M. Priede
Será en Octubre
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"Cuando en una ocasión ordenó a uno de sus soldados que ocupara un puesto de centinela, el afectado se negó alegando que estaría expuesto al fuego enemigo. Al pretender obligarle por la fuerza, se vio inmediatamente rodeado de hombres furiosos que le gritaban: “¡Fascista, fascista! ¡Déjale en paz! ¡Éste no es un ejército burgués!”.
Orwell: " Mientras esperaba a que me examinaran, en la sala de cirugía se llevaba a cabo alguna espantosa operación sin anestesia, por motivos que ignoro. La operación se prolongó muchísimo, los alaridos se sucedían y, cuando entré allí, había sillas tiradas por el suelo y charcos de orina y sangre por todas partes".
"Permanentemente se tenía la estremecedora sensación de que uno podía ser denunciado a la policía secreta por quien hasta entonces había sido un amigo. La larga pesadilla de la lucha, el estrépito, la falta de comida y de sueño, la mezcla de tensión y aburrimiento de las horas pasadas en la azotea preguntándome si al minuto siguiente recibiría un balazo o me vería obligado a disparar, me habían destrozado los nervios (...) Nadie que haya vivido en Barcelona entonces o en los meses posteriores olvidará la agobiante atmósfera creada por el miedo, la sospecha, el repruebo, la censura periodística, las cárceles abarrotadas, las enormes colas para conseguir alimentos y las patrullas de hombres armados".
www.jesuslainz.es
George Orwell, rebelión en la pocilga
Orwell: " Mientras esperaba a que me examinaran, en la sala de cirugía se llevaba a cabo alguna espantosa operación sin anestesia, por motivos que ignoro. La operación se prolongó muchísimo, los alaridos se sucedían y, cuando entré allí, había sillas tiradas por el suelo y charcos de orina y sangre por todas partes".
"Permanentemente se tenía la estremecedora sensación de que uno podía ser denunciado a la policía secreta por quien hasta entonces había sido un amigo. La larga pesadilla de la lucha, el estrépito, la falta de comida y de sueño, la mezcla de tensión y aburrimiento de las horas pasadas en la azotea preguntándome si al minuto siguiente recibiría un balazo o me vería obligado a disparar, me habían destrozado los nervios (...) Nadie que haya vivido en Barcelona entonces o en los meses posteriores olvidará la agobiante atmósfera creada por el miedo, la sospecha, el repruebo, la censura periodística, las cárceles abarrotadas, las enormes colas para conseguir alimentos y las patrullas de hombres armados".
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George Orwell, rebelión en la pocilga
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