Hola, de nuevo.
El futuro se torna muy complicado y preocupante. Lógicamente, nuestros gobernantes, científicos y medios de comunicación no nos lo van a exponer con esta crudeza porque, en ocasiones, la incertidumbre y el miedo generado, agrava infinitamente la situación.
¿Un año y varias banderillas aprobadas o a punto de aprobarse? ¿Qué pasa, no hay ni una sola banderilla en Occidente que sea rechazada por las autoridades sanitarias competentes?
Es un verdadero milagro. Para una banderilla tradicional se necesitan 10 años de media para, con mucha suerte, tener un resultado relativamente eficaz. Pero con estas nuevas banderillas, en un año todas superan el 90% de eficacia y son completamente seguras salvo algún efecto secundario sin excesiva transcendencia.
¿De verdad nos vamos a creer esto? Pues no queda otro remedio que “actuar como si nos lo creyésemos”. Esa es la idea. ¿Qué se esconde realmente detrás de esas idea? Pues que la evolución de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se prevé extraordinariamente compleja.
¿Son igual de buenas todas las banderillas? ¿No habrá una o unas mejores que otras? ¿Qué criterio se sigue para vacunarte de una o de otra? ¿Por qué van a convivir personas en países o regiones que se inyectarán banderillas diferentes? ¿ Son compatibles?
La respuesta es simple. La situación es de una urgencia extrema. No hay tiempo para responder esas preguntas, necesitamos meses, quizás años para ello.
La realidad de que se estén aprobando muchas banderillas experimentales en tiempo récord obedece a algo tan sencillo como que vamos a ser los ciudadanos los que actuaremos de “voluntarios forzosos” o cobayas y, a medida que transcurra el tiempo y se analicen los resultados, se irán descartando unas banderillas, potenciando otras, mejorando alguna, modificando aquella, etc.
Y así, durante tiempo, hasta que se alcance un consenso y un convencimiento sobre cuál es el modelo de banderilla o tratamiento ideal para paliar al máximo los efectos de un patógeno que estará en constante evolución. El que acuño el concepto “Nueva Normalidad” sabía bien lo que decía.
“¡Prisa! Nunca tengo prisa, no tengo tiempo.” (Igor Fiódorovich Stravinski)
Hasta otro rato. Cuidaos.