Cuando veas un Tesco en tu barrio con una paella de sandwich plastificada vienes y me cuentas lo mismo.
En cuanto a "riqueza", eso solo se da en propietarios que no trabajan cerca y están dispuestos a irse a vivir al extrarradio. Con los pagapensiones pobres.
Tal y como yo lo veo es comprar un pedazo del centro de tu ciudad y colonizarla. Yo ya no puedo permitirme unas bravas en la Plaza la Virgen en verano. Dentro de poco se llenará la ciudad de Starbucks a 4 euros el café. ¿Consideras eso positivo y riqueza?
A ti te parece el horror.
Pero varios amigos míos que se fueron a vivir entre Chueca y Gran Vía hace 15 años, están encantados.
Por supuesto, son gays. Y, por supuesto, de izquierdas.
Y los turistas, los comercios y los bares alternative-cool, también parecen felices.
Hace veinte años, para entrar a casa de mi mejor amigo teníamos que apartar los cubos de basura de la comunidad y preguntar a los yonquis, que se parapetaban tras ellos para pincharse, si nos daban permiso para pasar.
Y después de la caída del sol, mi amigo tenía que acompañarme hasta el metro por si me atracaban.
Hoy solo tienes que meter la llave en la cerradura.
La gentrificación ha sido mala para los yonquis y las pilinguis arrastradas, pero la ciudad ha salido ganando.
¿Que ya no puede vivir allí el camarero del restaurante de abajo?
Es un mal menor -individual- frente al bien mayor.
Y se supone que los antigentrificación sois de izquierdas, colectivistas. Os debería parecer bien.
Conste que a mí ni me va ni me viene: viví en Madrid 32 años y el centro siempre me pareció un horror para vivir.
Y ya hace 20 que vivo en un lugar de dimensiones más humanas. Aquí no hay gentrificación posible.