Rudy Ulloa Igor, Maximiliano Kirchner, Parrilli, Rossati & Co
A propósito, en el Mónaco, el cronista pudo enterarse que la declinación de
Kirchner es tan alarmantemente notoria que el Rudy Ulloa Igor, el ejecutivo
multimediático chileno, y hombre fundamental en la estructura local de los
Kirchner, hoy trata, por todos los medios posibles, "de pedir pista con
Acevedo", el Gobernador.
Aspira a tirar la toalla después de haberlo combatido con estoicismo, y con
su poder mediático, como si se tratara de un Magnetto del sur.
Sucede que el Rudy debe cuidar explicablemente sus posiciones conquistadas,
y que es altamente probable que Acevedo sea reelecto en el 2007. Hay quienes
sostienen que pactó como consecuencia de un compromiso con Kirchner, para
bancarlo en las desprolijidades incandescentes relativas a los fondos
desaparecidos de Santa Cruz.
No obstante Acevedo sorprendió, con su firmeza, al peronismo del lugar.
Sobre todo al no vacilar desprenderse de varios de los incondicionales de
Kirchner que se habían quedado para acotarlo.
A Bontempo, por ejemplo, otro genio que también está en Buenos Aires. Por
aquí todos descuentan que Bontempo será el reemplazante de Oscar Parrilli,
en la Secretaría General de la Presidencia. Algún Garganta Generosa, de
información irreprochable, que el cronista se abstiene de citar con su
nombre por motivos obvios, asegura que Kirchner aprovecha las elecciones
plebiscitarias para quitarse de encima a varios de los protagonistas que
nada tienen que envidiar a los históricos de un film de Federico Fellini.
"Il Vitelloni", conocido en Argentina como Los Inútiles.
Por lo tanto, Kirchner planifica liberarse de todos los inútiles que lo
rodean, y adosárselos al parlamento, que se convirtió en el espacio
monstruoso de máxima inutilidad.
A Parrilli para Neuquén, "que es un gil que se pone a discutir de política
con los piqueteros", y "no es capaz de encontrar un taxi a las 11 de la
mañana por la avenida de Mayo". Y sobre todo a Rosatti, al que el Lupo contó
en la ceremonia del vermucito que ya no lo soporta más. Porque debe
enterarse de lo que pasa en la Justicia por los diarios, y es justamente ahí
cuando quisiera disponer de un buen Corach.
"Rosatti es uno de los tantos regalitos que me dejó mi mujer", dice el
Garganta que contó el Presidente. Porque la señora Cristina, en apariencias,
quedó fascinada con los modos de Rosatti, cuando se encontraba curiosamente
tan desenvuelta, tan bien aspectada en la convención reeleccionista de Santa
Fe. Y él, Kirchner, a propósito, entonces tan angustiado, y con cierta
inclinación al whisky berretón que tanto agredía a la fragilidad de su
colon.
Para justificar sus viáticos, don Asís, el cronista desde aquí puede
ofrecerle algo más. Ahora el Presidente está igualmente angustiado, pero por
el probable fallo de la Corte sobre la pesificación. Es lo que más le
preocupa, en apariencias, aunque despotrique en las tribunas contra la
impunidad y quiera terminar con la Obediencia de vida.
Final con pavos
Por temor a que rebanen la dimensión del despacho en Buenos Aires, el
cronista piensa ya en la tristeza del punto final.
Pronto seguirá con los motivos del pedido de pista del Rudy. Acaso son
motivados por el resultado de una encuesta reservada que se hizo en la
provincia. Tenga prudencia porque, si se entera Paquito Larcher que
difundimos el resultado, se puede enojar.
Primero, por supuesto, está la señora Cristina. La misma que usted, don
Asís, denomina La Vampiresa. Aunque aquí suelen valorarla a la Lupina, sobre
todo por lo que debió aguantar mientras criaba a sus hijos. Cristina
Fernández tiene el 61 de imagen positiva. Pero la sigue, como segundo,
Acevedo, el Gobernador, con 54. Recién, tercero, aparece el presidente, con
42. Y seguido del senador Prades, ostensiblemente menor, con alrededor del
30.
Aquí sólo puede plebiscitarse el Presidente, en la elección legislativa, si
la candidata es la señora Cristina. Porque la Alicia, la Bombona,
numéricamente no registra.
No carga el dínamo.
Para terminar, ahora sí, a Acevedo habían intentado mancillarlo los hombres
del Rudy con el mascarón de proa del Pavo Sancho, que es el vicegobernador.
Es también el dueño de la Inmobiliaria Sancho, donde tiene una oficina
Máximo, el hijo mayor de los Kirchner, en cuyas anécdotas, por una cuestión
de códigos que usted impone, preferimos no detenernos. De quien hablaremos,
también, con seguridad, es del enigmático Osvaldo Sanfelice, que tiene, en
la estructura, una misión fundamental. La que la señora Carrió, muy bien
informada sobre las bajezas de estos pagos, le atribuye a De Vido.
Ah, para cerrar, al Pavo Sancho, la encuesta le da 0,6 de aceptación.
¿Cómo no va a pedir pista a Acevedo, entonces, el Rudy?
Lo que resta de los viáticos, por la noche, el cronista lo invertirá en
Belfast.
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