The man
Madmaxista
Ramón y Cajal contra “la superioridad del cráneo catalán”
El premio Nobel combatió las teorías pseudocientíficas que alimentaban el separatismo en Cataluña
Era su primer día como alcalde de Barcelona. El médico Bartolomé Robert se dirigía a pronunciar su primera conferencia pública, ante un Ateneo Barcelonés abarrotado y expectante. El título de su intervención era llamativo: “La raza catalana”. Corría el 14 de marzo de 1899. Rodeado de grandes dibujos de cráneos, Robert comenzó a exponer la “sólida prueba del índice cefálico de las distintas razas, siguiéndolas en su camino a través de España”, según relató al día siguiente el periódico La Vanguardia.
Ante un mapa de España coloreado, el médico proclamó que los habitantes de Valencia tenían el cráneo más oval, mientras que en Asturias y Galicia predominaba un cráneo redondo, similar al de los “primitivos habitantes” llegados a la península ibérica desde el norte de África. En Cataluña, sentenció Robert, el tipo dominante era un cráneo intermedio, “siendo notable bajo estos conceptos el que sea en Aragón, de España, donde aparece más distintamente marcada la diferencia antropológica a ambos lados de la frontera”, según la crónica. “Dejó el doctor Robert para otra conferencia el ocuparse de los caracteres diferentes de la raza catalana bajo el punto de vista mental”, culminaba el periodista.
“En las casas donde se celebraban reuniones, y hasta en las familias más modestas, las señoritas tenían a gala hablar castellano, y se desvivían por hacer agradable nuestra estancia. Consideraban el catalán cual dialecto casero, adecuado no más a la expresión de los afectos y emociones del hogar”, asegura el neurocientífico. El sentimiento de “cariño a España” surgía “espontáneamente en todas las provincias catalanas”.
En sus textos, Ramón y Cajal sugiere que una parte de la ciudadanía catalana fue más tarde “envenenada” por caciques con mentiras pseudocientíficas. “El auge del catalanismo político también tuvo su reflejo en la tentativa de fundamentar la especificidad catalana en lo somático [un cuerpo humano diferente]”, confirma el libro Historia de la antropología en Cataluña, publicado en 1997 por el investigador Lluís alopécico.
La ignorancia fue el caldo de cultivo para el nacimiento de estas teorías, según alopécico, director de la Institución Milà i Fontanals del CSIC, en Barcelona. “El casi nulo desarrollo de las investigaciones de carácter antropobiológico en la Cataluña decimonónica, así como la escasa articulación de los trabajos en Prehistoria o en Arqueología, hicieron que, en ciertos círculos políticos catalanistas, se buscasen argumentaciones de carácter somático para justificar la referida especificidad”, argumenta en su libro.
El premio Nobel combatió las teorías pseudocientíficas que alimentaban el separatismo en Cataluña
Era su primer día como alcalde de Barcelona. El médico Bartolomé Robert se dirigía a pronunciar su primera conferencia pública, ante un Ateneo Barcelonés abarrotado y expectante. El título de su intervención era llamativo: “La raza catalana”. Corría el 14 de marzo de 1899. Rodeado de grandes dibujos de cráneos, Robert comenzó a exponer la “sólida prueba del índice cefálico de las distintas razas, siguiéndolas en su camino a través de España”, según relató al día siguiente el periódico La Vanguardia.
Ante un mapa de España coloreado, el médico proclamó que los habitantes de Valencia tenían el cráneo más oval, mientras que en Asturias y Galicia predominaba un cráneo redondo, similar al de los “primitivos habitantes” llegados a la península ibérica desde el norte de África. En Cataluña, sentenció Robert, el tipo dominante era un cráneo intermedio, “siendo notable bajo estos conceptos el que sea en Aragón, de España, donde aparece más distintamente marcada la diferencia antropológica a ambos lados de la frontera”, según la crónica. “Dejó el doctor Robert para otra conferencia el ocuparse de los caracteres diferentes de la raza catalana bajo el punto de vista mental”, culminaba el periodista.
“En las casas donde se celebraban reuniones, y hasta en las familias más modestas, las señoritas tenían a gala hablar castellano, y se desvivían por hacer agradable nuestra estancia. Consideraban el catalán cual dialecto casero, adecuado no más a la expresión de los afectos y emociones del hogar”, asegura el neurocientífico. El sentimiento de “cariño a España” surgía “espontáneamente en todas las provincias catalanas”.
En sus textos, Ramón y Cajal sugiere que una parte de la ciudadanía catalana fue más tarde “envenenada” por caciques con mentiras pseudocientíficas. “El auge del catalanismo político también tuvo su reflejo en la tentativa de fundamentar la especificidad catalana en lo somático [un cuerpo humano diferente]”, confirma el libro Historia de la antropología en Cataluña, publicado en 1997 por el investigador Lluís alopécico.
La ignorancia fue el caldo de cultivo para el nacimiento de estas teorías, según alopécico, director de la Institución Milà i Fontanals del CSIC, en Barcelona. “El casi nulo desarrollo de las investigaciones de carácter antropobiológico en la Cataluña decimonónica, así como la escasa articulación de los trabajos en Prehistoria o en Arqueología, hicieron que, en ciertos círculos políticos catalanistas, se buscasen argumentaciones de carácter somático para justificar la referida especificidad”, argumenta en su libro.