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Será en Octubre
Brais, el chico trans que ha decidido congelar sus ovocitos: «En el futuro quiero ser padre gestante»
Brais Fernández es el primer transexual gallego que logra conservar sus óvulos a través de la sanidad pública para poder tener un hijo el día de mañana
CAPOTILLO
MARTA OTERO
REDACCIÓN 14/09/2020 14:32 H
Cada persona sabe a qué genero pertenece sobre los cuatro años. Brais Fernández define así los difíciles primeros años de un niño trans. «Tu infancia consiste en decir: ‘bueno, no encajo aquí, a ver cómo me arreglo hasta encajar». Ser un niño «muy masculino» le trajo problemas siempre en el colegio, hasta que a los 16 años decidió salir del armario, por suerte, con el apoyo de su familia. «El resto —explica— fue dar vueltas por el sistema educativo, el médico, el judicial...». Y se encontró un mar de prejuicios. «No es que la gente no quiera apoyar a las personas trans —dice— es que no tiene formación ni información sobre ello. Los referentes que tienen son como el de la Veneno y no nos ven como una realidad tangible».
A su lado estuvo siempre su compañera de batallas, su madre, Vanesa, que fue la primera que le apoyó en el momento que decidió congelar sus ovocitos con la idea de ser padre en el futuro. «Yo quiero ser padre gestante —cuenta—, y cuando la endocrina me dio la opción de congelar los ovocitos por si el tratamiento de testosterona me quitaba posibilidades de fertilidad, ni me lo pensé. Y estoy muy contento».
Pero no fue una lucha fácil. Vanesa recuerda que cuando acudieron al ginecólogo «se pensaba que yo era la paciente, y cuando le dije que mirara la historia no sabía qué hacer ni cómo dirigirse a Brais, le llamaba criatura».
Elsa, una niña trans de 8 años: «Tengo el derecho a ser llamada como yo me siento»
En un principio la solicitud para congelar ovocitos fue denegada, pero juntos acudieron a la asociación Arelas y se pusieron manos a la obra. Con la ayuda del abogado Miguel Vieito lograron presentar los argumentos legales para conseguirlo. «Un dos problemas que enfrontabamos é que, a diferenza doutras comunidades como Valencia, Galicia non ten unha norma específica e tíñamos que xogar co panorama lexislativo estatal». Peinaron normas, rebuscaron en la jurisprudencia reciente y lograron presentar 22 folios de razones a su favor. «Eles (por el Sergas) admitiron que o que dicíamos tiña sentido e que encaixaba dentro da norma, e por iso se permitiu».
Les derivaron a una clínica privada en Vigo y allí le extrajeron 27 ovocitos, de los que finalmente se congelaron 22. «Llevó muy bien todo el proceso —asegura Vanesa—, me sorprendió porque tiene mucho aguante, pero también influye que allí nos trataron estupendamente y si te tratan bien estás mejor».
Madre e hijo están ahora felices. «Nosotros vivimos todas las batallas que ganamos con mucha ilusión, no solo por ganarlas, porque es lo que tu quieres y lo estás consiguiendo, lo disfrutamos mucho», dice Vanesa. Brais también cree que es una lucha recompensada y no tiene miedo de tomar en el futuro la valiente decisión de ser padre gestante. «Yo no soy el primero en nada —afirma—. Sé que va a haber un montón de gente en España que está dispuesta a darme toda la información, porque nos apoyamos unos a otros. Yo conozco padres que están gestando ahora mismo y me parece superbonito». Sobre el rechazo y los prejuicios sabe que «en todas partes te vas a encontrar gente que no tiene ni idea del tema y que va a meter la pata contigo».
Desde la asociación Arelas creen que es importante dar visibilidad a estos casos, para normalizar la situación de las personas trans. Y Brais quiere animar también a quienes puedan estar en su situación. «Salir del armario como trans lleva su tiempo, pero yo no tendría miedo a identificarme con un género que no me fue asignado al nacer, para mí fue casi la mejor decisión de mi vida. Hay un montón de gente que te va a apoyar y, aunque no suele hacerse, si quieres sí que puedes volver atrás».
«Yo le digo: si algún día te quedas embarazado, nosotros con la cabeza bien alta y yo superfeliz de ser abuela»
Apoyar a un hijo es lo más importante para cualquier madre o padre, también para los de la asociación Arelas, que luchan por la normalización de los chicos y chicas trans. «Lo que queremos es que nuestros hijos sean buenas personas y felices. Lo que puedan decir me da igual», dice Vanesa, que no puede entender la intolerancia de muchos: «Cada uno que viva su vida y ya está. Yo a veces digo: ‘¿pero a ti qué te importa?'». Ella es consciente de que si su hijo es algún día padre gestante en el futuro se encontrará con el rechazo de muchos. «Yo le digo, si algún día te quedas embarazado sabes que va a ser un bombazo, pero nosotros con la cabeza bien alta y yo superfeliz de ser abuela y orgullosísima de él, primero, por lo valiente que es», sentencia Vanesa.
Para esta madre, lo peor es lo que los niños como Brais tienen que vivir siendo muy pequeños. «Son muchas batallas que tienen que librar, y la realidad es que son niños. Lo que tienen que pasar no lo sabe la gente cuando dicen que es un capricho o que están confundidos. Es que no tienen ni idea. Las miradas, los pasos legales, que te marean. No es un capricho, por eso reclamamos tanto una ley trans en condiciones, tanto para adultos como para menores. Porque es necesario que esté legislado y que tu vida no dependa de quien te toque, de que esa persona sea un profesional de verdad o una persona que se guíe por sus prejuicios».
Recuerda que «hay niños que para ir al endocrino tienen que pasar por salud mental, y como el de salud mental decida que no vas al endocrino pues estás estancado ahí, y en el fondo dependes de la persona que te atienda en cada sitio».
Para Vanesa, compartir el caso de Brais es dar visibilidad a este colectivo, «porque hay muchos chicos o chicas trans que quisieran ser papás y no saben que tienen esta opción». La idea de que un chico trans sea padre, explica Brais, también «es abrir la puerta a una sociedad más abierta con un nuevo tipo de educación y de inteligencia emocional. Y también es normalizar, que es lo que nos hace falta».
Brais Fernández es el primer transexual gallego que logra conservar sus óvulos a través de la sanidad pública para poder tener un hijo el día de mañana
CAPOTILLOMARTA OTERO
REDACCIÓN 14/09/2020 14:32 H
Cada persona sabe a qué genero pertenece sobre los cuatro años. Brais Fernández define así los difíciles primeros años de un niño trans. «Tu infancia consiste en decir: ‘bueno, no encajo aquí, a ver cómo me arreglo hasta encajar». Ser un niño «muy masculino» le trajo problemas siempre en el colegio, hasta que a los 16 años decidió salir del armario, por suerte, con el apoyo de su familia. «El resto —explica— fue dar vueltas por el sistema educativo, el médico, el judicial...». Y se encontró un mar de prejuicios. «No es que la gente no quiera apoyar a las personas trans —dice— es que no tiene formación ni información sobre ello. Los referentes que tienen son como el de la Veneno y no nos ven como una realidad tangible».
A su lado estuvo siempre su compañera de batallas, su madre, Vanesa, que fue la primera que le apoyó en el momento que decidió congelar sus ovocitos con la idea de ser padre en el futuro. «Yo quiero ser padre gestante —cuenta—, y cuando la endocrina me dio la opción de congelar los ovocitos por si el tratamiento de testosterona me quitaba posibilidades de fertilidad, ni me lo pensé. Y estoy muy contento».
Pero no fue una lucha fácil. Vanesa recuerda que cuando acudieron al ginecólogo «se pensaba que yo era la paciente, y cuando le dije que mirara la historia no sabía qué hacer ni cómo dirigirse a Brais, le llamaba criatura».
Elsa, una niña trans de 8 años: «Tengo el derecho a ser llamada como yo me siento»En un principio la solicitud para congelar ovocitos fue denegada, pero juntos acudieron a la asociación Arelas y se pusieron manos a la obra. Con la ayuda del abogado Miguel Vieito lograron presentar los argumentos legales para conseguirlo. «Un dos problemas que enfrontabamos é que, a diferenza doutras comunidades como Valencia, Galicia non ten unha norma específica e tíñamos que xogar co panorama lexislativo estatal». Peinaron normas, rebuscaron en la jurisprudencia reciente y lograron presentar 22 folios de razones a su favor. «Eles (por el Sergas) admitiron que o que dicíamos tiña sentido e que encaixaba dentro da norma, e por iso se permitiu».
Les derivaron a una clínica privada en Vigo y allí le extrajeron 27 ovocitos, de los que finalmente se congelaron 22. «Llevó muy bien todo el proceso —asegura Vanesa—, me sorprendió porque tiene mucho aguante, pero también influye que allí nos trataron estupendamente y si te tratan bien estás mejor».
Madre e hijo están ahora felices. «Nosotros vivimos todas las batallas que ganamos con mucha ilusión, no solo por ganarlas, porque es lo que tu quieres y lo estás consiguiendo, lo disfrutamos mucho», dice Vanesa. Brais también cree que es una lucha recompensada y no tiene miedo de tomar en el futuro la valiente decisión de ser padre gestante. «Yo no soy el primero en nada —afirma—. Sé que va a haber un montón de gente en España que está dispuesta a darme toda la información, porque nos apoyamos unos a otros. Yo conozco padres que están gestando ahora mismo y me parece superbonito». Sobre el rechazo y los prejuicios sabe que «en todas partes te vas a encontrar gente que no tiene ni idea del tema y que va a meter la pata contigo».
Desde la asociación Arelas creen que es importante dar visibilidad a estos casos, para normalizar la situación de las personas trans. Y Brais quiere animar también a quienes puedan estar en su situación. «Salir del armario como trans lleva su tiempo, pero yo no tendría miedo a identificarme con un género que no me fue asignado al nacer, para mí fue casi la mejor decisión de mi vida. Hay un montón de gente que te va a apoyar y, aunque no suele hacerse, si quieres sí que puedes volver atrás».
«Yo le digo: si algún día te quedas embarazado, nosotros con la cabeza bien alta y yo superfeliz de ser abuela»
Apoyar a un hijo es lo más importante para cualquier madre o padre, también para los de la asociación Arelas, que luchan por la normalización de los chicos y chicas trans. «Lo que queremos es que nuestros hijos sean buenas personas y felices. Lo que puedan decir me da igual», dice Vanesa, que no puede entender la intolerancia de muchos: «Cada uno que viva su vida y ya está. Yo a veces digo: ‘¿pero a ti qué te importa?'». Ella es consciente de que si su hijo es algún día padre gestante en el futuro se encontrará con el rechazo de muchos. «Yo le digo, si algún día te quedas embarazado sabes que va a ser un bombazo, pero nosotros con la cabeza bien alta y yo superfeliz de ser abuela y orgullosísima de él, primero, por lo valiente que es», sentencia Vanesa.
Para esta madre, lo peor es lo que los niños como Brais tienen que vivir siendo muy pequeños. «Son muchas batallas que tienen que librar, y la realidad es que son niños. Lo que tienen que pasar no lo sabe la gente cuando dicen que es un capricho o que están confundidos. Es que no tienen ni idea. Las miradas, los pasos legales, que te marean. No es un capricho, por eso reclamamos tanto una ley trans en condiciones, tanto para adultos como para menores. Porque es necesario que esté legislado y que tu vida no dependa de quien te toque, de que esa persona sea un profesional de verdad o una persona que se guíe por sus prejuicios».
Recuerda que «hay niños que para ir al endocrino tienen que pasar por salud mental, y como el de salud mental decida que no vas al endocrino pues estás estancado ahí, y en el fondo dependes de la persona que te atienda en cada sitio».
Para Vanesa, compartir el caso de Brais es dar visibilidad a este colectivo, «porque hay muchos chicos o chicas trans que quisieran ser papás y no saben que tienen esta opción». La idea de que un chico trans sea padre, explica Brais, también «es abrir la puerta a una sociedad más abierta con un nuevo tipo de educación y de inteligencia emocional. Y también es normalizar, que es lo que nos hace falta».
