La extrema derecha, ante su oportunidad histórica y global

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Muchas de las frases del informe de Zinc Network en el que se alerta "del uso del el bichito-19 para promover una versión británica del fascismo" encajan con lo que está ocurriendo aquí

“Utilizan la esa época en el 2020 de la que yo le hablo para generar nueva relevancia, atención y apoyo a sus protestas (…) Sus tácticas son sofisticadas, y su actividad es más difícil de monitorizar, en parte por el uso de aplicaciones de mensajería privada para compartir desinformación y propaganda”.

No. No son palabras escritas para reflejar el desempeño reciente de Vox, pero son extrapolables. Muchas de las frases del informe de Zinc Network en el que se alerta “del uso del el bichito-19 para promover una versión británica del fascismo” encajan con lo que está ocurriendo aquí y en casi todo Occidente.

En cualquier caso, en términos históricos, la clave está en el presente inmediato. La esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha generado un racimo de crisis que va a poner a prueba todas las costuras de la democracia occidental. La inevitable acumulación de capas de malestar puede generar las condiciones necesarias para un golpe mortal a las sociedades liberales.

Lo están viendo así a escala global: el tiempo se acelera, las contradicciones del sistema aumentan, pueden faltar actores y recursos para dar respuesta a las demandas sociales. En definitiva, las opciones de colapso son mayores. Hay un cierto aire de revolución en este paisaje enfermo.


No es casual que las protestas se articulen precisamente en estas fechas.Ahora es cuando convergen la ansiedad por lo pasado —salud— y la inquietud por lo futuro —economía—. Y en la política, como en la vida, la oportunidad tiene mucho que ver con la puntualidad emocional. Están ocupando el espacio

“Utilizan la esa época en el 2020 de la que yo le hablo para generar nueva relevancia, atención y apoyo a sus protestas (…) Sus tácticas son sofisticadas, y su actividad es más difícil de monitorizar, en parte por el uso de aplicaciones de mensajería privada para compartir desinformación y propaganda”.
No. No son palabras escritas para reflejar el desempeño reciente de Vox, pero son extrapolables. Muchas de las frases del informe de Zinc Network en el que se alerta “del uso del el bichito-19 para promover una versión británica del fascismo” encajan con lo que está ocurriendo aquí y en casi todo Occidente.


La semejanza está en la ventaja competitiva que tienen los extremistas en el ámbito de la comunicación. Van años por delante de los partidos sistémicos, también creativamente. Hoy cuentan con más potencia de fuego, con una lectura más precisa del momento histórico y con un discurso político más corpulento. Más sencillo, más fácil de memorizar y reproducir. Más capaz de explicar cualquier ángulo de la realidad.
La diferencia está en la cúspide. Si la extrema derecha española no demuestra todavía la pegada que podría llegar a tener, es porque los dirigentes del partido verde tienen menos nivel que los de sus organizaciones hermanas. En lo formal, los representantes de Vox dejan un aroma a pijo del siglo XX. Ese rastro de clasismo levanta una barrera, porque genera distancia con las clases populares. Además, transparentan un miedo al ridículo demasiado católico, un envaramiento contrario a la naturalidad y la autenticidad que Salvini y compañía sí saben transmitir. Son cosas que pueden pulirse. La dificultad está en lo que no puede maquillarse: Abascal es un líder mucho más flojo que los demás referentes de la extrema derecha europea. Al lado de cualquiera de ellos, parece un ser invertebrado, incluso menos masculino.

Abascal, a Sánchez: "Ustedes conocían la letalidad del bichito, son culpables"

En cualquier caso, en términos históricos, la clave está en el presente inmediato. La esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha generado un racimo de crisis que va a poner a prueba todas las costuras de la democracia occidental. La inevitable acumulación de capas de malestar puede generar las condiciones necesarias para un golpe mortal a las sociedades liberales.
Lo están viendo así a escala global: el tiempo se acelera, las contradicciones del sistema aumentan, pueden faltar actores y recursos para dar respuesta a las demandas sociales. En definitiva, las opciones de colapso son mayores. Hay un cierto aire de revolución en este paisaje enfermo.

No es casual que las protestas se articulen precisamente en estas fechas. Ahora es cuando convergen la ansiedad por lo pasado —salud— y la inquietud por lo futuro —economía—. Y en la política, como en la vida, la oportunidad tiene mucho que ver con la puntualidad emocional. Están ocupando el espacio.

Dolor, hartazgo, miedo, rabia, preocupación, orfandad, pesimismo, cansancio, impresión de descontrol y ganas tremendas de sol. No hay mejor momento que este para recogerlo todo en la calle. Las defensas están bajas. Ocasión para la persuasión: te han quitado lo que es tuyo y no es justo. Sé bienvenido a la tribu, tu cacerola es nuestro tambor.
Por eso, la llamada de Vox a protestar no es un caso aislado. El contagio es general, la extrema derecha está haciendo lo mismo en más lugares. Lo hemos visto en Estados Unidos, en Reino Unido, también en Alemania. El domingo, una mezcla de antivacunas y negacionistas, neonazis y antisemitas se citó a las puertas del Bundestag.


La sincronía en las calles de las distintas capitales es equiparable a la de los teléfonos móviles. En ese teatro de operaciones, se reproducen con distintas lenguas mecanismos iguales de distorsión de los hechos.

Se mantienen los resortes propagandísticos anteriores al el bichito-19, cuando las guerras culturales eran novedad —desinformación, manipulación, 'fake news', 'memes'…—. Sin embargo, cada vez más, pueden apreciarse señales de entrada en otra fase destinada a desconectar al individuo de la lógica democrática. A través de las redes, la extrema derecha está poniendo los pilares de un ecosistema cultural que despoja al ser humano del pensamiento crítico mientras inyecta victimismo, paranoia y repruebo al diferente.

El peso de las teorías de la conspiración es cada vez mayor —todo lo chino, las redes 5G, Bill Gates, Soros…—. Esa lógica narrativa es paralela a la realidad, pero funciona. Funciona porque ofrece un puente para que las clases populares y las menguantes clases medias vayan desalojando el hábitat constitucional. Mientras tanto, los pijos del siglo XXI no se enteran de nada.

Primero, demuestran una falta de empatía que aumenta la sensación de abandono. Hay muchos españoles pasando hambre, pero las colas para tener pan no están presentes en el debate nacional. Hay muchos micrófonos en el barrio de Salamanca, pero las cámaras no están en los barrios que antes se llamaban obreros y que están golpeando las cacerolas con más fuerza porque el malestar es allí más de verdad. Calcan los de Vox el mensaje de los de Le Pen: “la izquierda está desconectada de la realidad”.

Segundo, desprotegen hasta los valores, descuidan hasta las palabras que más importan. Si las movilizaciones de aquí —como en otros países— giran en torno a la palabra 'libertad', es porque nadie planta cara a esa apropiación cultural. La palabra 'libertad' es valiosa, tan valiosa, que hasta puede dar fuerza y nobleza a ideas que son contrarias a ella.

Tercero, los pijos del XXI no asumen lo que no se puede negar. El populismo acierta al señalar que las élites de España han fallado a los españoles. Lo hicieron después de 2008 y pueden volver a hacerlo a partir de 2020. El sentimiento de traición no está injustificado.

Todavía es posible evitarlo. Estamos a tiempo. A ver si nos damos cuenta, de una maldita de vez, de que la democracia se defiende generando encuentros y no enfrentamientos. El combate político no es entre trincheras, así es como la extrema derecha acaba comiéndote el terreno. El enemigo es el dolor, la extrema derecha solo es un adversario oportunista. Luchar contra el sufrimiento es la única manera de tronchar a quien quiere parasitarlo.
 

t_chip

Facilisimo
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Muchas de las frases del informe de Zinc Network en el que se alerta "del uso del el bichito-19 para promover una versión británica del fascismo" encajan con lo que está ocurriendo aquí

“Utilizan la esa época en el 2020 de la que yo le hablo para generar nueva relevancia, atención y apoyo a sus protestas (…) Sus tácticas son sofisticadas, y su actividad es más difícil de monitorizar, en parte por el uso de aplicaciones de mensajería privada para compartir desinformación y propaganda”.

No. No son palabras escritas para reflejar el desempeño reciente de Vox, pero son extrapolables. Muchas de las frases del informe de Zinc Network en el que se alerta “del uso del el bichito-19 para promover una versión británica del fascismo” encajan con lo que está ocurriendo aquí y en casi todo Occidente.

En cualquier caso, en términos históricos, la clave está en el presente inmediato. La esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha generado un racimo de crisis que va a poner a prueba todas las costuras de la democracia occidental. La inevitable acumulación de capas de malestar puede generar las condiciones necesarias para un golpe mortal a las sociedades liberales.

Lo están viendo así a escala global: el tiempo se acelera, las contradicciones del sistema aumentan, pueden faltar actores y recursos para dar respuesta a las demandas sociales. En definitiva, las opciones de colapso son mayores. Hay un cierto aire de revolución en este paisaje enfermo.


No es casual que las protestas se articulen precisamente en estas fechas.Ahora es cuando convergen la ansiedad por lo pasado —salud— y la inquietud por lo futuro —economía—. Y en la política, como en la vida, la oportunidad tiene mucho que ver con la puntualidad emocional. Están ocupando el espacio

“Utilizan la esa época en el 2020 de la que yo le hablo para generar nueva relevancia, atención y apoyo a sus protestas (…) Sus tácticas son sofisticadas, y su actividad es más difícil de monitorizar, en parte por el uso de aplicaciones de mensajería privada para compartir desinformación y propaganda”.
No. No son palabras escritas para reflejar el desempeño reciente de Vox, pero son extrapolables. Muchas de las frases del informe de Zinc Network en el que se alerta “del uso del el bichito-19 para promover una versión británica del fascismo” encajan con lo que está ocurriendo aquí y en casi todo Occidente.


La semejanza está en la ventaja competitiva que tienen los extremistas en el ámbito de la comunicación. Van años por delante de los partidos sistémicos, también creativamente. Hoy cuentan con más potencia de fuego, con una lectura más precisa del momento histórico y con un discurso político más corpulento. Más sencillo, más fácil de memorizar y reproducir. Más capaz de explicar cualquier ángulo de la realidad.
La diferencia está en la cúspide. Si la extrema derecha española no demuestra todavía la pegada que podría llegar a tener, es porque los dirigentes del partido verde tienen menos nivel que los de sus organizaciones hermanas. En lo formal, los representantes de Vox dejan un aroma a pijo del siglo XX. Ese rastro de clasismo levanta una barrera, porque genera distancia con las clases populares. Además, transparentan un miedo al ridículo demasiado católico, un envaramiento contrario a la naturalidad y la autenticidad que Salvini y compañía sí saben transmitir. Son cosas que pueden pulirse. La dificultad está en lo que no puede maquillarse: Abascal es un líder mucho más flojo que los demás referentes de la extrema derecha europea. Al lado de cualquiera de ellos, parece un ser invertebrado, incluso menos masculino.

Abascal, a Sánchez: "Ustedes conocían la letalidad del bichito, son culpables"

En cualquier caso, en términos históricos, la clave está en el presente inmediato. La esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha generado un racimo de crisis que va a poner a prueba todas las costuras de la democracia occidental. La inevitable acumulación de capas de malestar puede generar las condiciones necesarias para un golpe mortal a las sociedades liberales.
Lo están viendo así a escala global: el tiempo se acelera, las contradicciones del sistema aumentan, pueden faltar actores y recursos para dar respuesta a las demandas sociales. En definitiva, las opciones de colapso son mayores. Hay un cierto aire de revolución en este paisaje enfermo.

No es casual que las protestas se articulen precisamente en estas fechas. Ahora es cuando convergen la ansiedad por lo pasado —salud— y la inquietud por lo futuro —economía—. Y en la política, como en la vida, la oportunidad tiene mucho que ver con la puntualidad emocional. Están ocupando el espacio.

Dolor, hartazgo, miedo, rabia, preocupación, orfandad, pesimismo, cansancio, impresión de descontrol y ganas tremendas de sol. No hay mejor momento que este para recogerlo todo en la calle. Las defensas están bajas. Ocasión para la persuasión: te han quitado lo que es tuyo y no es justo. Sé bienvenido a la tribu, tu cacerola es nuestro tambor.
Por eso, la llamada de Vox a protestar no es un caso aislado. El contagio es general, la extrema derecha está haciendo lo mismo en más lugares. Lo hemos visto en Estados Unidos, en Reino Unido, también en Alemania. El domingo, una mezcla de antivacunas y negacionistas, neonazis y antisemitas se citó a las puertas del Bundestag.


La sincronía en las calles de las distintas capitales es equiparable a la de los teléfonos móviles. En ese teatro de operaciones, se reproducen con distintas lenguas mecanismos iguales de distorsión de los hechos.

Se mantienen los resortes propagandísticos anteriores al el bichito-19, cuando las guerras culturales eran novedad —desinformación, manipulación, 'fake news', 'memes'…—. Sin embargo, cada vez más, pueden apreciarse señales de entrada en otra fase destinada a desconectar al individuo de la lógica democrática. A través de las redes, la extrema derecha está poniendo los pilares de un ecosistema cultural que despoja al ser humano del pensamiento crítico mientras inyecta victimismo, paranoia y repruebo al diferente.

El peso de las teorías de la conspiración es cada vez mayor —todo lo chino, las redes 5G, Bill Gates, Soros…—. Esa lógica narrativa es paralela a la realidad, pero funciona. Funciona porque ofrece un puente para que las clases populares y las menguantes clases medias vayan desalojando el hábitat constitucional. Mientras tanto, los pijos del siglo XXI no se enteran de nada.

Primero, demuestran una falta de empatía que aumenta la sensación de abandono. Hay muchos españoles pasando hambre, pero las colas para tener pan no están presentes en el debate nacional. Hay muchos micrófonos en el barrio de Salamanca, pero las cámaras no están en los barrios que antes se llamaban obreros y que están golpeando las cacerolas con más fuerza porque el malestar es allí más de verdad. Calcan los de Vox el mensaje de los de Le Pen: “la izquierda está desconectada de la realidad”.

Segundo, desprotegen hasta los valores, descuidan hasta las palabras que más importan. Si las movilizaciones de aquí —como en otros países— giran en torno a la palabra 'libertad', es porque nadie planta cara a esa apropiación cultural. La palabra 'libertad' es valiosa, tan valiosa, que hasta puede dar fuerza y nobleza a ideas que son contrarias a ella.

Tercero, los pijos del XXI no asumen lo que no se puede negar. El populismo acierta al señalar que las élites de España han fallado a los españoles. Lo hicieron después de 2008 y pueden volver a hacerlo a partir de 2020. El sentimiento de traición no está injustificado.

Todavía es posible evitarlo. Estamos a tiempo. A ver si nos damos cuenta, de una maldita de vez, de que la democracia se defiende generando encuentros y no enfrentamientos. El combate político no es entre trincheras, así es como la extrema derecha acaba comiéndote el terreno. El enemigo es el dolor, la extrema derecha solo es un adversario oportunista. Luchar contra el sufrimiento es la única manera de tronchar a quien quiere parasitarlo.
Ejtremah dereschah.....gñe......gil-ler.....gñe....frankoh......gñe....faschah.....gñeeeee
 
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Ahora entran los ignorados de hace mucho y todavía no se enteran. Menudo nivel.doh!

Edito.: me refiero a ese "tchips" que no aporta nada de na.
 
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La gente protesta porque sabe que el bichito es una excusa que emplea el gobierno criminal para arruinarles y eliminar derechos fundamentales

no se protesta porque vox lo diga
El gobierno ha encerrado gente sana y ha implantado una dictadura.

PD. El lenguaje periodistico es pura neolengua panfletaria
También hay gente de izquierdas mosqueados con la gestión del gobierno, pero para esto no hace falta espaciar el bichito por toda la calle tocando el tambor con fervor. (entre otras cosas) Pero mañana, por fin, ya podéis protestar masivamente contra este régimen totalitario. sonrisa:
 

t_chip

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También hay gente de izquierdas mosqueados con la gestión del gobierno, pero para esto no hace falta espaciar el bichito por toda la calle tocando el tambor con fervor. (entre otras cosas) Pero mañana, por fin, ya podéis protestar masivamente contra este régimen totalitario. sonrisa:
Limpiate la boca. Se te cae por las comisuras la leche del viruelo.
 

Bender32

Himbersor
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Si la extrema derecha española no demuestra todavía la pegada que podría llegar a tener, es porque los dirigentes del partido verde tienen menos nivel que los de sus organizaciones hermanas. En lo formal, los representantes de Vox dejan un aroma a pijo del siglo XX. Ese rastro de clasismo levanta una barrera, porque genera distancia con las clases populares. Además, transparentan un miedo al ridículo demasiado católico, un envaramiento contrario a la naturalidad y la autenticidad que Salvini y compañía sí saben transmitir. Son cosas que pueden pulirse. La dificultad está en lo que no puede maquillarse: Abascal es un líder mucho más flojo que los demás referentes de la extrema derecha europea. Al lado de cualquiera de ellos, parece un ser invertebrado,
Es lo positivo de españa ,que sus Muy de derechas son rancios y badulaques como bien recoge el articulo.

El facherio español es lameculo de las elites.No es comparable a salvinis y Le Pens.Por eso es muy dificicil que sean una amenaza.De hecho es una bendicion que la extrema derecha se dividiera.

Han dado el gobierno a la izquierda,y estan en proceso de convertir a Ciudadanos y sectores derechistas del PP en sus siguientes victimas.

Es lo que pasa cuando crias cuervos.
 

brotes_verdes

Será en Octubre
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No entiendo ese articulo

El bichito es solo una gripe ¿SI o NO?

El bichito se soluciona lavandose mucho las manos ¿SI o NO?

Las mascaras son contraproducentes ¿SI o NO?

Eso decia el gobierno hace cuatro dias. A lo mejor mañana por la tarde el gobierno hace obligatorio el tocar las cacerolas.

Este es un gobierno de badulaques con estudios de pinta y colorea y tenemos una oposicion tambien con pinta y colorea. Ese es el gran problema de España. No que haya una conspiracion judeo-masonica organizada por Vox.

El objetivo deberia ser como Suiza, donde sean los ciudadanos, referendum mediante, quienes tomen las decisiones.
 

Choni poligonera

Madmaxista
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Justo cuando han liberado a los Jordis de las prisiones y que en Cat no se pueda manifestar Vox....
Con las "derechas" subiendo podio, mientras "defenestran" a PSOE y Podemos.

FASE 2: hasta el 11 sept y su referéndum, se irá caldeando el ambiente con estos dos "opuestos". Después de esas fechas, añadiendo la 2a ola de "cobi19" y diatribas de los padres con banderilla/cole de los niños,...

Esto cada vez va a más!