La crisis ya ha ocurrido, lo que viene ahora es la onda expansiva.
Esta ha sido subida de peso como una explosión termonuclear, primero llega la radiación que quema todo lo cercano y desbarata el ADN de aquello que queda en su radio de acción causando problemas que quedarán latentes durante años. Luego llega la onda expansiva, que destruye edificios y hace metralla supersónica de sus cristales. Después llega el fuego arrasando todo lo que queda en pie. El fuego y la onda expansiva desplazan enormes volúmenes de aire creando un vacío en el centro que intsantes después de que la onda expansiva haya alcanzado su límite provoca el reflujo del aire desplazado para rellenar el vacío creado en el centro de la explosión. Este aire vuelve en forma de huracán, levantando y arrastrando el polvo y las astillas a cientos de kilómetros por hora, repasando y limpiando la destrucción de forma que todo se convierte en polvo. Al llegar de nuevo al centro, como todavía hay calor, gran parte de ese aire lleno de hez se eleva a kilómetros de altura provocando lluvias de guano radioactivo que contaminarán todas las inversiones durante siglos.
No es que ya no haya futuro, es que ya no queda ni el pasado, esta ha sido la conseciuencia de la barra libre neoliberal que inició Reagan para celebrar la ruina de la URRS.