La Esperanza de Vida al Nacer tiene poco, o ningún, significado como magnitud estadística porque no se refiere a ninguna realidad sino a muchas realidades, muy diferentes, a lo largo de 100 años.
Para calcular la esperanza de vida al nacer a los españoles nacidos en 2020, se calcula su vida media esperada aplicándoles la distribución de fallecimientos por edad existente en 2020
En esa distribución figuran, por ejemplo, los que mueren con 90. Estas personas nacieron en 1930, cuando la mortalidad infantil era muy alta, tuvieron una alimentación más sana, porque eran más pobres, y los que han llegado a 2020, son los supervivientes más fuertes de aquella generación.
Al incluirlos en una estadística de 2020, estamos incluyendo una muestra muy sesgada de aquella generación: elegimos a los supervivientes más fuertes sin incluir a los bebés que murieron a los días de nacer.
La parte más baja de la distribución, con edades de digamos 20, se beneficiaron de una mortalidad infantil muy baja pero tienen nuevos vicios que provocan muertes tempranas.
Cuando un país es muy pobre, la esperanza de vida es muy baja (les mata la pobreza). Cuando un país es rico la esperanza de vida es media (les mata la obesidad, la mala vida o los infartos). Cuando un país pobre, como la España de los 30, prospera hasta hacerse rico, la esperanza de vida, temporalmente, se hace muy alta porque mezcla lo mejor de 1930, hábitos de vida sana, con lo mejor de 2000, antibióticos y sanidad moderna.
Pasada esa fase de transición, la esperanza de vida, que solo es un espejismo, vuelve a caer.