Añadiría a la realidad consuetudinaria, el concepto de Verdad. Se pueden imporner cambios súbitos que rompan ciertas tradiciones, pero como la mentira, los cambios artificiales, que obedecen antes a la voluntad de quien los impone que a la "verdad" que conllevan, tienen las patas cortas. Roma conquistó, pero Roma trajo consigo muchos elementos valisosos, tantos que hoy nuestro derecho sigue su estela.Nuestro derecho, nuestra lengua, nuestro modo de pensar fuera de nosotros y nuestra "localidad". España hizo lo mismo. Impuso "su Verdad", pero cualquiera que quiera regresar a las verdades anteriores, no lo hará por amor a aquellas verdades, sino por repruebo a la Verdad. Resulta altamente patético que las ideas indigenistas, para encontrar su punto, necesiten desplegar conceptos post-inidigenistas. Esta contradicción nos pone a las claras que existe una Verdad o lo que el lo mismo, no todas las verdades son iguales ni tan valiosas.
¿Quiénes hablan en favor de los indigenismos?. Los que viven del favor de la cultura que se lo facilita desde el intelecto y las emociones. ¿Quienes hablan en favor del comunismo?. Los que viven de un sistema económico que les permite las ensoñaciones comunistas sin pagar el precio de sufrirlas.
Así con todo. ¿Qué civilización ofrece mayores campos intelectuales para criticarse a sí misma?. Pues la que más cerca está de la Verdad. Pues la Verdad, por muy lejana y escurridiza que se nos antoje, nos abastece de argumentos para que volvamos en su contra, es que ya nos ha dado mucho más que lo que somos capaces de abordar...
Al hombre moderno, pareciera que le pesan los hombros de los gigantes sobre los que piensa el mundo
