siempre eran "arriba, arriba, arriba". Hasta entonces yo no había imaginado que uno pudiera hacerse rico sin trabajar. Max me llamó una mañana y me aconsejó que comprara unos valores llamados Auburn. Eran de una compañía de automóviles, ahora inexistente. -Marx -dijo- es una gran oportunidad. Pegarrá más saltos que un canguro. Cómpralo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Luego añadió: -¿Por qué no abandonas el teatro y olvidas esos perversoss dos mil semanales que ganas? Son calderilla. Tal como manejas tus finanzas, aseguraría que puedes ganar más dinero en una hora, instalado en el despacho de un agente de valores, que los que puedes obtener haciendo ocho representaciones semanales en Broadway. -Max -contesté-, no hay duda de que tu conssejo es sensacional. Pero al fin y al cabo tengo ciertas obligaciones con Kaufman, Ryskind, Irving Berlin y con mi productor Sam Harris. Los que por entonces no sabía era que Kaufman, Ruskind, Berlin y Harris también compraban a crédito y que, finalmente, iban a ser aniquilados por sus asesores financieros. Sin embargo, por consejo de Max, llamé inmediatamente a mi agente y le instruí para que me comprara quinientas acciones de la Auburn Motor Company.

Pocas semanas más tarde, me encontraba paseando por los terrenos de un club de campo, con el señor Gordon […] El día anterior, las Auburn habían pegado un salto de treinta y ocho enteros. Me volví hacia mi compañero de golf y dije: -Max, ¿cuanto tiempo durará esto? Max repuso, utilizando una frase de Al Jolson. -Hermano, ¡todavía no has visto nada!

Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente acerca de este fenómeno especulativo. - No sé gran cosa sobre Wall Street - empeccé a decir en son de disculpa- pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones? Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo: - Señor Marx, tiene mucho que aprender acerrca del mercado de valores. Lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para llenar un libro. - Oiga, buen hombre -repliqué-. He venido aaquí en busca de consejo. Si no sabe usted hablar con cortesía, hay otros que tendrán mucho gusto en encargarse de mis asuntos. Y ahora ¿qué estaba usted diciendo? Adecuadamente castigado y amansado, respondió: - Señor Marx, tal vez no se dé cuenta, peroo éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane. Con cierto cansancio pregunté: -¿Cree que es una buena compra? -No hay otra mejor -me contestó-. Si hay allgo que todos hemos de usar son las tuberías. (Se me ocurrieron otras cuantas cosas más, pero no estaba seguro de que apareciesen en las listas de cotizaciones.) -Eso es ridículo -dije-. Tengo varios amigoos pieles rojas en Dakota del Sur y no utilizan las tuberías. -Solté una carcajada para celebrar mi salida, pero él permaneció muy serio, de modo que proseguí-. ¿Dice usted que desde la India le envían órdenes de compra de Tuberías Crane? Si en la lejana India piden tuberías, deben de saber algo sensacional. Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, que sean trescientas

Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses.

En los periódicos actuales leo con frecuencia artículos relativos a espectadores que se quejan de haber pagado hasta un centenar de dólares por dos entradas para ver My Fair Lady (1) (Personalmente opino que vale esos dólares.) Bueno, una vez pague treinta y ocho mil por ver a Eddie Cantor en el Palace […] Cantor era vecino mío en Great Neek. Como era viejo amigo suyo cuando terminó la representación fue a verle en su camerino. […] Encanto -prosiguió Cantor-, ¿qué te ha parecido mi espectáculo? Miré hacia atrás, suponiendo que habría entrado alguna muchacha. Desdichadamente no era así, y comprendí que se dirigía a mí. Eddie, cariño - contesté con entusiasmo verdadero-, ¡has estado soberbio! Me disponía a lanzarle unos cuantos piropos más cuando me miró afectuosamente con aquellos ojos grandes y brillantes, apoyó las manos en mis hombros y dijo: -Precioso, ¿tienes algunas Goldman Sachs? -Dulzura -respondí (a este juego pueden juggar dos)-, no sólo no tengo ninguna, sino que nunca he oído hablar de ellas ¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harinas? Me cogió por ambas solapas y me atrajo hacia mí. Por un momento pensé que iba a besarme. -¡No me digas que nunca has oído hablar de las Goldman Sachs! -exclamó incrédulamente-. Es la compañía de inversiones más sensacional de todo el mercado de valores . Luego consultó su reloj y dijo: -Hoy es demasiado tarde. La Bolsa está ya ccerrada. Pero, mañana por la mañana, nene, lo primero que tienes que hacer es coger el sombrero y correr al despacho de tu agente para comprar doscientas acciones de Goldman Sachs. Creo que hoy ha cerrado a 156… ¡y a 156 es un robo! Luego Eddie me palmoteó una mejilla, yo le palmoteé la suya y nos separamos. ¡Amigo! ¡Qué contento estaba de haber ido a ver a Cantor a su camerino! Figurese, si no llego a ir aquella tarde al Teatro Palace, no hubiese tenido aquella confidencia. A la mañana siguiente, antes del desayuno, corrí al despacho del agente en el momento en que se abría la Bolsa. Aflojé el veinticinco por ciento de treinta y ocho mil dólares y me convertí en afortunado propietario de doscientas acciones de la Goldman Sachs, la mejor compañía de inversiones de América

Entonces empecé a pasarme las mañanas instalado en el despacho de un agente de Bolsa, contemplando un gran cuadro mural lleno de signos que no entendía. A no ser que llegara temprano, ni siquiera me era posible entrar. Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway. Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. La mayoría de las conversaciones se limitaban a la cantidad que tal y tal valor habían subido la semana pasada, o cosas similares. El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos sus ahorros de toda la vida- en Wall Street. Ocasionalmente, el mercado flaqueaba, pero muy pronto se liberaba la resistencia que ofrecían los prudentes y sensatos, y proseguía su continua ascensión.

De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores simples y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park y mago financiero americano, lanzó una llamada de advertencia. No recuerdo su frase exacta, pero venía a ser así: "Cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse."

Yo no estaba presente cuando la Fiebre del Oro del cuarenta y nueve. Me refiero a 1849. Pero imagino que esa fiebre fue muy parecida a la que ahora infectaba al todo el país. El presidente Hoover estaba pescando y el resto del gobierno federal parecía completamente ajeno a lo que sucedía. No estoy seguro de que hubiesen conseguido algo aunque lo hubieran intentado, pero en todo caso el mercado se deslizó alegremente hacia su perdición.

Un día concreto, el mercado comenzó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presos del pánico y empezaron a descargarse. Eso ocurrió hace casi treinta años y no recuerdo las diversas fases de la catástrofe que caía sobre nosotros, pero así como al principio del auge todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todo el mundo quiso vender. Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores que por entonces solo tenían el nombre de tales. Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales. Esta era una broma pesada, porque la mayor parte de los accionistas se habían quedado sin dinero, y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Desdichadamente, todavía me quedaba dinero en el Banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir las garantías que desaparecían rápidamente.

Luego, un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y sencillamente se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. [...] Todo lo que dijo fue: "¡la broma ha terminado!" Antes de que yo pudiese contestar el teléfono se había quedado mudo...se suicidó.

En toda la cosa poco buena escrita por los analistas del mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas palabras lo dijo todo. Desde luego, la broma había terminado. Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía. Si mi agente hubiese empezado a vender mis acciones cuando empezaron a tambalearse, hubiese salvado una verdadera fortuna. Pero como no me era posible imaginar que pudiesen bajar más, empecé a pedir prestado dinero del Banco para cubrir las garantías. Las acciones de Cobre Anaconda se fundieron como las nieves del Kilimanjaro (no creas que no he leído a Hemingway), y finalmente se estabilizaron a 2 7/8. La confidencia del ascensorista de Boston respecto a United Corporation se saldó a 3,50. Las habíamos comprado a 60. La función de Cantor en el Palace fue magnífica ¿Goldman-Sachs a 156 dólares? Cuando la máxima depresión del mercado, podía comprárselas a un dólar por acción.

El ir al desahucio financiero no constituyó una pérdida total. A cambio de mis doscientos cuarenta mil dólares obtuve un insomnio galopante, y en mi círculo social el desvelamiento empezó a sustituir al mercado de valores como principal tema de conversación..."


Groucho y yo (Groucho Marx)
 

AleixF

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Gracias, McNamara, es de lo mejor que he leído en mucho tiempo.

Es fácil entender cómo la gente cayó en la trampa. Es fácil entender lo de Japón y lo de otras burbujas como la nuestra. Es pura psicología.

En la ESO debería existir una asignatura llamada "Sentido Común" donde se estudiaran estos casos.
 

Dolmen

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2 Oct 2006
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Aleccionador y divertidísimo

Has hecho bien dedicándole un hilo; yo lo puse en uno de felicitación, de degradación instantánea, donde hubiera quedado sepultado. Lo acababa de leer y aún estoy imaginándome a Groucho y Harpo, en batín, corriendo a comprar acciones (a crédito) por el soplo de un ascensorista.
Pero si es del Hotel de los líos...

Ideal para acabar/empezar el año con una sonrisa. :o
 

brunorro

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Lo conocía !!!

Hola !

Este era el artículo que nuestro profesor de economía nos hacía leer EL PRIMER DIA DE CLASE para hacernos entender que fue el crack del 29 y que nos riésemos un poco de la economía... Por cierto, echo de menos aquellas clases, hay que entender que en una ingeniería informática todo lo que no tiene booleanos se agradece (además de que era en la que más mujeres había de la carrera). Debo agradecer a este hombre también haber entendido lo que era la oferta y demanda agregadas y las diferencias entre políticas fiscales y monetarias y ... jorobar, gracias a este hombre aprendí todo ! Y no he necesitado de la ayuda de nadie para olvidarlo yo solito !

FELIZ AÑO !
 

eduenca

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Qué pena lo poco que miramos hacia atrás en la vida, con lo mucho que se puede aprender de los errores del pasado. Siempre pensamos: "esta vez será distinto".

Muy ilustrativo para ver lo que producen la avaricia y el miedo llevados a extremos.

Un artículo cojonudo.
 

punxabombolles

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Y se pueden hacer comparaciones con la burbuja inmobiliaria actual, los extranjeros que invertían en bolsa americana eran la esperanza para continuar la burbuja, en nuestro caso este papel lo ejercen los jubilados europeos que viene a retirarese a la "Florida europea".
La duda que tengo es que si se hundiese la bolsa española, esto podría dar vida a la burbuja inmobiliaria, lo digo vinedo los gráficos de la evolución del precio de la vivienda en jpón, los precios llegaron a su máximo unso dos años después de la gran caida de la bolsa (diciembre de 1989) con lo cual igula nos quedan algunos años de burbuja inmobiliaria. Podría pasar lo que pasó a partir del año 2000, que mucha gnete escaldada por las pérdidas en bolsa invirtió en ladrillo.
 

sr chinarro

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Pero ¿no se habia ido de la Bolsa al ladrillo?

Si se volatilizan las perras metidas en Bolsa ¿cómo van a volver al ladrillo , si ahorita mismo en España el dinero está en dos lugares : atrapado en el ladrillo, o metido en Bolsa al modo "inversiones Groucho, previo al 29?
O sea, se va a volatilizar en el ladrillo o en Bolsa. Tú eliges.
 

Dolmen

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punxabombolles dijo:
Y Podría pasar lo que pasó a partir del año 2000, que mucha gnete escaldada por las pérdidas en bolsa invirtió en ladrillo.
Mira, el dinero del ladrillo está huyendo a otros países (jovenlandia, del Este...) y ya el negocio inmobiliario se está preocupando.
En estos días he estado ojeando páginas de bolsa-inversión: TODAS dan por hecho que la vivienda ya no es rentable, a la vista de descensos/caídas previsibles y de la falta de rentabilidad de los alquileres.
También el dinero de la bolsa, cuando huya, huirá a otros países: nada más fácil que invertir fuera mediante fondos.

Yo no he querido entrar nunca en Bolsa española (digo en los dos últimos años, que es cuando podría haberlo hecho); he metido la pata, lo sé (me haría forrado), pero es que no he tenido en cuenta algo importansísimo: la inmediatez: no importa que a dos años vista el panorama esté oscuro; basta con que sea bueno el del mes próximo, porque en dos segundos, sales. Los pisos no son así.
 

Burney

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Groucho Marx era un crack... El artículo es realmente bueno. Evidencia la irracionalidad de los mercados.
Y además, que la gente nunca aprende, por muchas burbujas que haya habido. Hace 6 años la de internet, ahora la de construcción... (aunque la de internet fué irracional hasta extremos infinitos)

Ahora la excusa es que todo el mundo necesita casas para vivir y por eso seguirán subiendo... pero se olvidan de que no todo el mundo se la puede permitir económicamente... y además se olvidan de que un alza en los intereses supone un "encarecimiento automático" del coste de la vivienda, más allá del precio que se haya pagado o se vaya a pagar al vendedor.

Por cierto, actualmente las grandes empresas constructoras invierten enormes sumas de dinero en otros sectores como el electrico. Incluso los bancos van vendiendo empresas del sector. Vayan tomando nota. Las ratas ya abandonan el barco...
 

McNamara

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Dolmen dijo:
Has hecho bien dedicándole un hilo; yo lo puse en uno de felicitación, de degradación instantánea, donde hubiera quedado sepultado. Lo acababa de leer y aún estoy imaginándome a Groucho y Harpo, en batín, corriendo a comprar acciones (a crédito) por el soplo de un ascensorista.
Pero si es del Hotel de los líos...

Ideal para acabar/empezar el año con una sonrisa. :o
Espero que perdones el haberme apropiado del texto sin pedirte permiso, seguí el enlace cerrando el hilo original y luego ya no sabía de dónde había salido. Me pareció que reflejaba tan bien la realidad inmobiliaria actual, que era necesario que todo el mundo lo conociese.

Para el que aún no se lo haya leído, que no os asuste el tamaño del escrito, es una lectura altamente recomendable.
 

unvistazo.com

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El problema es que lamentablemente va haber una generacion perdida.

El principal problema de la gente es la vivienda.

¿QUE HACEN NUESTROS POLITICOS?

Nada repartirse las comisiones de la corrupción.

900 personas trabajan contra el terrorismo.

Cuanta gente trabaja contra la corrupción Inmobiliaria????? unos 50

¿¿¿Cuántos Españoles han dejado de nacer por culpa de está corrupción?????

Yo creo que van a dejar de nacer millones....
 

Burney

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peterpan2006 dijo:
Groucho tenia razón ganaras mas dinero si eres psicologo que economista porque la razon que rige a las burbujas es la sinrazon, el me han dicho que tal empresa lanzara tal medicamento o ni eso, como ve que sube y sube pues lo logico es pensar que seguirá subiendo en le futuro y como vender ahora y renunciara a ganancias futura, la avaricia se apodera de los inversores hasta que es demasiado tarde. Hay diferentes estudios realizados sobre la toma de decisiones que han ganado incluso premio nobel y todos concluyen que hay mas razones de tipos psicologico que económico en el comportamiento de los inversores en su toma de decisiones.

Aquí en España no hay burbuja inmobiliaria... hay un BURBUJON y lo digo analizando todos los datos micro y macroeconomicos a los que he tenido acceso no entiendo como se puede estar tan ciego, lease al profesor de la UPF Javier Garcia MOntalvohttp://www.burbuja.info/inmobiliaria/showthread.php?t=23925 y te darás cuenta que no hay duda alguna, la pregunta del millon es cuando se producira la situacion de panico...

Saludos!

Eso de que ganaría más un psicólogo que un economista... no creo yo que realmente fuera mejor un psicólogo, puesto que éste no sabría dónde ni cuando meter el dinero antes de que el mercado tirase al alza, un economista sí (o al menos, tendría muchas más oportunidades de acertar con los ciclos favorables o negativos). Por ejemplo, un buen economista, viendo que habría tipos bajos, habría detectado una gran oportunidad de inversión en el sector inmobiliario antes de que "radio macuto" y las cifras informaran al resto de ciudadanos/inversores...

lo suyo sería ser un buen economista y un buen psicólogo: economista para saber entrar abajo, antes de que las acciones se disparen, y psicólogo para saber salir arriba, antes de que las acciones se desplomen y evitando caer en manos de la avaricia (el último duro que lo gane otro...)

De todas formas, en bolsa hay una máxima: compra cuando todo el mundo venda (panico bajista) y vende cuando todo el mundo compra (panico alcista). Aún así, para acertar con precisión los techos y los suelos hay que estar aliado con la fortuna...
 
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