La función pública es muy necesaria, por supuesto, incluso hace falta más personal
Pues para mi sobra por todos los lados. Sobre todo a niveles administrativos, como la prioridad no es la eficacia las decisiones son horribles. Están a años luz de ser una estructura productiva.
Por su idiosincrasia el estado va siempre retrasadísimo a la hora de aplicar mejoras que cualquier empresa está casi obligada a aplicar si quiere ser competitiva. Entraron tardísimo y mal en la era informática, entraron tardísimo y mal en la era de internet, siempre van bastantes años por detrás del mundo real. Y no entramos en el tema de sueldos, que sería otro melón mucho más obvio
Siguen anclados en algunos casos al mundo del papel y la firma, cuando el resto del universo ya casi ni se acuerda. Su asignación de recursos personales, al no tener flexibilidad alguna, también es horrible; hoy entra a trabajar una persona, y tiene tiene por delante 40 años en los que seguirá desempeñando el mismo puesto. ¿No es obvio que a la velocidad que se mueve la tecnología es prácticamente seguro que ese puesto que hoy ejerce o bien deje de ser necesario o al menos cambie muchísimo durante semejante cantidad de años? Pues...es lo de menos, no importa.
De hecho estos retrasos tecnológicos lamentables se producen porque cada vez que hay una evolución, mientras el mercado se lanza a nuevos paradigmas que multiplican su productividad, en el estado se encuentran con la realidad de que los funcionarios apoltronados que tienen una cierta edad tienen todo el 'derecho' del mundo a negarse a cambiar su forma de trabajar, por activa o por pasiva y sin consecuencia alguna. Y el estado tiene que esperar años hasta que se produzca un relevo generacional para poder acometer este tipo de mejoras.
He tenido varias experiencias laborales desoladoras. La empresa donde trabajo (afortunadamente!) no trabaja nada para el sector público. Pero ha habido unos pocos casos en los que instituciones públicas se han dirigido a nosotros para contratar nuestros servicios, cosa que al final no se ha producido. Y no porque no quisieran (al revés, en algún caso lo necesitaban y hasta casi no tenían otra opción) , sino porque no podíamos en ningún caso aceptar las cláusulas de servicio que nos exigían. Porque querían imponer sus condiciones, cosa que nosotros no podíamos aceptar en absoluto.
Pues bien, roza lo esperpéntico y ridículo, hasta extremos desesperantes ver cómo se comporta la administración. Para una decisión que en la empresa privada toma una sola persona en 15 minutos, la administración emplea meses de informes, justificaciones, pliegos, interviniendo una cantidad absurda de personas, con un papeleo y una burocracia delirantes, encima para intentar hacerse trampas a sí misma y saltarse sus propias leyes de contratación, puesto que lo que intenta es aparentar legalidad cuando está haciendo justo lo contrario.
Es la perversión del sistema; pongo unas leyes esquizofrénicas para aparentar que son contrataciones que siguen un procedimiento protocolizado, para precisamente cuando de verdad necesitan un servicio, emplear meses en saltarse su propio protocolo aparentando legalidad. Y no porque quieran hacer trampas, sino porque lo necesitan. Pero lo peor es que después de todo esto cuando se supera ese trámite tercermundista, quieren imponer sus condiciones y su visión del mundo absolutamente alejado de la realidad del mundo, y se frustra todo.
Para al final no conseguir lo que buscaba porque exige condiciones imposibles de firmar. Obviamente no puedo ser más concreto, pero un rápido cálculo del gasto producido, y para que se entienda por donde voy, es como para si comprar una caja de chinchetas te gastas 3.000€ en burocracia. Pero quieres que quien te lo vende firme un contrato donde se especifique que si mañana quieres melones, también se lo suministres. Disparate tras disparate.
Sin contar con que (cosa que hemos aprendido...) la infinita cantidad de tiempo que te hacen perder, que obviamente nadie va a pagar. Pero a ellos les da igual, su sueldo lo van a cobrar exactamente igual. Ni el político, ni la dirección, ni el funcionario, están pendientes ni del resultado ni del gasto.
Todas estas circunstancias juntas hacen un entorno de incentivos perversos, en los que la eficacia en ningún caso es el criterio principal. Y si buscándola con ganas a veces no se consigue, ni te digo cuando el camino es tan retorcido
, pero hay que darle muchas vueltas a la forma de seleccionar a este personal
Seleccionar personal es poco importante. Solo se convierte en vital por la perversión de que el sueldo sea de por vida, porque crea un aliciente absurdo que hace que se presenten hordas y se desvirtúe todo. Esa demanda artificial, atraída por el caramelo del puesto seguro, hace que el foco se ponga en el sistema de selección obviando...lo lógico
Porque en un trabajo 'de verdad' no importa en absoluto como entraste, igual que en la relación con tu mujer lo de menos es como os conocisteis. Centrar el debate en eso, si nos abstraemos de la mentalidad adquirida, es simplemente ridículo.
, y de cómo hacer un seguimiento del mismo.
Es lo más difícil. De hecho se intentan con cierta buena voluntad crear variables objetivas, que nuevamente terminan siendo incentivos más perversos aún. Como policías que tienen que poner X multas o inspectores de hacienda que tenga que encontrar a X defraudadores. Sin contar con el sobrecoste que termina teniéndose por complementos de productividad que termina cobrando toda la plantilla, o incluso como alguna vez se ha visto, sobresueldos por....¡acudir a tu trabajo!
Lo cual aumenta aún más el gasto, produciéndose esperpentos finales en los que algunos trabajadores que ya tienen un sueldo bastante más alto de lo que tendrían en el mercado cobran una serie de incentivos que no están ligados en absoluto a una productividad objetiva, puesto que todo se enfoca desde una perspectiva burocrática en la que es imposible que salga bien.
La única forma de que fuera productivo es que la persona que dirige el tema tuviera responsabilidad real, pudiera decidir libremente, o incluso libertad para establecer incentivos. Porque como siempre, el planificar intenta meter la realidad en un decreto y eso es imposible.
Si esa persona que dirige tuviera responsabilidad sobre la productividad del grupo, con posibilidad de mejorar o empeorar mucho su carrera (o incluso de ser despedido), ya te digo yo que se articularían mecanismos eficientes.
Ahora mismo no estamos en el peor de los sistemas, pero sí tiene graves carencias. Creo que ahí fuera (yo estoy dentro del funcionariado) hay mucha gente muy preparada y con ganas que no puede acceder, el procedimiento del examen de oposición es perverso, ¿cómo va a prepararse un chaval titulado con máster y varios idiomas una oposición terrible si tiene que estar sirviendo mesas porque su familia y él mismo lo necesita para vivir, mientras que el niño de papá tiene todo el tiempo del mundo y además profesores privados que le preparen a conciencia? No existe sistema justo, desde luego, pero creo uno más justo sería por méritos y puntuación en una bolsa (expediente, formación, trabajos, ect) y, esto es muy importante, sólo se accede desde titulaciones 100% públicas, así nos quitamos al que tiene expediente de matrícula porque papuchi ha pagado la pista de tenis del centro de curitas.
Una de las demagogias más terribles que se producen con estas cosas es pensar que el sistema es justo, porque el procedimiento es igual para todos y es complejo y requiere un esfuerzo grande. Esfuerzo que (por cierto...) no beneficia a nadie, y no crea riqueza, sino que la destruye. En el mercado nadie valora el esfuerzo, sino el resultado. Si a una empresa conseguir un resultado le cuesta demasiado esfuerzo, será expulsada por otra que requiera menos.
Y así se interioriza el acceso como una carrera más o menos limpia (aunque constantemente se destapan casos en los que se demuestra que no es tan limpia...), apartando el foco absolutamente de la capacidad real de trabajo de quien termina accediendo a la plaza. Absurdo, tu compras el pan en donde te gusta y tiene un precio que te parece razonable, no a aquel que le haya costado más ser panadero, lo cual te la rezuma ampliamente.
Pero no, es que encima ni es justo ni puede serlo. Imagina; oposiciones en los años 2.000-2.006, donde había una cantidad de convocatorias acojonantes y un país con un 7% de paro. El porcentaje de los que entraron sobre los presentados era muy grande, nada comparable a lo que sucedió unos años después
Imagina a quien quería hacer oposiciones en 2.012, sin convocatorias de ningún tipo durante años por la crisis. ¿Qué sentido de la justicia hay en que quien por edad entonces hubiera querido acceder al estado, en un país casi con el 30% de paro, que hubiera perdido esa oportunidad simplemente por la generación en la que nació? Te lo digo yo: NINGUNA. Da igual que pudieras ser el mejor del mundo en tu puesto, esa extraña justicia que nos inventamos te da cero oportunidades. Y como la ventana vital en la que puedes pararte a estudiar un tiempo grande es pequeña, pues desistes.
Pero es que resulta que cuando se vuelven a sacar plazas años después después, el que tenga tropecientos mil puntos porque lleva una década de interino (por ejemplo profesor...) consigue la plaza por puntos. Y el que intenta empezar desde cero no consigue acceder porque otro tío que proporcionalmente hizo una puntuación muchísimo peor con muchísima menos competencia no solo lleva comiendo una década del estado, sino que tiene prioridad sobre él.
Imagina tres casos:
- Alguien un poco mediocre en la época de la burbuja
- Alguien muy brillante cuando estalló la crisis
- Alguien muy brillante en los últimos años
Pues bien, esa supuesta justicia ha hecho que el primero trabaje para el estado desde el primer día y obtenga plaza por concurso. El segundo directamente ni lo intentó, tenía la puerta cerrada por no haber convocatorias. Y el tercero termina sin plaza porque el primero tiene puntos para parar un tren. ¿Dónde está la justicia si individualmente depende tantísimo de la coyuntura o de las decisiones del gobierno?
Hablar de justicia siempre es una vía increíblemente peligrosa, puesto que quien defina lo que es justicia se lleva el gato al agua. Y te aseguro que el sistema español tiene poco de justo; sería mil veces más justo que los funcionarios mantuvieran su puesto por el desempeño de su trabajo (es lo principal, justicia con el que paga!!!!), reduciría las hordas de opositores, y así a quien le gustase esa opción tuviera mil veces más fácil poder probar su valía por tener una entrada mucho más accesible.
Sin contar con que en una estructura así influiría muchísimo más la vocación. Que no hay nada peor que (por ejemplo...) un profesor o un policía que odien su trabajo pero que se sacaron la plaza solo para tener seguridad.