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Las subvenciones de los combustibles fósiles superan los 5,3 billones de dólares, el 6,5% del PIB mundial

Un nuevo estudio confirma lo que se ha venido denunciando en los últimos años. Los combustibles fósiles siguen siendo tan rentables frente a las renovables y a la eficiencia energética porque están subvencionados. Y tanto que si la gente supiera cuánto es el dinero que se destina a ellos, habría un enfrentamiento directo del sector financiero conservador.

Y todo pese a que los combustibles fósiles tienen dos problemas principales que pintan un futuro oscuro para que sigan dominando el sector de la energía. Dos problemas que están interrelacionados pero que son lo suficientemente importantes para debarirlos por separado. En primer lugar, son la causa directa del angustioso cambio climático que vivimos. Lo sabemos, lo conocemos desde hace décadas y sabemos que el uso continuado de combustibles fósiles está causando y causará enormes consecuencias económicas y sociales en todo el mundo.

En segundo lugar, los combustibles fósiles son caros. Gran parte de sus costes están ocultos, escondidos tras los subsidios.

El estudio “How Large Are Global Fossil Fuel Subsidies?” publicado en la revista World Development cuantifica la cantidad de subvenciones y ayudas dirigidos a los combustibles fósiles en todo el mundo, y los resultados son impactantes. Los autores trabajan en el Fondo Monetario Internacional, lo que les avala para estar bien capacitados a la hora de cuantificar los subsidios incluidos en la investigación.

En concreto se trata de 4,9 billones de dólares solo en 2013, y algo más, hasta los 5,3 billones de dólares, sólo dos años después. Según los autores, estos subsidios tienen un impacto muy importante porque primero, promueven el uso de combustibles fósiles, un sector que daña el planeta. En segundo lugar, son fiscalmente costosos, y en tercer lugar, las subvenciones desalientan las inversiones en eficiencia energética y energías renovables que compiten con ellos. Por último, los subsidios son medios muy ineficientes para ayudar a los hogares vulnerables.

Pero si se sabe esto, ¿por qué no se han eliminado los subsidios? La respuesta es un poco complicada. Parte de la respuesta a esta pregunta es que la gente no sabe cuáles son las consecuencias de los costes de los combustibles fósiles para el resto del mundo y a menudo pensamos en ellos como que al final todos ganamos sin que nos pese al bolsillo.

Esto quiere decir que la gente en la calle piensa que una subvención en realidad es un coste financiero directo que tiene como resultado final que los consumidores pagan un precio que está por debajo del coste del producto. Sin embargo, como señalaron los autores, lo cierto es que “no sólo son los costes de suministro sino también (y lo que es más importante) los costes ambientales como el calentamiento global y las muertes por contaminación del aire y los impuestos aplicados a los bienes de consumo en general”.

Los autores sostienen, con persuasión, que esta visión más amplia de las subvenciones es la opinión correcta porque “reflejan la brecha entre los precios al consumidor y los precios económicamente eficientes”.

También discuten tanto las subvenciones al consumo (cuando el precio pagado por un consumidor es inferior a un precio de referencia) como las subvenciones al productor (cuando los productores reciben un apoyo directo o indirecto que aumenta su rentabilidad).

Por eso proponen y cuantifican cuáles serían los beneficios que se obtendrían si se reformaran los subsidios a los combustibles fósiles.

Las subvenciones antes de impuestos representaron el 0,7% del PIB mundial en 2011 y 2013. Pero sería más apropiada decir que esas subvenciones son mucho mayores (ocho veces más), llegando a ser el 5,8% del PIB mundial en 2011, y al 6,5% en 2013.

Los autores también han clasificado los resultados por tipo y uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural, electricidad) y muestran que el petróleo y el carbón reciben subsidios mucho más grandes en comparación con el resto. Los autores organizaron los resultados por región geográfica y encontraron que los tres principales países que subvencionan los combustibles fósiles son China, Estados Unidos y Rusia, respectivamente. La Unión Europea es un poco menos de la mitad de todo el subsidio estadounidense.

Como conclusión, el informe señala que las ayudas a los combustibles fósiles son enormes y son costes que todos pagamos, de una forma u otra y que persisten en parte porque no apreciamos plenamente su tamaño. El Dr. Coady, uno de los autores del estudio, ha señalado que “una de las principales motivaciones del estudio fue aumentar la concienciación entre los responsables políticos y los ciudadanos en general que de los grandes subsidios se deriva la fijación de precios de los combustibles fósiles y éstos están por debajo de sus verdaderos costes sociales”.

Al estimar estos costes a nivel mundial, el estudio espera estimular un debate político que de un nuevo impulso a reformas que sirvan para cosechar los grandes beneficios potenciales de una fijación más eficiente de los precios de los combustibles fósiles en términos de mejora de las finanzas públicas.

Fuente: John Abraham – The Guardian