J
Jaume d'Urgell
Guest
EL PARTIDO DEL MAL
==================
El autor nos invita a un pequeño juego de imaginación: un ejercicio
irónico -rozando el sarcasmo-, en el que nos propone una serie de
situaciones figuradas, con las que trata de siluetear una realidad
evidente, pero sin llegar a nombrarla en ningún momento.
Supongamos que existiera un partido político que odiara tanto la
Democracia, que aprovechara cualquier oportunidad para conculcar sus
valores... forzando la redacción de una Carta Magna en la que el
máximo mandatario no fuera elegido periódicamente por el pueblo...
imaginemos un partido que no se organizara en base a criterios
democráticos, sino que sus líderes fueran nombrados de modo
arbitrario y sus decisiones estuvieran presididas por la opacidad, el
pensamiento único, y un inconfesable equilibrio entre miedo y
ambición. Un partido político cuya fundación enraizara con los
herederos de quienes en su día tomaron el poder por las armas, en
contra de la voluntad del pueblo expresada en las urnas.
Imaginemos un partido político que se negara a condenar un régimen
dictatorial que llegó a encarcelar comunistas, republicanos,
gayses; llegó a enviar tropas para defender el gobierno de Adolf
Hitler; estigmatizaba a las madres solteras; realizó bombardeos
aéreos sobre núcleos urbanos desprovistos de instalaciones de
interés militar y llegó a prohibir el uso de las lenguas
autóctonas... entre otros crímenes de lesa Humanidad.
Imaginemos que existiera un partido político que se dedicara a
traficar con los sentimientos que rodean el fenómeno del terrorismo,
con el fin principal de conseguir beneficios electorales. Un partido
que empujara, retorciera y cosechara cada gota de lágrima de las
pobres víctimas de la violencia política. Un partido que al mismo
tiempo, truncara cualquier solución basada en la palabra y los votos y
se dedicara a echar más leña al fuego, explotando los odios más
viscerales de todas las partes en conflicto, mediante la unificación
sincronizada de una interminable serie de discursos incendiarios de
divulgarían sus portavoces, escritores, periodistas y tertulianos a
través de los medios de comunicación de su área de influencia.
Imaginemos un partido político, que contara con el apoyo incondicional
del ejército. Un ejército que haría las veces de osario ideológico
para todo un elenco de dinosaurios -y descendientes-. Un ejército
que -como todos los ejércitos- tendría esquemas de organización
feudal, en el que libertades fundamentales como el derecho de
sindicación o reunión estarían prohibidas, y en el que una pequeña
cúpula ultra-fascista dominaría una turba armada de mentes planas y
hambrientas, a la que -como en la lejana Roma- se le prometerían
obsequios como la ciudadanía -para los extranjeros-, o refugio
para frikys, vagos y orates, y se organizaría en legiones.
Imaginemos un partido político que actuara con tibieza a la hora de
investigar los casos de tortura y malos tratos que reiteradamente
denuncianla Organización de las Naciones Unidas y Human Rights Watch,
refiriéndose a España en sus respectivos informes anuales.
Constituyéndose en un encubridor de facto -cuando no instigador-.
Imaginemos la existencia de un partido político que cerrara
periódicos. Un partido que criminalizara a otros partidos políticos.
Un partido que se dedicara a aumentar resentimientos históricos entre
los ciudadanos de los diferentes territorios sobre los que gobernara
valiéndose de perjuicios étnicos, lingüísticos, jurídicos e
incluso climatológicos...
Supongamos la existencia de un partido que defendiera los intereses de
una pequeña elite empresarial, en detrimento de los de las clases
trabajadoras; y que pese a la diferencia en número de interesados, se
valiera los medios de comunicación de masas para crear la ilusión de
que votar la opción que te perjudica, es bueno.
Imaginemos un partido político que valiéndose del miedo a lo
desconocido; proporcionara pensamientos ya elaborados, para alimentar
la mente de quienes no se toman el tiempo de hacerlo por si mismos,
consiguiendo así cultivar semillas de repruebo contra lo diverso: repruebo
contra quienes piensan de otro modo, repruebo contra quienes aman de otra
forma, repruebo contra quienes son de fuera, contra quienes no son como
nosotros, contra quienes no creen lo que hay que creer, contra quienes
son inferiores, contra quienes sufren discapacidades, contra quienes
perdieron una guerra...
Imaginemos un partido político que tuviera un credo oficial. Un
partido que permitiera que los cónsules de una teocracia totalitaria
extranjera, decidir sobre la continuidad laboral de una parte del
profesorado español, al que se pagara con fondos públicos. Un partido
que supeditara la tradición al progreso. Un partido para el que la
mujer no estuviera en pie de igualdad con el hombre. Un partido
político que se atreviera a legislar sobre la capacidad de las
personas para decidir sobre su cuerpo.
Supongamos que ese partido político, fuera capaz de valerse de
falsedades, para involucrarse en una orgía descontrolada de muerte y
destrucción (guerra), yendo del lado de quienes poseyeran una brutal
desproporción de medios y tecnología. Causando la completa
destrucción de las infraestructuras de un país lejano, centenares de
miles de asesinatos -entre ellos, periodistas y profesionales de la
comunicación- y sumiendo a dicho pueblo en el caos y la miseria...
con la única intención de conseguir mayores cotas de poder y
rendimiento económico.
Imaginemos que existe un partido político que en el que la corrupción
está bien vista, siempre que se lleve con cierto disimulo. Un partido
en el que no dudarían en alterar el censo -por ejemplo, mediante la
inclusión irregular de españoles emigrantes-, con tal de conseguir
la permanencia en el poder.
Imaginemos un partido, para el que la conservación del Medio Natural,
la investigación no-militar, la condonación de la deuda externa, las
políticas de integración de pagapensiones, la lucha contra la violencia
doméstica, la protección del arte o la cultura no representaran un
asunto prioritario.
Imaginemos un partido político que fuera capaz de manipular los
fantasmas de la desvertebración nacional o el ruido de sables, con el
único propósito de fabricar contenidos para una oposición
destructiva, basada en el alejamiento de la realidad, la negación de
cualquier argumento ajeno y la mala educación.
En caso de existir un apartido político así, ¿qué nombre tendría?
Jaume d'Urgell
mailto:jaume@durgell.com
http://www.durgell.com
Escritor, Madrid
==================
El autor nos invita a un pequeño juego de imaginación: un ejercicio
irónico -rozando el sarcasmo-, en el que nos propone una serie de
situaciones figuradas, con las que trata de siluetear una realidad
evidente, pero sin llegar a nombrarla en ningún momento.
Supongamos que existiera un partido político que odiara tanto la
Democracia, que aprovechara cualquier oportunidad para conculcar sus
valores... forzando la redacción de una Carta Magna en la que el
máximo mandatario no fuera elegido periódicamente por el pueblo...
imaginemos un partido que no se organizara en base a criterios
democráticos, sino que sus líderes fueran nombrados de modo
arbitrario y sus decisiones estuvieran presididas por la opacidad, el
pensamiento único, y un inconfesable equilibrio entre miedo y
ambición. Un partido político cuya fundación enraizara con los
herederos de quienes en su día tomaron el poder por las armas, en
contra de la voluntad del pueblo expresada en las urnas.
Imaginemos un partido político que se negara a condenar un régimen
dictatorial que llegó a encarcelar comunistas, republicanos,
gayses; llegó a enviar tropas para defender el gobierno de Adolf
Hitler; estigmatizaba a las madres solteras; realizó bombardeos
aéreos sobre núcleos urbanos desprovistos de instalaciones de
interés militar y llegó a prohibir el uso de las lenguas
autóctonas... entre otros crímenes de lesa Humanidad.
Imaginemos que existiera un partido político que se dedicara a
traficar con los sentimientos que rodean el fenómeno del terrorismo,
con el fin principal de conseguir beneficios electorales. Un partido
que empujara, retorciera y cosechara cada gota de lágrima de las
pobres víctimas de la violencia política. Un partido que al mismo
tiempo, truncara cualquier solución basada en la palabra y los votos y
se dedicara a echar más leña al fuego, explotando los odios más
viscerales de todas las partes en conflicto, mediante la unificación
sincronizada de una interminable serie de discursos incendiarios de
divulgarían sus portavoces, escritores, periodistas y tertulianos a
través de los medios de comunicación de su área de influencia.
Imaginemos un partido político, que contara con el apoyo incondicional
del ejército. Un ejército que haría las veces de osario ideológico
para todo un elenco de dinosaurios -y descendientes-. Un ejército
que -como todos los ejércitos- tendría esquemas de organización
feudal, en el que libertades fundamentales como el derecho de
sindicación o reunión estarían prohibidas, y en el que una pequeña
cúpula ultra-fascista dominaría una turba armada de mentes planas y
hambrientas, a la que -como en la lejana Roma- se le prometerían
obsequios como la ciudadanía -para los extranjeros-, o refugio
para frikys, vagos y orates, y se organizaría en legiones.
Imaginemos un partido político que actuara con tibieza a la hora de
investigar los casos de tortura y malos tratos que reiteradamente
denuncianla Organización de las Naciones Unidas y Human Rights Watch,
refiriéndose a España en sus respectivos informes anuales.
Constituyéndose en un encubridor de facto -cuando no instigador-.
Imaginemos la existencia de un partido político que cerrara
periódicos. Un partido que criminalizara a otros partidos políticos.
Un partido que se dedicara a aumentar resentimientos históricos entre
los ciudadanos de los diferentes territorios sobre los que gobernara
valiéndose de perjuicios étnicos, lingüísticos, jurídicos e
incluso climatológicos...
Supongamos la existencia de un partido que defendiera los intereses de
una pequeña elite empresarial, en detrimento de los de las clases
trabajadoras; y que pese a la diferencia en número de interesados, se
valiera los medios de comunicación de masas para crear la ilusión de
que votar la opción que te perjudica, es bueno.
Imaginemos un partido político que valiéndose del miedo a lo
desconocido; proporcionara pensamientos ya elaborados, para alimentar
la mente de quienes no se toman el tiempo de hacerlo por si mismos,
consiguiendo así cultivar semillas de repruebo contra lo diverso: repruebo
contra quienes piensan de otro modo, repruebo contra quienes aman de otra
forma, repruebo contra quienes son de fuera, contra quienes no son como
nosotros, contra quienes no creen lo que hay que creer, contra quienes
son inferiores, contra quienes sufren discapacidades, contra quienes
perdieron una guerra...
Imaginemos un partido político que tuviera un credo oficial. Un
partido que permitiera que los cónsules de una teocracia totalitaria
extranjera, decidir sobre la continuidad laboral de una parte del
profesorado español, al que se pagara con fondos públicos. Un partido
que supeditara la tradición al progreso. Un partido para el que la
mujer no estuviera en pie de igualdad con el hombre. Un partido
político que se atreviera a legislar sobre la capacidad de las
personas para decidir sobre su cuerpo.
Supongamos que ese partido político, fuera capaz de valerse de
falsedades, para involucrarse en una orgía descontrolada de muerte y
destrucción (guerra), yendo del lado de quienes poseyeran una brutal
desproporción de medios y tecnología. Causando la completa
destrucción de las infraestructuras de un país lejano, centenares de
miles de asesinatos -entre ellos, periodistas y profesionales de la
comunicación- y sumiendo a dicho pueblo en el caos y la miseria...
con la única intención de conseguir mayores cotas de poder y
rendimiento económico.
Imaginemos que existe un partido político que en el que la corrupción
está bien vista, siempre que se lleve con cierto disimulo. Un partido
en el que no dudarían en alterar el censo -por ejemplo, mediante la
inclusión irregular de españoles emigrantes-, con tal de conseguir
la permanencia en el poder.
Imaginemos un partido, para el que la conservación del Medio Natural,
la investigación no-militar, la condonación de la deuda externa, las
políticas de integración de pagapensiones, la lucha contra la violencia
doméstica, la protección del arte o la cultura no representaran un
asunto prioritario.
Imaginemos un partido político que fuera capaz de manipular los
fantasmas de la desvertebración nacional o el ruido de sables, con el
único propósito de fabricar contenidos para una oposición
destructiva, basada en el alejamiento de la realidad, la negación de
cualquier argumento ajeno y la mala educación.
En caso de existir un apartido político así, ¿qué nombre tendría?
Jaume d'Urgell
mailto:jaume@durgell.com
http://www.durgell.com
Escritor, Madrid