Empiezo a ver el mundo en cámara lenta:
Entro en la recepción del dentista (lo sé, pero era necesario) y a mi derecha la recepcionista con cara de asombro, enfrente mío un señor mayor y justo detrás una auxiliar con mascarilla y tosiendo como si no hubiese mañana.
Es increíble la de cosas que te pueden pasar por la cabeza en sólo cinco segundos.
La escena ha acabado con el señor mayor preguntando: Qué, gripe no?
En ese momento ha vuelto a correr el tiempo y la tipa ha huido en desbandada hacía las catacumbas de la clínica. Y yo he dado el primer paso.