Mateo77
Laico católico
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La investidura de Biden marca un nuevo punto de inflexión en la historia del mundo
Hace justamente un año, en Wuhan comenzaba a salir a la luz la epidemia de cobi19. Hoy, la ceremonia de investidura de Biden como presidente de EEUU es el punto final del proceso por el que se ha evidenciado la degradación de las democracias occidentales. El orden mundial post-imperial surgido tras la IIGM se basó en dos cabezas, la de EEUU y la de la URSS. De EEUU proceden los sistemas vigentes en las potencias europeas. De la URSS surge la China comunista. Las dos potencias ideológicas dan nueva forma a las dos viejas entidades imperiales (los imperios Romano y Chino). La URSS cayó y EEUU está cayendo ahora mismo, pero sus dos obras parecen listas para dar comienzo al experimento de fusionar los dos poderes imperiales, oriental y occidental, en un único gobierno de escala global. Únicamente hay constancia de otra ocasión en que se produjo algo similar: el episodio de la Torre de Babel, otro experimento unificador de la humanidad (el linaje de Adán y Eva) dejando al margen a Dios. Ahora, como en aquella ocasión, el edificio está temblando desde sus cimientos cuando parece que solo queda por edificar la cúspide que toque el cielo. Lo que está en cuestión es si es posible lograr una fraternidad universal conjugando el bien y el mal, solucionando con medios únicamente humanos el problema del pecado. Es decir, la redención de Adán, que mediante el fruto del árbol del Conocimiento llegaría a ser un dios. La otra opción, la cristiana, es la de la eliminación del mal como paso necesario para llegar a la armonía definitiva (la puerta del Juicio Final).
La imagen del asalto al Capitolio, y el despliegue militar preparado para proteger hoy la investidura en un punto icónico que evidencian la gradual transición de la democracia a una tiranía iluminista. El proceso de polarización ideológica que hemos sufrido de manera acelerada estos últimos años adquiere un nombre. Pase lo que pase hoy, este es un punto de inflexión en la historia global.
Si en 2020 una epidemia con una letalidad sorprendentemente baja ha puesto a prueba la capacidad organizativa de estados y empresas de todo el mundo, 2021 apunta a una inestabilidad política e ideológica sin precedentes. Cuando aun no se han terminado de materializar los efectos del el bichito-19 sobre la salud y la economía, la tormenta que está desatando el proceso electoral de EEUU va a trastocar el orden geopolítico mundial y el orden interno de cada estado. Protestas internas y quizá guerras, bajo un marco de depresión económica y crisis sanitaria persistente.
Cabe recordad que en la Biblia se nos muestra un proceso gradual de purificación del pecado original, con ecos de las consecuencias de este que finalmente son superadas mediante una añadidura por parte de Dios. Pentecostés prefigura la solución a la Torre de Babel y la confusión de las lenguas, y es precisamente una nueva efusión de Espíritu Santo lo que algunos están anunciando para esta época.
Hace justamente un año, en Wuhan comenzaba a salir a la luz la epidemia de cobi19. Hoy, la ceremonia de investidura de Biden como presidente de EEUU es el punto final del proceso por el que se ha evidenciado la degradación de las democracias occidentales. El orden mundial post-imperial surgido tras la IIGM se basó en dos cabezas, la de EEUU y la de la URSS. De EEUU proceden los sistemas vigentes en las potencias europeas. De la URSS surge la China comunista. Las dos potencias ideológicas dan nueva forma a las dos viejas entidades imperiales (los imperios Romano y Chino). La URSS cayó y EEUU está cayendo ahora mismo, pero sus dos obras parecen listas para dar comienzo al experimento de fusionar los dos poderes imperiales, oriental y occidental, en un único gobierno de escala global. Únicamente hay constancia de otra ocasión en que se produjo algo similar: el episodio de la Torre de Babel, otro experimento unificador de la humanidad (el linaje de Adán y Eva) dejando al margen a Dios. Ahora, como en aquella ocasión, el edificio está temblando desde sus cimientos cuando parece que solo queda por edificar la cúspide que toque el cielo. Lo que está en cuestión es si es posible lograr una fraternidad universal conjugando el bien y el mal, solucionando con medios únicamente humanos el problema del pecado. Es decir, la redención de Adán, que mediante el fruto del árbol del Conocimiento llegaría a ser un dios. La otra opción, la cristiana, es la de la eliminación del mal como paso necesario para llegar a la armonía definitiva (la puerta del Juicio Final).
La imagen del asalto al Capitolio, y el despliegue militar preparado para proteger hoy la investidura en un punto icónico que evidencian la gradual transición de la democracia a una tiranía iluminista. El proceso de polarización ideológica que hemos sufrido de manera acelerada estos últimos años adquiere un nombre. Pase lo que pase hoy, este es un punto de inflexión en la historia global.
Si en 2020 una epidemia con una letalidad sorprendentemente baja ha puesto a prueba la capacidad organizativa de estados y empresas de todo el mundo, 2021 apunta a una inestabilidad política e ideológica sin precedentes. Cuando aun no se han terminado de materializar los efectos del el bichito-19 sobre la salud y la economía, la tormenta que está desatando el proceso electoral de EEUU va a trastocar el orden geopolítico mundial y el orden interno de cada estado. Protestas internas y quizá guerras, bajo un marco de depresión económica y crisis sanitaria persistente.
Cabe recordad que en la Biblia se nos muestra un proceso gradual de purificación del pecado original, con ecos de las consecuencias de este que finalmente son superadas mediante una añadidura por parte de Dios. Pentecostés prefigura la solución a la Torre de Babel y la confusión de las lenguas, y es precisamente una nueva efusión de Espíritu Santo lo que algunos están anunciando para esta época.