La importancia del oro en provocar la Segunda Guerra Muncdial y el ascenso del fascismo

Rabioso

Madmaxista
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7 May 2013
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La causa de la II no fue realmente esa. Pero creo que esto es para otro hilo.

Simplemente decir:

La Alemania nancy no preocupaba especialmente a USA, no pasaba lo mismo con Japan y la USSR. De hecho, Hitler le venía muy bien a Wallstreet, ya que su ideología era un freno al comunismo ruso, era el freno perfecto para que las ideas soviéticas no se extendieran en el occidente europeo. Alemania era un país capitalista y productor, como los USA, por mucho que se quisieran aislar del comercio mundial, cosa casi imposible ya en esos días...

Cuando ya empezaron a dar de baja de la suscripción de la vida judíos y a invadir países por gloria de la raza aria, los yankees ya vieron que Hitler era un iluminao que no iba a llegar muy lejos. En cuanto Hitler la cagó al invadir en invierno la USSR, ya estaban casi sentenciados los nanzis. Y ahí es cuando entra USA, no para liberar Europa como se suele decir en la propaganda anglo, sino para frenar el avance soviético.

(Disculpadme, pero prefiero apuntarme a este offtopic a pensar en lo que estan haciendol esos hijos de mala progenitora en Ucrania)
Yo ni quito ni pongo rey, peeeeeeero

El estudio pormenorizado de los avatares del patrón oro en la interguerra está a la vera de nuestro tema. En cambio, reviste interés y es útil... el conocimiento, en lineas generales, de las políticas monetarias seguidas por los tres centros de poder más importantes en la economía capitalista del período: Estados Unidos, Gran Bretaña y el bloque de los Estados fascistas constituido por Alemania, el Japón e Italia (...)

Alemania, Japón e Italia constituyeron un bloque mortalmente enfrentado con otro que integraban Estados Unidos, Inglaterra y Francia, hasta el punto de librar la más cruenta y destructiva guerra de la Historia. Estas alianzas no son casuales, no obedecen al azar de la diplomacia, ni a las ideas que, en la materia pudieran abrigar los jefes de Estado. Las alianzas están determinadas por causas profundas y no podían anudarse de otra manera. La historia del capitalismo mundial, regida por la ley del desarrollo desigual, explica por qué las cosas pudieron suceder de otra manera.

Las mismas causas, también, nos dan la clave de por qué unas potencias derivaron al fascismo y otras no.

Alemania y Japón, y en menor medida Italia, exhiben características económicopolíticas similares.

a) Las tres ascendieron a la condición de potencia industrial tardíamente, pero se beneficiaron -especialmente las dos primeras- de hacerlo en un tiempo en que la técnica ya estaba muy avanzada. A ello se debe que construyan aparatos industriales altamente eficientes y competitivos en relación con los viejos capitalismos de Inglaterra y Francia.

b) Las tres son territorialmente pequeñas y pobres (con la excepción de la hulla, el carbón y el hierro alemán) en materias primas (ésta es la diferencia esencial con Estados Unidos, que, también, es una potencia tardía pero excepcionalmente rica en rcursos naturales). Y las tres son demográficamente muy densas, con una gran población que atender sus necesidades.

c) Las tres necesitaban, como cuestión de vida o fin, ejercer su influencia económica sobre una creciente área colonial. eran pues, potencias insatisfechas y retadoras de la supremacía mundial anglosajona.

d) Las tres son, además, naciones deudoras, con balances de pagos deficitarios.

Japón no ha podido enjugarlo a pesar de su agresivo imperialismo en Asia y de que formó en el bando vencedor de la Primera Guerra.

Italia es industrialmente débil y su expansión colonial en África no satisface plenamente sus necesidades. Sweezy dice bien, cuando la califica de nación vencedora en la guerra 1914-18, pero en ella perdió si Imperio colonial.

e) Las tres carecen de yacimientos auríferos de significación. Son potencias sin oro.

Alemania intentó resolver su condición deudora, que le impide el acceso a las materias primas del mundo, recurriendo a la devaluación del marco y a una carrera inflacionista que, naturalmente, agotó con mucha rapidez sus posibilidades.

Luego palió sus crecientes dificultades con créditos del exterior y recepción de inversiones yanquis y bitánicas. Se puede decir que el Plan Dawes retrasó la hora del nazismo, aunque, como paradoja, nutrió a los grupos financieros que habrían de esgrimirlo, más tarde, como arma política en la lucha por la hegemonía mundial.

La crisis del 29 cortó esta corriente financiera y replanteó la situación deudora de las tres potencias entérminos dramáticos.

La política proteccionista y restrictiva de los Estados unidos y los pactos de Otawa que organizaron un "área de la libra esterlina" celosamente protegida, hicieron mucho más arduo el acceso a las materias primas que ambas grandes metrópolis controlaban en proporción abrumadora.

Un solo camino quedó abierto: recurrir a las reservas de oro para comprar en el exterior.

En 1929 las reservas auríferas del Reichsbank eran del orden de los 2.724 millones; en 1931 se habían reducido a 984 millones y en 1936 casi habían desaparecido (66 millones de marcos).

Las de Japón descendieron de 1.062 millones de yens (antigua paridad) en 1928, a 470 millones en 1931. En 1937 y 1938 Tokio debe gastar 1,446 millones de yens (nueva paridad) oro en el exterior y singularmente, en Estados Unidos. Italia pierde, en 1938, 202 millones de libras oro. la exaltada campaña de Mussolini reclamando el oro de todos los emigrantes italianos (se cambiaban anillos matrimoniales por anillos de acero con el emblema del fascio), no impide que de 1939 a 1940 Roma pierda el tercio del stock oro que le restaba.

Es interesante comparar las reservas oro de ambos bloques en las vísperas de la guerra (1937-Reservas de oro fino en los Bancos centrales):

Estados Unidos, francia e Inglaterra........ 16.424.100 kgs.
Alemania, Italia y japón......................... 736.100 kgs.

A esta situación fue que los ingleses llamaron "The have and the have not" * (los que tienen oro y los que no lo tienen).

También en el bloque aurífero se daba la contradicción "The have and the have not", ya que los Estados Unidos posee 12.187.500 kgs. y francia e Inglaterra juntas (en montos más o menos equivalentes) 4.236.600 kgs.

Como vemos, la incidencia del oro es fundamental en la concertación de las alianzas. Estados Unidos posee las mayores reservas del mundo, Inglaterra controla las principales fuentes de producción aurífera y Francia les sigue como poseedora del oro.

En el otro campo se aglutinan las potencias sin oro.


Se explica fácilmente cómo las potencias fascistas se lanzaron, desesperadamente, hacia un capitalismo estatal, con una moneda "artificial" (es decir, sin necesidad de respaldo oro), e inconvertible, con un comercio exterior basado en el trueque, con una industrialización de tipo bélico (que se realiza por medio de controles estatales, se financia con impuestos al pueblo y se justifica con una ideología ultranacionalista y revanchista) y trataron de sustituir las materias primas naturales por "ersatzs" obtenidos en los laboratorios (lana sintética, caucho sintético, etc.)

Estos son los fundamentos de la autarquía nancy-fascista, o sea de un espacio económico que se abastece a sí mismo y funciona dentro de sus límites.

Autarquía y "espacio vital" van de la mano, ya que las potencias totalitarias no poseen, dentro sus fronteras nacionales, todo lo que necesitan para obtener una gran economía industrial.

Por otra parte, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la necesidad de acrecer constantemente la acumulación capitalista para evitar la caída de aquella e impedir el derrumbe de los beneficios, exige una permanente expansión imperialista, un ininterrumpido ensanchamiento del "espacio vital".

Así es como la geopolítica preconizada en "Mein Kampf" se convierte en el programa y en la definición ideológica del capital financiero alemán.

El recurso de financiar el crecimiento industrial con emisiones de moneda de curso forzoso -el doctor Schach fue su gran taumaturgo-, redescuento de bonos de obras públicas, etc. plantea la amenaza de una inflación devoradora que solamente puede evitarse congelando los salarios e intensificando la explotación de los trabajadores.

Es fácilmente inteligible que sólo un estado autocrático, una férrea dictadura, puede llevar adelante este programa.

De ahí que no estén desencaminadas las observaciones que formula Henri Claude, acerca de la relación entre el oro y la democracia política en ciertas potencias y la carencia de oro y el fascismo en otras.

Este fué el origen de la "zona del yen", de la "zona de la lira" y naturalmente del "área del reichsmark". Son vastos espacios económicos excluidos de los circuitos del oro, donde el intercambio se hace por la vía del trueque y los pagos se realizan por el sistema del "clearing".


en el mundo no podían convicir estos dos sistemas capitalistas en mutua expansión, el triunfo de uno, significaba la fin del otro.

El oro juega, pues, un papel decisivo en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Si la autarquía fascista se extendía indefinidamente, el oro perdía su razón de ser, dejaba de ser necesario. En la medida en que el campo de influencia económica de las potencias-oro se achicaba, el metal amarillo se desvalorizaba, ya que sus reservas servían como medios de cambio para un volumen físico de bienes en descenso, por la contracción geográfica de los mercados.

El oro es seriamente amenazado, en su condición de gran fetiche del capitalismo, por la política económica del Eje. En rigor, Estados Unidos, Inglaterra y Francia, al pelear por su supremacía en el mundo, pelearon también por mantener el valor del oro.

Este hecho nos mueve a reflexionar sobre cuán vanos son los intentos de desposeer al oro de su significación, con la creación de "monedas internacionales convencionales" u otros planes. No importa lo racionales o teóricamente viables que ellos sean, el oro no puede separarse del interés de las clases sociales que lo utilizan para fraguar su riqueza y su poder. Mientras ellas dominen, seguirá, imperturbable, el culto del fetiche.


* ver "de la Crisis económica a la guerra mundial", de Henri CLAUDE.


Extraido de: Vivian Trías (1971): "Las crisis del dolar y la política exterior norteamericana"
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Última edición:
Se sabe que a Hitler se lo cargaron por su sistema de trueque y de una hora de trabajo/unidad de salario
 
¿A nadie le resulta familiar lo que destaco a continuación?...
¿No lo estamos viviendo estos días pero cambiando los actores?...
:pienso:


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Se explica fácilmente cómo las potencias fascistas se lanzaron, desesperadamente, hacia un capitalismo estatal, con una moneda "artificial" (es decir, sin necesidad de respaldo oro)...
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Por otra parte, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la necesidad de acrecer constantemente la acumulación capitalista para evitar la caída de aquella e impedir el derrumbe de los beneficios, exige una permanente expansión imperialista, un ininterrumpido ensanchamiento del "espacio vital".
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El recurso de financiar el crecimiento industrial con emisiones de moneda de curso forzoso...
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Es fácilmente inteligible que sólo un estado autocrático, una férrea dictadura, puede llevar adelante este programa.
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El oro juega, pues, un papel decisivo en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Si la autarquía fascista se extendía indefinidamente, el oro perdía su razón de ser, dejaba de ser necesario.
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Destacado esto; ¿no está el mundo financiero entorno al dólar repitiendo lo que eje fascista hace un siglo?... :pienso:

Sin acaloramientos, espero reflexiones... :pienso:

Yo hace años, que creo la situación actual es consecuencia de lo que he destacado en el texto, al menos desde que Nixon oficializó la ruptura del patrón oro (que bueno... seguramente ya venía rota de años atrás de endeudamientos maquillados...).
 
Última edición:
Ya estais montandoos peliculas los metaleros para autoconvenceros que vuestra inversion es una buena inversion y no una inversion ruinosa.
 
Keynes y la Unión Monetaria - Juan Francisco Martín Seco | Republica.com


Keynes y la Unión Monetaria

Juan Fco. Martín Seco




Me he dedicado estos días a leer la biografía de Robert Skidelsky sobre Keynes. Según dicen, la mejor que se ha escrito. Sin duda resulta de gran interés para todos los estudiosos de la economía, y, además, en los momentos actuales tiene un plus añadido de cara a entender mejor los orígenes y las causas de la crisis que ha sacudido en los últimos años a la economía mundial y, especialmente, a comprender los errores sobre los que se ha construido la Eurozona.

Aun cuando la historia nunca se repite miméticamente, lo cierto es que, al menos en materia económica, las sociedades suelen olvidar el pasado y caen con frecuencia en las mismas equivocaciones. Desde mediados de los años setenta y de forma progresiva, la teoría y la realidad económica han ido retornando a las reglas y principios que regían a finales del siglo XIX y principios del XX, aquello que se entendía como capitalismo liberal y salvaje. Es lógico, por tanto, que hayan ido apareciendo idénticos peligros, problemas, desequilibrios y crisis que se dieron en aquellos años y con los que ya tuvo que enfrentarse Keynes.

El economista inglés prestó especial atención a los desequilibrios en las balanzas de pagos que podían producirse entre los distintos países, al descontrol que ocasionaban en los flujos financieros, a los ajustes necesarios y sobre todo a dilucidar sobre quiénes deberían soportarlos, si sobre los deudores o los acreedores. Conviene señalar que las múltiples crisis que se han sucedido en la economía internacional desde mediados de los setenta: América Latina, cajas de ahorros en EE.UU., Sudeste asiático, China, México, etc., han sido crisis de deuda; como crisis de deuda ha sido también la gran recesión que a partir de 2008 ha sacudido la economía mundial. No ha habido, como algunos han querido ver, varias crisis concatenadas y progresivas; la crisis financiera que se inició con las hipotecas subprime y que tuvo su caldo de cultivo en una excesiva liberalización del sistema financiero fue una crisis de deuda, porque su causa última hay que buscarla en los fuertes desequilibrios de las balanzas de pagos con un grupo de países que acumularon durante los años anteriores cuantiosos déficits, mientras que otros mantenían enormes superávits, lo que propició el movimiento de ingentes cantidades de dinero sin control alguno.

Ello explica también por qué la Eurozona está padeciendo con más intensidad la crisis y por qué le resulta tan difícil, por no decir imposible, salir de ella. El hecho de contar todos los países con la misma moneda ha permitido la acumulación de importantes déficits en la balanza de pagos de algunos de los países miembros en correspondencia al acopio de exorbitantes superávits en otros; ha dividido la Eurozona en países deudores y acreedores. Pero esa misma pertenencia a la Unión Monetaria impide los correspondientes ajustes o los hace recaer en exclusiva sobre los deudores y de forma tan dolorosa que los hace social y políticamente inviables.

Dos episodios de la vida de Keynes son especialmente útiles de cara a mostrar los graves defectos sobre los que se ha construido la Unión Monetaria. El primero hace referencia a los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y a la postura del economista inglés netamente contraria al retorno al patrón oro. En realidad, Keynes nunca había visto con buenos ojos el patrón oro ni, en general, ningún sistema de cambios fijos. Le preocupaba la pérdida de autonomía en la política monetaria y cómo el Reino Unido quedaría indefenso ante la actuación y los intereses de la Reserva Federal.

Keynes pronosticó que el retorno de la libra al patrón oro y su revalorización consecuente sometería a la economía británica a un fuerte estrés. El déficit en la balanza de pagos forzaría a una deflación interna que solo sería posible con elevadas tasas de desempleo y una sombría destrucción del tejido industrial. Así mismo, analizó cómo el coste de los ajustes se distribuiría de forma desigual no solo entre las distintas clases y grupos sociales, sino también entre los diferentes sectores y actividades.

Los argumentos de Keynes iban claramente contra corriente de la ortodoxia imperante y, a pesar de que Churchill comprendió la rémora que la medida implicaba para la industria británica, esta se terminó adoptando. Las previsiones del diletante de Bloombury se cumplieron y el mismo Churchill parece ser que comentó con tono irónico y en cierto sentido cáustico que el Banco de Inglaterra estaba feliz con el mejor crédito del mundo, pero también con un millón y cuarto de parados. Hoy está fuera de toda duda que el Reino Unido pagó un alto coste por permanecer en el patrón oro desde 1925 a 1931, y que su salida a partir de esta ultima fecha fue inevitable, viéndose obligado a devaluar la libra frente al dólar en un 30%. Es interesante resaltar que los defensores del patrón oro y de la libra fuerte no reconocieron su equivocación y, muy al contrario, achacaron el fracaso a las malas prácticas de los competidores extranjeros y a que la industria inglesa no había sabido adaptarse a las circunstancias. ¿A qué nos suena todo esto a los españoles y a los europeos actuales?



El segundo episodio que debería llamar nuestra atención hace referencia a los planteamientos que desde 1941 vino haciendo Keynes de cara a la instauración, una vez que llegase la paz tras la Segunda Guerra Mundial, de un nuevo orden económico internacional que habría de culminar en julio de 1944 en los acuerdos de Bretton Woods. Fueron casi cuatro largos años de discusiones y controversias no solo con las distintas instituciones y cargos británicos, sino también con las autoridades y funcionarios americanos. Fueron múltiples los memorandos y los artículos que se sucedieron modificándose unos a otros, matizando y perfeccionando los diversos proyectos y adaptándose a lo que resultaba factible de acuerdo con las pretensiones que venían del otro lado del Atlántico.

Una idea fuerza latía en todo el proceso y orientaba los planteamientos de Keynes: lograr el equilibrio de las balanzas de pagos y que los costes de los ajustes necesarios para conseguirlo recayesen al menos en la misma medida en los países con superávit que en aquellos que incurriesen en déficit, tanto en los acreedores como en los deudores. En realidad, en lo más profundo el economista inglés se inclinaba, en consonancia con los principios que mantendría más tarde en su Teoría general en la que ya estaba trabajando, en culpabilizar en mayor medida a los países excedentarios. Era el atesoramiento tanto de los individuos como de los países el que provocaba las crisis.

¿Qué diría la señora Merkel de tales teorías? En cualquier caso, la canciller no debería olvidar que fue el mismo Keynes quien criticó duramente la deuda de guerra que se echaba a las espaldas de Alemania tras la Primera Contienda Mundial y quien pronosticó con acierto que tales cargas serían inasumibles. Fueron también los escritos de Keynes los que colaboraron de forma decisiva, sin duda, a que el país germánico recibiese un tratamiento muy diferente después de la segunda guerra.

Resulta sumamente ilustrativo recordar, aunque sea a grandes rasgos, la propuesta que Keynes hizo a principio de los años cuarenta de lo que llamó una Unión Monetaria Internacional, cuya finalidad era conseguir el equilibrio en las balanzas de pagos por medio de asegurar un ajuste por parte del acreedor, sin renunciar a una disciplina para el deudor. Se creaba un Banco Internacional de Compensación (ICB) en el que todos los bancos centrales de los países tendrían cuentas nominadas en dinero bancario (bancor) y contra las que podrían comprar y vender sus propias divisas.

A los bancos que mantuviesen déficits o superávits se les obligaría a adoptar determinadas medidas, entre otras la devaluación o revalorización de la divisa. La persistencia podría conllevar la expulsión en el caso de los deficitarios o la confiscación de los superávits en el caso de los excedentarios.

El proyecto, aunque teóricamente impecable, puede tildarse de utópico, en especial si se considera que el país acreedor en aquel momento era EE. UU. y que se vislumbraba como vencedor absoluto de la contienda. Es por ello por lo que el diseño sufriría múltiples alteraciones antes de ser aprobado en Bretton Woods, pero su escasa viabilidad política no le resta un ápice de validez técnica ni de su eficacia como crítica implícita al modelo que se ha seguido en la Eurozona.

Es más, todos los documentos, memorandos, artículos, etc., elaborados a lo largo de esos años no solo por las instancias inglesas sino también por las norteamericanas, dejan bien a las claras que a nadie, absolutamente a nadie, se le pasó por la imaginación proponer un proyecto como la actual Unión Monetaria europea. Todos eran conscientes de que, si no se quería crear el caos financiero y enormes desajustes en las balanzas de pagos, con las consecuencias más negativas para la economía internacional, era imprescindible permitir a los países y a los gobiernos determinados mecanismos de defensa: unos se inclinarían por el bilateralismo, otros por mecanismos proteccionistas dentro del multilateralismo, otros por la posibilidad de corregir los tipos de cambios, otros por los controles de capitales y, en fin, casi todos por un mix de varios instrumentos con distinto grado de libertad. Todos los especialistas y las autoridades tenían muy presentes los inconvenientes y efectos negativos del patrón oro.

El sistema que finalmente se aprobó en Bretton Woods era un sistema, sí, de tipo de cambios fijos pero ajustables, no estaban determinados para toda la eternidad como en la Unión Monetaria; a diferencia de lo que ocurre en esta se permitía a los países regular la circulación de capitales y, si bien es cierto que su finalidad era conseguir el mayor grado de libertad posible en el comercio internacional, el libre cambio no se imponía desde el primer día y subsistían determinadas prácticas proteccionistas. Fue por todo ello por lo que mientras este sistema monetario estuvo en vigor, la estabilidad y el crecimiento fueron mayores que en ninguna otra época.

En resumen, los economistas deberían dedicar más tiempo a la historia y menos a los negocios.

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muchas gracias rabioso por el texto desde el hilo de ucrania

dejo marca aquí para leerlo luego
 
Hitler era a partes iguales anticapitalista y antimarxista. Los de EEUU , Ingleses y demás "liberalistas" se quedarón con la última parte de la coplilla, la antimarxista, pero nadie supo o quiso ver que el mar de fondo lo traía su anticapitalismo. Algo que está demostrado de sobra en el estudio de Goetz Aly con su obra "HitlersVolkstaat"

Las cifras son elocuentes, Hitler fulminó a las empresas y grandes consorcios alemanes con una Körperschaftsteuer, impuestos sobre ganancias de sociedades y empresas, de un 70% para costear con ello el Estado Social Aleman... de hecho Hitler se puede considerar como el inventor del Estado de Bienestar. Los salarios del trabajador aleman y sus derechos, a pesar de prohibicion de huelgas, superó en esos agnos por 2 y por 3 a los de usanos e ingleses respectivamente. En política de vivienda, Hitler acabó completamente con las familias alemanas sin techo o con viviendas precarias.

A la banca la metió en cintura completamente. Primero se negó a pagar la deuda alemana producto de las reparaciones de la I Guerra Mundial, que había causado una paralización de la Economía y el enriquecimiento de los grandes consorcios bancarios al obligar a Alemania a pagarla no con el Deutsche Mark ,sino en ORO !!. Segundo, Hitler acaba con el negocio de la banca, al acabar con el interes por prestamo. Tercero, Hitler basa el valor de la economía no en el patrón oro, sino en el patrón trabajo/talento industrial/producto a consumir que va a parar a un "mercado" compuesto por una naciente clase media alemana, cada vez más numeroso.

Resultado de todo esto, los alemanes tienen un nivel de vida ya en el 36-39 que supera con mucho al resto de los paises. El nacionalsocialismo amenaza con contagio, es bien mirado por las clases trabajadoras de otros paises y eso sin duda constituye un peligro para el negocio montado por la banca y lo sgrande consorcios del momento. Se empiezan a hacer boycotts contra los productos alemanes.. nos suena?

Eso es lo que conduce en último término a la guerra, dos visiones económicas antágonicas.
 
¿A nadie le resulta familiar lo que destaco a continuación?...
¿No lo estamos viviendo estos días pero cambiando los actores?...
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Se explica fácilmente cómo las potencias fascistas se lanzaron, desesperadamente, hacia un capitalismo estatal, con una moneda "artificial" (es decir, sin necesidad de respaldo oro)...
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Por otra parte, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la necesidad de acrecer constantemente la acumulación capitalista para evitar la caída de aquella e impedir el derrumbe de los beneficios, exige una permanente expansión imperialista, un ininterrumpido ensanchamiento del "espacio vital".
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El recurso de financiar el crecimiento industrial con emisiones de moneda de curso forzoso...
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Es fácilmente inteligible que sólo un estado autocrático, una férrea dictadura, puede llevar adelante este programa.
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El oro juega, pues, un papel decisivo en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Si la autarquía fascista se extendía indefinidamente, el oro perdía su razón de ser, dejaba de ser necesario.
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Destacado esto; ¿no está el mundo financiero entorno al dólar repitiendo lo que eje fascista hace un siglo?... :pienso:

Sin acaloramientos, espero reflexiones... :pienso:

Yo hace años, que creo la situación actual es consecuencia de lo que he destacado en el texto, al menos desde que Nixon oficializó la ruptura del patrón oro (que bueno... seguramente ya venía rota de años atrás de endeudamientos maquillados...).

Me hace gracia porque me ha recordado a un hilo que abrí hace tiempo.
Lo que esta claro es que la impresora de los USA es de buena calidad porque no vean lo que da de si.:D
http://www.burbuja.info/inmobiliaria/burbuja-inmobiliaria/265691-lecciones-de-historia.html
 
Ná, no leáis estas magufadas.
Comprad deuda pública!!!

Seguid al rebaño!!!
 
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