Por otro lado, y es algo que siento en mi vida más cercana y real, me estoy dando cuenta y soy consciente de la brecha social que se está creando entre medicados y no medicados. En algunos casos me he llevado una gran decepción. Al principio sentí tristeza y amargura por lo que pudiera pasarles, pero luego me di cuenta de que en el fondo todos los que participan en esta farsa, engañados o no, se merecen lo que les pase. Simplemente por extender y perpetuar el mal y el engaño. Es cuando entendí a Dios. Esa versión de Dios "cruel" y "castigadora".
Viven engañados en una ilusión. Algunos lo hacen sin convencimiento interior, pero se dejan llevar por la presión social o por lo estrictamente material. Se inventan justificaciones inverosímiles (autoengaños). Triste, y siento que muchas personas a las que quiero lo van a pasar mal. Pero me di cuenta de que en el fondo son cómplices en mayor o en menor medida de toda esta trama. Tan cómplices como el Hassan Bin Talal o el Papa Francisco. O como Satanás, incluso. No hay opción ni medias tintas. O se está en un bando o se está en otro. Siento cómo que ha comenzado una guerra.
Esas conclusiones las saqué yo hace unos pocos años, bastante antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Vi tan claro lo que venía (en general) y la dificultad de que la gran masa lo viera/entendiera que tuve claro que esto lo tendría que acabar llevando en completa soledad y casi clandestinidad.
Esa enorme brecha ya la vi insalvable entonces y tomé la determinación de desvincularme totalmente de mi vida pasada, hasta el punto de borrarme del mapa completamente para mi familia y demás, algo que todos sabéis he hecho hace tiempo.
Siempre he tenido claro que todo ese pasado iba a ser un lastre.... y además no hubiera servido de nada seguir en contacto con toda mi gente porque no se me hubiera comprendido lo más mínimo. Es tal su borreguismo que no merece por mi parte el más mínimo esfuerzo. Además de que sufriría su incomprensión y rechazo.
También tengo claro que el dolor que pueda causar en mi entorno mi desaparición forma parte de sus hojas de rutas particulares por las que Dios quiere que transcurran sus almas, con lo cual no siento el más mínimo remordimiento o culpa. Si está sucediendo asi es porque así debe ser.
Tengo claro que al único al que hay que tratar de agradar y ser leal es al Señor, nuestro verdadero y único Padre. Infinitamente por encima de todo y todos los demás. Infinitamente. Hasta el punto de que esa entrega y lealtad sea exclusiva y sin importar nada más. Ni siquiera tu propia vida. De hecho yo ya le he entregado la mia para que haga conmigo lo que considere oportuno como soldado fiel suyo en que me he constituido. Si mi final tiene que ser trágico y violento, que así sea. Porque, como tu, también tengo muy claro que esto es una guerra y que se me exige alistarme en ella para usar las armas que Dios ponga en mis manos, como por ejemplo el teclado desde el que ahora os escribo.
Le doy gracias a Dios por la maravillosa vida que me ha dado desde que dejé atrás la farsa y confusión en la que vivía antes y me acabé entregando a Él. Le doy gracias por la claridad mental, la tranquilidad y la salud que disfruto desde entonces, regalos que sé que no me van a abandonar hasta el final. Y le doy las gracias por adelantado por la enorme recompensa que me espera en forma de máxima dicha eterna con la que seré pronto recompensado, cuando todo esto acabe dentro de poco.
Os invito y animo a seguir mi ejemplo. Está en juego lo más valioso que tenemos, nuestras almas. Luchemos por ellas y por Su máximo defensor y Padre. Tenemos la victoria asegurada. Nadie antes de empezar una guerra puede tener la certeza de que la va a ganar. Nosotros si