Hay desinformación en la guerra de noticias y los correspondientes desmentidos entre la autoridad estatal y las autoridades autonómicas. No puede ser que, después del tiempo transcurrido, sigamos sin saber si es cierto que el material de protección se distribuye con rapidez, eficacia y en razón de necesidades objetivas. Esto crea desorientación en la gente y hace crecer las sospechas de engaños, manejos políticos interesados y manipulaciones. Todo un clásico, pero ahora letal.
Al final, lo que empieza a dar más miedo es algo que se parece a la desinformación. Si nos preguntamos -con rigor- dónde está la desinformación, pues todos los días se ofrecen varias ruedas de prensa, con el presidente del Gobierno nos inundando de palabras vacías, con las televisiones no emitiendo casi otros programas que los relacionados con el bichito y con la prensa con su memorable ejercicio de actualizar los datos, denunciar los incumplimientos, buscar voces de expertos y contar testimonios de afectados y sus familias.
También la hay en las informaciones oficiales que aseguran que el personal sanitario está debidamente dotado de esos mismos materiales de protección, pero después los hechos demuestran que no es así y que el número de médicos y enfermeros contagiados aumentan sin parar. Después de esta constatación, ¿por qué no dar crédito a los policías y guardias civiles que también comunican que trabajan en condiciones de poca seguridad?
Por haberla, parece que los datos del mismo contagio. Desde el principio se nos dijo que se producía persona a persona, se nos recomendó no saludar, no besar, no hacer grupos o mantener una distancia de al menos un metro, cosa que se cumple en los súper y, hasta donde sabemos, en los puestos de trabajo. ¡Ah!, pero se extiende el miedo entre los miembros del Consejo de Ministros ¿y qué se hace? Se desinfectan las instalaciones del recinto de la Moncloa. Está bien. No es un trato de privilegio, porque también se desinfectan autobuses, otros lugares públicos y pueblos enteros. Pero deja una duda: si la transmisión del bichito se hace en el contacto personal o el bichito anda por el aire como en otras pestes de la historia. El problema es que los autobuses se desinfectan en cocheras a las 02:00 AM y las 07:00 AM ya pueden estar infectados.
Y ahora, siguiendo la estela de quien si ha sabido apencar con esto (países asiáticos en las antípodas ideológicas y de tamaño) que nos esmorran con claridad meridiana que el uso de mascaras es tan importante aquí como en de botas ignífugas para los bomberos. T que el acopio de test debería haberse hecho desde Enero, cuando el deep-state tenía muy claro que se le avecinaba. Es mucho decir deep-state en un protectorado carente de soberanía. Pero haberla, la había.
Hay, en general desinformación en la era de la información más desinformada y tendenciosa, tanto en las TV, los smart, las tablets, los PC’s. El FaceBook, el wassap y toda esta suerte de dispositivos que nos han hecho esclavos de la información e inermes en esta guerra sorda que libramos contra algo. Quizá eso y el ‘y tu más’ nos hace mucho más vulnerables. A Goebbels le bastó con la radio. Y que vivan los balcones, las delaciones y las banderillas-chip en ciernes. Todo será más fácil si se viraliza la capacidad de aborregar. Medios, no faltan. Y voluntad papanatista y carente de espíritu crítico, desvencijado en este siglo de ‘ismos’ que nada tiene que ver con los del pasado, sobra. ¡¡muy de derechas!! ¡¡Rojo!! Y gana la banca, esa que nos tiene agarrados por los narices y las urnas de sus mecanismos multicolores y urneros. Si, pero con un esperanzador 40% de abstención.