Ex-dueños de salones recreativos de los 80 y 90 cuentan lo "lucrativo" que era el negocio

Vlad_Empalador

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Las primeras palabras de un hijo, los besos de los quince años, las tardes de los años ochenta y noventa en los salones arcade gastando compulsivamente monedas de cinco duros y urdiendo una ruta de salida que nos permitiese evitar el encontronazo con los quinquis de turno.

Momentos maravillosos que no duran más de lo que tienen que durar. Su belleza frágil y pasajera es lo que los hace inmortales, y a ese plano tenemos vetado un segundo acceso de por vida. En el caso que nos ocupa, las tardes en Billares Jesús o Recreativas Peñismar que no volverán nunca. Duraron lo que tuvieron que durar para empadronarse en nuestra memoria. Hoy quedan sus fundadores.

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Img 4776

Eugenio Utiel sosteniendo un cuadro con fotografías de su etapa en Recreativas Denver. El cuadro de Julio Iglesias era parte de la decoración del local y del 'todo vale' ochentero.
Eugenio Utiel nació en Madrigueras (Albacete) hace ochenta y tres años. Siendo un niño su familia se trasladó a Torrent (Valencia), y en 1968, con treinta y tres, decidió abrir su propio salón de juegos en esta localidad: Recreativas Denver. Empezó, como es fácil intuir por la época, con juegos meramente analógicos. Un ping-pong, unos billares, un futbolín...

"El futbolín era lo más rentable, y además era pequeño y cabían más, el ping-pong lo quité porque era lo opuesto. En los ochenta ya llegaron las máquinas de videojuegos, y fui de los primeros del pueblo en traerlas. Llegué a tener quince. Las usaban gente de todas las edades, pero en general la clientela era algo más joven. Había muchos chavales que venían, también con las chavalitas, vacilaban y se dejaban el dinero aquí. El pinball, que era lo que más había triunfado, era más machista, los chicos no dejaban que las chicas jugasen. Con las arcade dejaban que participaran más, y yo encantado porque además era bueno para mi negocio
Moonwalk

En Torrent, la ciudad de Recreativas Denver, llegaron a coexistir siete salones de recreativas. Eugenio, a quien todavía hoy muchos vecinos llaman Denvercoloquialmente, se ufana de que el suyo fue el único en mantener a raya a cierto tipo de personas muy habituales en salones como el suyo.

"En mi salón no dejaba que se fumasen porros, y en aquellos años se fumaban más que ahora. Ni asuntos de drojas, ni siquiera que la gente apoyase la cerveza en el billar. Otros sitios sí dejaban todo eso para captar clientela, pero al final la gente dejaba de estar a gusto. Justo enfrente había un bar, el Siglo XX, en el que nos veíamos unos a otros por las cristaleras. Allí las cosas eran diferentes, se trapicheaba mucho, cada dos por tres entraba la Policía Nacional, ponía a diez o quince tíos contra la pared...
Luego había policías que venían a mi salón pero solo a jugar. Una vez me pidieron ser su confidente, yo me negué. Y me alegro, porque a los dos días los del bar me dijeron que habían visto al Inspector entrando a hablar conmigo y sabían que era para tirarme de la lengua. A otro cliente mío le dijeron que le veían mirando demasiado por el cristal hacia su bar, que como lo volvieran a pillar le iban a trocear y tirar al contenedor".
Los ochenta equivalen a nostalgia a raudales, pero también fueron dolidos.


"El Tetris y el Michael Jackson eran lo que mejor funcionaba. Primero teníamos las españolas, no funcionaban mal. El Pong también triunfó. Pero las americanas... esas sí enganchaban a la gente, sobre todo esas dos que te digo. Me costaban un dineral, pero en seis, siete, ocho meses más o menos, ya las amortizabas. Al principio las partidas eran a una peseta, luego a dos, a cinco... y así hasta a veinticinco. El auge rellenito fue entre 1985 y 1996 más o menos".

Más allá de Tetris y moonwalks, preguntamos a Denver por otras arcades exitosas. Aunque no recuerda bien los nombres, por sus descripciones podemos intuir que habla de dos: Street Fighter 2 y 1941: Counter Attack. "La de las peleas -la primera- era para chicos, sobre todo adolescentes. A la de guerra -la segunda- le tiraba gente algo más mayor. Esas dos también funcionaban muy muy bien, de hecho creo que fueron las que puse porque un amigo de Catarroja [ciudad vecina] me las recomendó pedir. "Siempre he tenido suerte y buen ojo, porque en ese momento no es que las arcade fuesen mal, pero las reemplacé casi todas por máquinas de premio".


Sobre ese buen ojo, da otra anécdota: "Algo después de que se estrenase Jurassic Park en el cine, un proveedor me ofreció la recreativa de Jurassic Park. Estuve a punto de comprarla, pero era carísima y enorme. No te sé decir el precio, pero mucho. Como era tan grande, para ponerla hubiese tenido que quitar dos. Pero como ya era el año 96 o así, al final no la compré. Si me la llegan a ofrecer cinco años antes, seguro que sí. Menos mal que no, no creo que la hubiese amortizado".

Tampoco sabe precisarnos cuál, pero cuenta que los muebles con asiento, volante y pedales arrasaban y nunca estaban vacíos. Posiblemente esté hablando del OutRun, icono de SEGA, o del Daytona USA y su impresionante cambio de transmisión manual. "Lo malo de esos, que eran de mueble grande, es que jugaba uno y seis se apoyaban para mirar sin hacer gasto [ríe]". La clásica figura del mirón que intentaba formar parte de la partida sin molestar demasiado al jugador.


Antes de que el lenguaje de barrio se desbravara por aquello del qué dirán, a esas máquinas de premio de las que habla Denver se les llamaba tragaperras. "Yo hacía lo que era bueno para el negocio. Puse un quiosco de prensa y revistas, siempre mantuve los billares de primer nivel... Y cuando llegaron, puse las máquinas de premio, muchísimo más caras y aún así muchísimo más rentables. Cada máquina me costaba medio millón de pesetas, y aparte otro medio millón de pesetas anual por la licencia de juego, que se pagaba trimestralmente. Tenía que irme a Madrid para el papeleo y todo. Y aún así... Lo más rentable".

Cuando las consolas y ordenadores hicieron que muchos dejasen de ir a los salones arcade, algunos dueños encontraron una rentabilísima alternativa en las tragaperras
La de las tragaperras fue la última etapa de Recreativas Denver, que supo pivotar rápido. Para aquella segunda mitad de los noventa, la llegada de videoconsolas a las casas y su velocidad de innovación técnica mucho mayor se cargaron por completo a los salones arcade. En el caso de Denver, se las quitó de encima antes de que llegaran realmente a devaluarse. Recuerda esos ochenta y noventa como "la mejor época de mi vida".

"Gracias al salón pude comprarme un apartamento en la playa, un BMW 520, pagar carreras a mis dos hijas... Quién me lo iba a decir a mí, un pobre diablo de un pueblo de Albacete". Hoy, Recreativas Denver es una papelería, y el Bar Siglo XX, una óptica. Ni rastro de la época de gángsters amenazando con descuartizar a los chivatos de las arcade.

Ayer Y Hoy Denver

A la izquierda, Eugenio Utiel en la puerta de Recreativas Denver a finales de los noventa. A la derecha, vista del local a día de hoy, convertido en una papelería.
Sobre los motivos del ocaso de las arcade, también preguntamos a Denver por esa subida tan marcada de precios que ha comentado y si quizás tuvo que ver en que dejase de ser un ocio tan atractivo para un público mayoritariamente adolescente. "Puede ser, pero es que el que no quería subir precios cuando todos lo hacíamos no era un empresario, hacía aquello por el amor al arte. Igual que el que siguió con las recreativas cuando llegaron en serio las máquinas de premio, la gente se dejaba muchísimo más dinero, eran personas más adultas que ya trabajaban... yo siempre miré por mi negocio".

En un pequeño pueblo de Zamora
El de Herminio Jesús Quina es un caso un poco más peculiar: centró su salón exclusivamente en máquinas arcade durante los once años que duró abierto, entre 1988 y 1999. La localización también fue peculiar: Villaralbo, un pueblo de menos de dos mil habitantes a cinco kilómetros de Zamora, a menos de una hora de Portugal.

Era relativamente habitual que en sus primeros días las máquinas se llenaran de monedas para la sorpresa de sus propietarios, que no planeaban un nivel de ingresos así
"Era el único salón de la zona. Antes era un bar que llevaban mis suegros, se llamaba Mixto y dejé el mismo nombre para el salón. Salón Arcade Mixto".


No fue de los primeros, para cuando el Mixto fue la Meca de la chavalería villaralbina ya había muchas salas abiertas en el país. Pero a él le salió algo más barato, ya que las compraba estropeadas y él mismo las arreglaba.

"Era técnico y me traían muchas arcades para reparar. Cuando vi su popularidad, decidí abrir el salón. Era una forma fácil y rápida de ganar dinero". Sin entrar en detalles, apunta que fue una muy buena época económica para él por la rápida y buena aceptación que tuvo en el pueblo. Incluso pudo comprarse un coche "sin complicaciones". Una anécdota que resume aquella bonanza:

Tetrisur

"En el bar del pueblo quisieron poner una máquina arcade, yo les proporcioné una y las ganancias irían al 50% para ellos y para mí. Compré una máquina de doble pantalla, el Pong y el Tetris. Costaba sobre 500.000 pesetas. A los ocho días, el del bar me llamó preocupado diciéndome que la máquina estaba atascada y no funcionaba. Fui, la abrimos, y vi que no funcionaba porque... ¡estaba llena de monedas! Ya no cabían más. Ese día nos repartimos 320.000 pesetas entre los dos. La máquina se amortizó sola en cuestión de semanas".
En el Mixto triunfaban, sobre todo, tres arcades: Tetris, Golden Axe, y 1942. No era muy distinto al top de Denver en Torrent. "Era gracioso porque veías a los niños haciendo cola, y a lo mejor al final de la fila estaban sus padres esperando también, sobre todo para el Golden Axe". Eso, los éxitos. ¿Y los fracasos? "La que menos éxito tenía era Squash".


Al tratarse de un pueblo pequeño, cuenta, nunca tuvo problemas de conducta entre la clientela. "Tenía mi salón bien controlado, la gente me respetaba. Si alguno se pasaba con otro, le llamaba la atención y ahí se quedaba. Únicamente podía tener algún problema con el padre de algún niño problemático, pero nada más". Llegados aquí, Herminio se emociona recordando: "Era fácil hacer amistad con ellos, eran chavales que venían muchas horas, muchos días, llegué a sentir cariño por muchos. Ahora son adultos y se acuerdan de mí, alguno hasta cuenta conmigo para algunas reparaciones".

Herminio
Herminio Jesús Quina.
Cuando el salón terminó de despuntar, contrató a una persona para que se encargara de él mientras seguía con las reparaciones. Años de prosperidad a los que se puso fin justo antes de que terminara el siglo. "Ya estaba cansado, y con la llegada de ordenadores y consolas, la gente dejó de venir. Hasta entonces, la forma más fácil y sencilla de ganar dinero era montar un salón arcade".

Al igual que Denver, Herminio cuenta con cierto pesar cuál era el destino de las arcades: destruirlas en un basurero
El destino de todas sus máquinas arcade fue el que en aquella época se veía como lógico aunque hoy nos parezca una aberración sacramental: el vertedero. "No lo pensé en el momento, pero ahí fueron todas a parar, al vertedero. Las que no, las regalé. Luego vi que podía haberlas vendido y la verdad es que me arrepiento un poco".

Las arcade que se desenchufaban tenían un protocolo concreto de actuación: en primer lugar, dar de baja su licencia, algo que costaba dinero en trámites. Después, almacenarlas, algo que también costaba dinero en cuanto a espacio ocupado en un almacén. En cuanto el espacio escaseaba, esos muebles enfilaban el camino del basurero. Mantenerlas sin más era otra vía de escapa del dinero, y el nuevo milenio supuso el principio de su hundimiento.

¿Qué queda hoy del Salón Arcade Mixto? En Herminio Jesús, un recuerdo. En el local, una licorería.

X Futbolines Y Nicotina

Los salones arcade que llegaron a España en los ochenta y los noventa solían compartir patrón. No había guía oficial alguna, sino unas meras líneas maestras que se dibujaban espontáneamente en la cabeza de sus fundadores y solían coincidir en las de todos, como las sensaciones inducidas de los magos. Especialmente si acotamos el término "salones arcade" a los que llevaban en el letrero el nombre de pila de su propietario o intentos de amalgama del nombre de la ciudad -o pueblo- con algún anglicismo, tan exótico en aquella época. "Recreativas Cabo de Palos Park". Los de barrio siempre fueron más auténticos que los del centro de grandes ciudades o centros comerciales, más burgueses, menos decadentes.

Imagen: Arcade Vintage.
Imagen: Arcade Vintage.
Imagen: Arcade Vintage.
Imagen: Arcade Vintage.
El esquema habitual era más o menos así:

  • Nula decoración por las paredes. Si el propietario tenía cierta devoción por los videojuegos (algo que nunca fue un requisito), quizás podíamos encontrar algunos pósters en las paredes. Poco más.
  • Iluminación artificial perenne y nula o casi nula iluminación natural. Una forma tan añeja como efectiva de optimizar el espacio (paredes completamente tapadas por objetos parte del negocio, no ventanales) y a la vez de retener más tiempo a la clientela, incapaz de detectar por la iluminación qué hora es.
  • Futbolín a la vista desde la caja, una medida destinada a evitar los clásicos papeles de periódico taponando los agujeros de las porterías para hacer interminables las partidas, cuando no se volcaba directamente el futbolín completo para sacar las bolas y tocar las ídems al encargado de turno que se las veía para darle la vuelta de nuevo. Además, el futbolín podía ser un punto de conflicto más habitual que las máquinas.
  • Como fondo del escenario, una neblina permanente de humo de tabaco(cuando no de algo más), venta de chucherías y bebidas sobre todo desde que el negocio empezó a ir a la baja, y algunas pintadas sobre las máquinas. Lo habitual era aprovechar para llamar "fruta" a alguna moza del pueblo, cagarse en los muertos del encargado de la sala y otras lindeces muy dadas en aquel entonces a acabar estampadas en el mobiliario.
Arcade 80s
 

mol

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Nostalgia a raudales !! Que tiempos aquellos, el primer parrafo lo describe perfectamente. Anda que no habia que tener cuidao en salir de los recreativos, porque los tanos andaban pululando por alli e iban a por tus moneditas valiosisimas de cien pesetas !
 
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Vlad_Empalador

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Palilleros semianalfabetos haciendose de oro en una epoca de bonanza economica...... Como los pisitos, una epoca que no volvera....
Para goce y disfrute de todos los nacidos en los 70 y 80...Además hablamos de una Ejpaña en que no todos tenían consola u ordenador en casa, y las recreativas te permitían "tener videojuegos" por unos minutos echando cinco duros.

Por cierto, España fue una potencia en el sector, la inmensa mayoría de los muebles que se veían eran fabricados en España por empresas familiares (los originales de SEGA, Capcom, etc valían un pastizal inasumible para los dueños de salones de barrio o bares Paco).

Como anécdota también decir que España era una potencia en la falsificación de juegos, como en el caso de los muebles las placas originales eran carísimas y se hacían copias piratas masivas en una empresa del Levante.
 

Vlad_Empalador

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totalmente de acuerdo, pero no quita que fueran emprendedores .... muy cutre y casposo ..... y es la base de la españa actual
En la mayoría de países las salas de juego eran propiedad de empresas multinacionales tipo Blockbuster, SEGA, rllos así. Aquí en España casi todas eran negocios familiares.
 

Titomadrid

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Nostalgia a raudales !! Que tiempos aquellos, el primer parrafo lo describe perfectamente. Anda que no habia que tener cuidao en salir de los recreativos, porque los tanos andaban pululando por alli e iban a por tus modenitas valiosisimas de cien pesetas !
Efectivamente, que nostalgia!!! Yo creo que no he tenido ni tendré mayor adiccion en mi vida que esa, la paga semanal ahí no duraba ni medio asalto.

Recuerdo momentos épicos, cuando el típico súper fenómeno se ponía a jugar y acababa el juego, o simplemente llegaba a pantallas a las que no había llegado ni Dios, que todo el mundo iba corriendo a verlo, se arremolinaba la gente en torno a la máquina y habían palos por los sitios jajajaja

Enorme! De todas formas los que se hicieron ricos fueron los de las tragaperras, no los de los Salones tipo Arcade.
 

Vlad_Empalador

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Palilleros semianalfabetos haciendose de oro en una epoca de bonanza economica...... Como los pisitos, una epoca que no volvera....
ëpoca de bonanza? El auge de los recreativos coincidió con el desmantelamiento de la industria en los 80 y las crisis económicas de principios de los 90. Más bien fueron una vía de escape de la juventud para olvidar problemas (y más sano que el jaco, huelga decir)
 

Vlad_Empalador

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Efectivamente, que nostalgia!!! Yo creo que no he tenido ni tendré mayor adiccion en mi vida que esa, la paga semanal ahí no duraba ni medio asalto.

Recuerdo momentos épicos, cuando el típico súper fenómeno se ponía a jugar y acababa el juego, o simplemente llegaba a pantallas a las que no había llegado ni Dios, que todo el mundo iba corriendo a verlo, se arremolinaba la gente en torno a la máquina y habían palos por los sitios jajajaja

Enorme! De todas formas los que se hicieron ricos fueron los de las tragaperras, no los de los Salones tipo Arcade.
Normalmente todas las salas tenían de los dos tipos.
 

cannavico

Take a walk on the north side
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Anda que no eché horas yo en mis años mozos...

Una de las más clásicas era el gitanillo que te pedía 5 duros para coger el autobús...