Lo siento, queridos amigos, pero voy ha hacer un post de política.
Vivo en el extraradio de Barcelona. Que haya ganado España no me parece especialmente importante, creo que hay algo mucho más importante que ha pasado esta noche, que lleva pasando durante un tiempo y que aquí, que gustamos de los detalles, de los símbolos y de las dobles lecturas, debemos hacer notar y casi me veo en la obligación de ello.
No son los goles. Es ver a Piqué y Ramos abrazarse. No es el tiqui-taca, es ver a Busquets y Alonso sincronizados con la precisión de un reloj suizo, mientras Xavi y Casillas saben que han ganado más que una batalla, es ver a Iniesta hablando el mismo idioma que Silva, a Puyol en la grada sufriendo con Villa, a Negredo y Llorente brazo sobre hombro del otro sonriendo satisfechos, generosos.
Es la pequeña muestra de que a veces no gana la mezquindad, es la pequeña muestra de que aunque intenten dividir, los unos, los otros y los del medio, si una pasión por algo (aunque sea algo intrascendente como el fútbol) es lo bastante fuerte, la suma es siempre más que la resta, la generosidad es más que la envidia, la ilusión es más fuerte que el repruebo.
Perdonadme, una vez más, que hable de política. Pero podemos decidir como ver esta efeméride, distractora de problemas más graves, seguro, pero de inevitable ocurrencia en cualquier caso. Ya que ha sucedido, ya que ha distraído, ya que el principito ha hecho su papel en el palco, que Rajoy su ridículo, que los sociatas esto, que los nacionalistas lo otro, ya que ha sucedido, como digo, que un grupo de personas han ganado varias guerras psicológicas y han hecho una gesta (deportiva en estos tiempos edulcurados, pero gesta al fin y al cabo) juntos, nos quedemos al menos con lo que de bueno tiene que 20 millones de personas hayan estado viendo a 22 (21 un rato) tíos en calzoncillos corriendo detrás de un balón.
Y lo bueno es que ha ganado el bien.
Espero sepáis verlo.
Los unos y los otros.
P.D: ¿Por qué odiarán los dioses a Italia?