Las medidas contra el cobi19 (el bichito-19) están siendo tan drásticas que pueden provocar más daño del que eviten. Además, muchas carecen de fundamento científico y expresan una concepción burguesa de la sociedad que expulsa cada vez más, y a más al margen, a gran parte de la población. Las medidas drásticas contra la esa época en el 2020 de la que yo le hablo del nuevo cobi19, el bichito-19, darán pie al incremento de la pobreza y de la desigualdad, con el consiguiente impacto en sufrimiento y muertes.
Estas medidas drásticas indiscriminadas de 2020 están en la senda de los recortes inmisericordes que han debilitado al sistema sanitario público, ahora tan necesario. Conviene que profesionales, pacientes y comunidades recuerden quiénes han destruido a conciencia dicho sistema sanitario, con sus respuestas indiscriminadas sustentadas en 2010 con el “Haré lo que tenga que hacer, me cueste lo que me cueste” y ahondadas en 2012 y hasta la actualidad con politicas de recortes brutales en sanidad y educación, y la complementaria privatización de servicios básicos.
Medidas contra el cobi19: tan drásticas que pueden provocar más daño del que eviten - Acta Sanitaria
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Leyendo cosas como estas -con las que uno no comulga al 100% pero que tiene la validez de no ser virales ni generalistas- (y esa validez vale un mundo, el que estamos perdiendo)... tal vez se esconda algo más tras este draconiano estado de alarma que romperá el fino espinazo que es la línea de vida que mantiene a la gente, a mucha gente, a ⅓ de la población dependiente de solidaridades intrafamiliares que se pueden romper como palillos. Tal vez se busca con estas largas semanas de cristales rotos y distopía irracional una inmisericorde reconversión social camuflada como palomo, cuando es tan buitre como los fondos que mantienen en la palma de la mano a nominales estados carentes de soberanía y que a través del mecanismo infernal del voto a una caterva de perversoss cómplices de una situación que ya pasó por dos robots asesinos silenciosos (Zapatero y Rajoy). Desde que la crisis mordiente cayó a plomo sobre la ‘sociedad civil’, término pérfido con tufillo extraño en si mismo. ¿Qué crisis? Le llamaron crisis y era una metástasis social, política económica, crepuscular, sin vuelta atrás por muchos ismos (refu, eco, femi, vega...) con la que le pretendiese maquillar. Y lo saben de sobra para aplicarlo maquinalmente siguiendo el ordeno y mando de la cadena deshumanizada e infernal a la que, bipartitamente, pertenecen.
No es una crisis, es la terminación de un ciclo del larguísimo recorrido que se vale de algo muy serio para aplicar medidas draconianas que los súbditos no tolerarían sin esta tormenta perfecta, controladamente demoledora y hasta virtual, viralizable porque la desinfo institucionalizada es el peor de los bichito fácilmente propalables. En la era ‘smart’ y de la info más desinformada, histérica e inhumana que posibilita la implantación de una dictadura puntual que saldrá este túnel. Con arcenes, mediana, postes de auxilio e iluminado... para entrar en el definitivo: sin luz, con baches y conductores suicidas. El de los recortes salvajes e inhumanos que se avecinan. Pero para todo circo hace falta un montaje previo y hasta demoledor: una excusa muy seria pero perversos para suavizar la miseria crepuscular de quien va da dejar de traer dinero del futuro y buscar solidaridades para encontrar el cainismo que nos pondrá en una situación que ni imaginamos. No era crisis, era el final del capitalismo tal como lo conocimos y ahora entramos en el tanatorio, nerviosos, tristes. En nuestro propio tanatorio.
Suerte, shurs.