Pensaba en esto.
Recuerdo una vez, un abusón, tendría yo 6 años y él unos 8, un tipo muy feo, con la mandíbula un poco deforme, parecía un roedor.
Yo nací un poco raro, y en vez de jugar al fútbol prefería estar tranquilo en el patio, leyendo mis cosas. Supongo que me veía vulnerable, y se dedicaba a incordiarme. Me interrumpía, trataba de humillarme, y hasta quitarme mi libro. No recuerdo exactamente qué me decía, pero definitivamente no le convencía eso de dejarme en paz.
Un día, me encontraba sentado en un rellano, leyendo una biografía de Einstein (admito, apta para adolescentes, no una cosa totalmente densa), el matón volvió a molestar.
Tuve suficiente.
Le comenté que en mi casa se usaba un producto de limpieza de marca "CONEJO". Y que él podría protagonizar un anuncio.
- ¿Mamá cual es la mejor lejía? "COOO-NEEE-JO!" - interpreté.
El cara-conejo, enfurecido, intentó pegarme. Con fuerza de demorado, y hasta los narices de él, envilecido, devolví. Habría unos pocos escalones hasta el siguiente rellano, cinco a lo sumo (era una especie de altillo a una puerta).
En cualquier caso ya no lo volví a ver cerca.