BUSCO PISO
Con cada nuevo estudio sociológico en Euskadi se confirma la idea de que, a los que vivimos en este pequeño triangulito del mundo, nos deja de importa la alta política dejando paso a temas más sociales y, sobre todo, cercanos. De esos que hay que resolver día a día. Para aquelllos a los que les pasa la nómina un partido o una institución de gobierno, este cambio de prioridades sí que es un problema. El resto, y da igual a lo que se dediquen, posiblemente ya lo tenía, pues la precariedad laboral (un reto que el Gobierno vasco sabe que ha de afrontar) es una de los grandes temas que aparecen en esos estudios.
Lo único bueno de la inestabilidad en el trabajo es qeu, por lo menos y auqneu las condiciones no sean las que debieran, siempre sale algo. Sin embargo, hay otros problemas que no se resuelven con abnegación y una buena proción de presión sindical. Por ejemplo, el de la vivienda.
Tal vez la próxima escisión de ELA sea para conforma una agrupación de buscadores de piso y pagadores de hipotecas, pero no lo parece. De hecho, en este conflicto, el único actor reconocido es, precisamente, el que suelta o va a soltar los euros. Y sólo puede sorprender la capcidad de escaqueo que han desarrollado el resto de posibles intervinientes.
A saber, el que vendu su casa, una en la que no vive pero le pertenece y con la que espera hacer negocio, o la de otros, y dicen no tener culpa de nada. Es no es cierto. Para empezar, Antonio Machado decía que "es de necios confudir valor y precio". Sin embargo, normalmente el propietario decide poner precio al piso según el de venta en su entorno y no el de compra, siendo este un matiz muy importante. Así, nos encontramos que en el Casco Viejo de bilbao, por ejemplo, el metro cuadrado de los pisazos del Arenal se cotiza parecido al de los pisitos de techos bajos y habitaciones ciegas de los alrededores de la Catedral. La causa podría ser la onda expansiva del "pues yo también puedo pedir ...", que llega hasta donde no debiera.
Sin olvidarnos del que no tiene prisa en vender y pide por su piso una cantidad desproporcionada esperando que algún incauto pique. Con todo, lo único que se consigue es que el precio de la vivienda siga subiendo. Y como no hay organismo regulador, aquí es que más pueda, gana.
Por otro lado, los gobiernos y los políticos sólo se proclaman actores en este conflicto por medio de anuncios de leyes, de construcción de pisos protegidos, o de un nuevo sorteo. Si bien es cierto que el número de viviendas concedidas por el Gobierno vasco sube la media española y se acerca a valores de países con políticas sociales reconocidas, también lo es que andan justitos de ideas, pues resuelven el problema con lo que agrava: poniendo dinero.
Obviamente, los bancos y las cajas de ahorro no se reconocen como actores en el tema de la vivienda. Ellos sólo conceden hipotecas y el Euribor parece fijarse en algún lugar muy, muy lejano de la Unión Europea. Vamos que hay que pagar casi el doble del valor de tasación del piso, contratando un montón de serviios adicionales y, además, darles las gracias eximiéndoles de toda culpa.
Tal vez sería necesario recordar que el precio de la vivienda crecía porque los tipos de interés no lo hacían, y eso permitía a las jóvenes parejas casarse por el banco. Pero ahora que todo sube, ¿cuál es la explicación? O mejor, ¿quién la va a dar? En ocasiones parece que el Euribor es una especie de volcán gigante en medio de la Selva Negra alemana que, cada seis meses, incrementa su actividad atemorizando a los que están bajo su área de influencia.
Vamos, que a falta de nombres propios que den la cara y expliquen qué pasa y por qué, se acabó esa idílica y enorme clase media en la que llevábamos décadas acomodados, un una especie de igualdad artificial. En unos años, la sociedad vasca, como la europea, se dividirá nuevamente en clase alta: los que hereden una vivienda o puedan pagarla sin necesidad de una hipoteca. Clase media: los afortunados, en su mayor parte de dos en dos, que con su trabajo va a poder acceder a una vivienda, hacer frente a una hipoteca y que acabarán teniendo un apartamentito en propiedad. Y la clase baja: gente que no podrá hacer frente a los precios y dependerán únicamente de los sorteos públicos para tener una casa en la que vivir.
En general, un conflicto puede llegar a tener decenas de niveles y multitud de actores, aportando cada uno de ellos una solución como mínimo. Es decir, trabajamos con un montón de variables que intervienen unas en otras. También hay ocasiones en las que, a falta de elementos, el conflicto es probadamente meno que su índice de imparto en la prensa y opinión pública. Sin embargo, el de la vivienda es un conflicto importante: tiene varias capas que se solapan, actores que no se reconcoen y un grupo poblacional que soporta todo el peso. Repetir que además es un derecho, suena a discurso de ezquierda gastada. Alfred Hitchcock decía que "existe algo más importante que la lógica: la imaginación", y es que, después de mucho pensarlo, tal vez haya llegado el momento de buscar nuevas soluciones.
Iker Merodio es experto en comunicación de conflicto
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