Bolita
Madmaxista
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OJO la perla esta 
Los okupas y Zapatero
(17:33 12-10-2006) Comentarios [13]
http://app2.expansion.com/blogs/web/belloso.html?opcion=1&codPost=8073
Hubo un tiempo en que la calle era propiedad de Manuel Fraga. Hoy, bajo el Gobierno de Zapatero, pertenece a los okupas. No estoy seguro de que hayamos progresado. Aquel señor, que tantos servicios ha prestado al país, de quien se dijo en su momento que le cabía el Estado en la cabeza, ha sido siempre un hombre de orden. La izquierda, en cambio, siempre ha tenido problemas con el orden público, quizá porque, la verdad sea dicha, muchos de sus hijos corrieron delante de los grises y luego de los maderos, es decir, padecieron un concepto del orden ciertamente original. Una vez que los socialistas llegaron al poder, allí por 1982, cuando tocaron pelo, les dio un ataque de sentido común, percibieron la realidad desde un punto de vista diferente y hasta se enamoraron de la Guardia Civil y del Ejército, sin que hiciera falta llegar tan lejos.
Estamos hablando, claro está, de un tipo de socialismo digamos clásico, el que no es inmune a una cierta responsabilidad. El que gobierna España actualmente es notoriamente distinto, terriblemente light, ha perdido cualquier punto de dignidad, de autoestima, está dispuesto a cualquier cosa antes de perder las elecciones. De modo que si el movimiento okupa amenaza la ciudad de Barcelona, pues se suspende la cumbre europea sobre vivienda de la próxima semana para no dar motivos, porque es mejor prevenir que curar, no vaya a ser que alguna mente retorcida pueda relacionar la eventual trifulca con el candidato Montilla o el señor Pérez Rubalcaba. Es un hecho insólito -no esto de hacer el ridículo en Europa, sino lo de suspender una cumbre europea aludiendo a los okupas- pero de ningún modo sorprendente. Es la consecuencia inevitable de las expectativas creadas: cuando un centenar de huelguistas invadió recientemente el aeropuerto de El Prat en Barcelona, el argumento para permitir el atropello de los derechos civiles fue el mismo: cualquier cosa menos el uso de la fuerza. ¡Qué habrían dado muchos de los ignorados ciudadanos de El Prat por tener a Fraga en Interior!
El movimiento okupa es, sin lugar a dudas, uno de los peores productos que ha dado la naturaleza humana. Se trata de personas que, sin haber pegado un palo al agua, creen tener derecho a todo, preferentemente a la vivienda. Luego también a la calle. Son unos poco apreciables gamberros, inútiles socialmente -quizá por los siglos de los siglos-, pero son, conviene apuntarlo, el producto mejor acabado, más redondo, aunque no buscado, del socialismo, más en concreto de este socialismo de Zapatero o del socialismo barra libre de Clos en Barcelona. Si el propósito del presidente, desde que llegó al poder, es la ampliación de los derechos civiles, como si España fuera la América de Luther King, no es raro que la demanda sea salvaje, ni tampoco que se nombre ministro de Industria al alcalde de Barcelona. Más bien es natural. Cuando se tiene por gobernante a alguien que sólo habla de derechos y de gratuidades, sin citar jamás los deberes y otras cuestiones un poco más incómodas, es lógico que aquéllos se exijan sin razón, sin orden ni concierto, y que los reventadores campen a sus anchas e incluso impongan la agenda.
Por desgracia, en España hay al menos dos movimientos okupas. El primero es este antisistema y ancha es Castilla que, según afirma la policía, cabría definir como "anarcoinsurrecto" y que ha fijado en Barcelona su centro de operaciones. El segundo, bastante más peligroso, es la okupación callejera en el País Vasco de Batasuna, que se manifiesta donde quiere y cuando quiere, a pesar de estar al margen de la ley, y la kale borroka, que es otra forma de okupación física y psicológicamente destructiva de los bienes y las personas ajenas. Este movimiento es más grave porque la complicidad del socialismo es mayor, brutal, hasta el punto de que, para que los terroristas dejen de dar de baja de la suscripción de la vida, hemos puesto el Estado en almoneda, destruyendo sin prisa pero sin pausa la institución parlamentaria, la justicia, el Ministerio Público y lo que haga falta.
Los okupas y Zapatero
(17:33 12-10-2006) Comentarios [13]
http://app2.expansion.com/blogs/web/belloso.html?opcion=1&codPost=8073
Hubo un tiempo en que la calle era propiedad de Manuel Fraga. Hoy, bajo el Gobierno de Zapatero, pertenece a los okupas. No estoy seguro de que hayamos progresado. Aquel señor, que tantos servicios ha prestado al país, de quien se dijo en su momento que le cabía el Estado en la cabeza, ha sido siempre un hombre de orden. La izquierda, en cambio, siempre ha tenido problemas con el orden público, quizá porque, la verdad sea dicha, muchos de sus hijos corrieron delante de los grises y luego de los maderos, es decir, padecieron un concepto del orden ciertamente original. Una vez que los socialistas llegaron al poder, allí por 1982, cuando tocaron pelo, les dio un ataque de sentido común, percibieron la realidad desde un punto de vista diferente y hasta se enamoraron de la Guardia Civil y del Ejército, sin que hiciera falta llegar tan lejos.
Estamos hablando, claro está, de un tipo de socialismo digamos clásico, el que no es inmune a una cierta responsabilidad. El que gobierna España actualmente es notoriamente distinto, terriblemente light, ha perdido cualquier punto de dignidad, de autoestima, está dispuesto a cualquier cosa antes de perder las elecciones. De modo que si el movimiento okupa amenaza la ciudad de Barcelona, pues se suspende la cumbre europea sobre vivienda de la próxima semana para no dar motivos, porque es mejor prevenir que curar, no vaya a ser que alguna mente retorcida pueda relacionar la eventual trifulca con el candidato Montilla o el señor Pérez Rubalcaba. Es un hecho insólito -no esto de hacer el ridículo en Europa, sino lo de suspender una cumbre europea aludiendo a los okupas- pero de ningún modo sorprendente. Es la consecuencia inevitable de las expectativas creadas: cuando un centenar de huelguistas invadió recientemente el aeropuerto de El Prat en Barcelona, el argumento para permitir el atropello de los derechos civiles fue el mismo: cualquier cosa menos el uso de la fuerza. ¡Qué habrían dado muchos de los ignorados ciudadanos de El Prat por tener a Fraga en Interior!
El movimiento okupa es, sin lugar a dudas, uno de los peores productos que ha dado la naturaleza humana. Se trata de personas que, sin haber pegado un palo al agua, creen tener derecho a todo, preferentemente a la vivienda. Luego también a la calle. Son unos poco apreciables gamberros, inútiles socialmente -quizá por los siglos de los siglos-, pero son, conviene apuntarlo, el producto mejor acabado, más redondo, aunque no buscado, del socialismo, más en concreto de este socialismo de Zapatero o del socialismo barra libre de Clos en Barcelona. Si el propósito del presidente, desde que llegó al poder, es la ampliación de los derechos civiles, como si España fuera la América de Luther King, no es raro que la demanda sea salvaje, ni tampoco que se nombre ministro de Industria al alcalde de Barcelona. Más bien es natural. Cuando se tiene por gobernante a alguien que sólo habla de derechos y de gratuidades, sin citar jamás los deberes y otras cuestiones un poco más incómodas, es lógico que aquéllos se exijan sin razón, sin orden ni concierto, y que los reventadores campen a sus anchas e incluso impongan la agenda.
Por desgracia, en España hay al menos dos movimientos okupas. El primero es este antisistema y ancha es Castilla que, según afirma la policía, cabría definir como "anarcoinsurrecto" y que ha fijado en Barcelona su centro de operaciones. El segundo, bastante más peligroso, es la okupación callejera en el País Vasco de Batasuna, que se manifiesta donde quiere y cuando quiere, a pesar de estar al margen de la ley, y la kale borroka, que es otra forma de okupación física y psicológicamente destructiva de los bienes y las personas ajenas. Este movimiento es más grave porque la complicidad del socialismo es mayor, brutal, hasta el punto de que, para que los terroristas dejen de dar de baja de la suscripción de la vida, hemos puesto el Estado en almoneda, destruyendo sin prisa pero sin pausa la institución parlamentaria, la justicia, el Ministerio Público y lo que haga falta.
