lecciones del pasado, para el futuro
Erase una vez un joven, cuyo padre tenia como cliente a entidades bancarias, dichas entidades tenían desde hacía meses un problema con los créditos no pagados, pues tenían una gran cartera de viviendas próximas a la subasta.
Corría el año 1993 y las historias de los desahuciados eran en muchos casos para tener problemas de conciencia, tomar el papel de verdugo no es un papel agradable, tan es así que a los pocos meses ese padre dejo el negocio definitivamente, orgulloso únicamente de no haber dejado en la calle más que a una familia a la que no pudo encontrar nada (y busco, os lo aseguro) que estos pudieran pagar.
Enseñanzas, las entidades de crédito han aprendido a hacer cabriolas y prolongar plazos para no repetir situaciones como las que se dieron, porque se pierden clientes para siempre jamás.
Algunos aprendimos que el dinero que se tiene pendiente de pago, es simple y llanamente deuda, que las deudas con algunas entidades se saldan (de eso no hay duda) antes o después, aunque ahora parece que están optando por el después.
Ese joven tiene un respeto enorme por los plazos y las cuotas, y por cierto solo han pasado 12 años del boom de las subastas (boom de las quiebras) y había padres, madres, abuelos y conocidos como ahora, pero ocurrió lo que ocurrió y en general estaban más desahogados que ahora, yo no pretendo asustar, ni alarmar, pero me parece inmoral ir diciendo por ahí que no pasa nada por contraer las deudas en que nos pretenden meter, y tener una sonrisa pensando cada día vale más.