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Madmaxista
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Hoy en el confidencial:
Lo de Astroc como crisis de expectativas de una España, la de ZP, que anuncia su bancarrota
Federico Quevedo - 27/04/2007
Lo malo de los optimistas antropológicos, como el presidente Rodríguez, es que no son capaces de ver más allá de la distancia que separa la punta de su nariz de la retina de sus ojos. Lo peor no es que vaya por ahí alardeando de una situación económica que, si es buena, que lo es, no es el resultado favorable de su gestión, sino que por creérselo y pretender que los demás aplaudamos con las orejas, Rodríguez está ciego ante la verdadera dimensión de lo que esta ocurriendo, y puede ser que cuando quiera darse cuenta nos encontremos al borde de un batacazo descomunal, y entonces sea demasiado tarde.
Claro que, en cualquier caso, pedirle a este hombre que, además de pavonearse, haga algo positivo, es como pedirle peras a un alcornoque. Unos días después de que Rodríguez hiciera el paripé del España va bien, mejor que bien, reinventando el eslogan que popularizó Aznar –claro que él tenía razones-, la economía real, que va por otros derroteros que la oficial, le ha dicho que tu tía, y lo ha hecho de la mano de uno de los valores estrella de la bolsa, ejemplo nítido de la España del enriquecimiento rápido y el pelotazo financiero que tanto les gusta a estos sociatas. Lo de Astroc ha sido como darnos de bruces con la realidad, todo un ejemplo para quienes confían en la economía especulativa.
Porque lo que ha ocurrido esta semana en la bolsa tiene mucho que ver con el estado real de nuestra economía. No con las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, que esas van bien, muy bien, sino con lo que de verdad está pasando en nuestra estructura económica, y que tiene mucho que ver con una crisis de expectativas sin precedentes.
Pero, ¿qué podíamos esperar en esta España de zambomba y pandereta a la que nos ha llevado un Gobierno que igual negocia con terroristas y sucumbe a sus chantajes, que trata con populistas nacionalizadores, rompe los consensos, practica el intervencionismo, aniquila la Constitución, fomenta el sectarismo y se rodea de una panda de amiguetes a los que llenar las alforjas de sustanciosos beneficios? Pues lo que ha pasado, que empresas y consumidores han entrado en un declive de proporciones que, hoy por hoy, no podemos aventurar, pero habrá que estar atentos en los próximos meses a algunos indicadores económicos para saber realmente cual es el alcance de la crisis. Una crisis que se refleja en tres aspectos que hay que tener en cuenta para analizar el medio plazo de la evolución de los mercados financieros.
Veamos. Lo de Astroc y el crash bursátil del sector del ladrillo tiene mucho que ver, de entrada, con la ralentización del mercado inmobiliario. Y es que, aunque la ministra Trujillo se congratule de que se haya frenado la tendencia al alza de los precios de los pisos, lo cierto es que este hecho tiene consecuencias en el sector de la construcción, y muchas empresas empiezan a ver a medio plazo problemas en sus cifras de negocio.
Algo parecido les ocurre a los consumidores, sobre todo a los propietarios de vivienda quienes, por un lado, sufren el encarecimiento de su hipoteca por el efecto al alza de los tipos de interés y, por otro, observan como sus propiedades no se revalorizan a la misma velocidad que antes, y eso tiene un efecto sobre el consumo desde el momento en el que enfría las expectativas.
Y, en tercer lugar, en los próximos meses vamos a asistir a un freno importante en la concesión de créditos, sobre todo a las rentas medias y bajas, los llamados mileuristas que hasta ahora conseguían dinero rápido y fácil en cualquier sucursal bancaria. La combinación de las tres facetas es lo que lleva a pensar a algunos analistas que la economía puede estar a las puertas de lo que he llamado al principio batacazo.
Y es que este Gobierno, en lugar de trabajar activamente a favor de la consolidación de un sistema económico serio y competitivo, ha vuelto a caer en algunos errores del pasado, los mismos que llevaron a Felipe González a rodearse de kios, condes, rubios, etcétera, y que con este Ejecutivo se llaman sebastianes y arenillas. Es la misma cultura del dinero fácil y del enriquecimiento rápido que llevó a España a la crisis del 92.
La cultura de los amiguetes que no son capaces de separar su responsabilidad como empleados públicos, por ejemplo, como vicepresidentes de la CNMV, de su actividad privada, y así ocurre que todo un señor número dos del principal órgano que regula los mercados financieros acepta cenas de a 1.400 euros que, aunque no sean constitutivas de un delito, cuando menos son éticamente reprochables y reprobables, porque afean su conducta y hacen dudar muy seriamente de la independencia, que debe ser la virtud esencial de un cargo de semejante responsabilidad. Pero estos señores del PSOE y sus amigos tienen la mala costumbre de creerse que las instituciones para las que trabajan son cortijos en los que pueden hacer de su capa un sayo, y así nos va.
Por eso lo de Astroc hay que verlo como lo que es, la punta del iceberg de una sociedad que, arrastrada por una apatía favorecida desde el poder, ha entrado en una dramática crisis de expectativas, que es la consecuencia inevitable de una crisis de valores que nos lleva a aceptar como inevitables muchas de las barbaridades que están haciendo estos señores del Gobierno, que no dudan en mentir a destajo e insultar sin contemplaciones para esconder las verdaderas intenciones que ocultan detrás de decisiones como las de la OPA de Endesa, las permisividad con ETA-Batasuna, etcétera.
Ya se que decir esto me costará que muchos me acusen de ser un mal profeta y un pesimista... pero eso mismo le dijo Rodríguez a Rajoy la semana pasada recordándole al líder del PP lo bien que iba la bolsa, y ya saben ustedes lo que pasó unos días después. Claro que, a lo mejor, eso también tiene que ver con la fama que se está ganando Rodríguez... Ya saben, mejor que no les desee buena suerte, porque el efecto suele ser justo el contrario. El problema es que, si fuera eso, al menos nos lo podríamos tomar con cierta sorna, pero todo apunta a que en el fondo, la base de iceberg es enorme.
Enlace: http://www.elconfidencial.com/cache...s_expectativas_espana_anuncia_bancarrota.html
Lo de Astroc como crisis de expectativas de una España, la de ZP, que anuncia su bancarrota
Federico Quevedo - 27/04/2007
Lo malo de los optimistas antropológicos, como el presidente Rodríguez, es que no son capaces de ver más allá de la distancia que separa la punta de su nariz de la retina de sus ojos. Lo peor no es que vaya por ahí alardeando de una situación económica que, si es buena, que lo es, no es el resultado favorable de su gestión, sino que por creérselo y pretender que los demás aplaudamos con las orejas, Rodríguez está ciego ante la verdadera dimensión de lo que esta ocurriendo, y puede ser que cuando quiera darse cuenta nos encontremos al borde de un batacazo descomunal, y entonces sea demasiado tarde.
Claro que, en cualquier caso, pedirle a este hombre que, además de pavonearse, haga algo positivo, es como pedirle peras a un alcornoque. Unos días después de que Rodríguez hiciera el paripé del España va bien, mejor que bien, reinventando el eslogan que popularizó Aznar –claro que él tenía razones-, la economía real, que va por otros derroteros que la oficial, le ha dicho que tu tía, y lo ha hecho de la mano de uno de los valores estrella de la bolsa, ejemplo nítido de la España del enriquecimiento rápido y el pelotazo financiero que tanto les gusta a estos sociatas. Lo de Astroc ha sido como darnos de bruces con la realidad, todo un ejemplo para quienes confían en la economía especulativa.
Porque lo que ha ocurrido esta semana en la bolsa tiene mucho que ver con el estado real de nuestra economía. No con las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, que esas van bien, muy bien, sino con lo que de verdad está pasando en nuestra estructura económica, y que tiene mucho que ver con una crisis de expectativas sin precedentes.
Pero, ¿qué podíamos esperar en esta España de zambomba y pandereta a la que nos ha llevado un Gobierno que igual negocia con terroristas y sucumbe a sus chantajes, que trata con populistas nacionalizadores, rompe los consensos, practica el intervencionismo, aniquila la Constitución, fomenta el sectarismo y se rodea de una panda de amiguetes a los que llenar las alforjas de sustanciosos beneficios? Pues lo que ha pasado, que empresas y consumidores han entrado en un declive de proporciones que, hoy por hoy, no podemos aventurar, pero habrá que estar atentos en los próximos meses a algunos indicadores económicos para saber realmente cual es el alcance de la crisis. Una crisis que se refleja en tres aspectos que hay que tener en cuenta para analizar el medio plazo de la evolución de los mercados financieros.
Veamos. Lo de Astroc y el crash bursátil del sector del ladrillo tiene mucho que ver, de entrada, con la ralentización del mercado inmobiliario. Y es que, aunque la ministra Trujillo se congratule de que se haya frenado la tendencia al alza de los precios de los pisos, lo cierto es que este hecho tiene consecuencias en el sector de la construcción, y muchas empresas empiezan a ver a medio plazo problemas en sus cifras de negocio.
Algo parecido les ocurre a los consumidores, sobre todo a los propietarios de vivienda quienes, por un lado, sufren el encarecimiento de su hipoteca por el efecto al alza de los tipos de interés y, por otro, observan como sus propiedades no se revalorizan a la misma velocidad que antes, y eso tiene un efecto sobre el consumo desde el momento en el que enfría las expectativas.
Y, en tercer lugar, en los próximos meses vamos a asistir a un freno importante en la concesión de créditos, sobre todo a las rentas medias y bajas, los llamados mileuristas que hasta ahora conseguían dinero rápido y fácil en cualquier sucursal bancaria. La combinación de las tres facetas es lo que lleva a pensar a algunos analistas que la economía puede estar a las puertas de lo que he llamado al principio batacazo.
Y es que este Gobierno, en lugar de trabajar activamente a favor de la consolidación de un sistema económico serio y competitivo, ha vuelto a caer en algunos errores del pasado, los mismos que llevaron a Felipe González a rodearse de kios, condes, rubios, etcétera, y que con este Ejecutivo se llaman sebastianes y arenillas. Es la misma cultura del dinero fácil y del enriquecimiento rápido que llevó a España a la crisis del 92.
La cultura de los amiguetes que no son capaces de separar su responsabilidad como empleados públicos, por ejemplo, como vicepresidentes de la CNMV, de su actividad privada, y así ocurre que todo un señor número dos del principal órgano que regula los mercados financieros acepta cenas de a 1.400 euros que, aunque no sean constitutivas de un delito, cuando menos son éticamente reprochables y reprobables, porque afean su conducta y hacen dudar muy seriamente de la independencia, que debe ser la virtud esencial de un cargo de semejante responsabilidad. Pero estos señores del PSOE y sus amigos tienen la mala costumbre de creerse que las instituciones para las que trabajan son cortijos en los que pueden hacer de su capa un sayo, y así nos va.
Por eso lo de Astroc hay que verlo como lo que es, la punta del iceberg de una sociedad que, arrastrada por una apatía favorecida desde el poder, ha entrado en una dramática crisis de expectativas, que es la consecuencia inevitable de una crisis de valores que nos lleva a aceptar como inevitables muchas de las barbaridades que están haciendo estos señores del Gobierno, que no dudan en mentir a destajo e insultar sin contemplaciones para esconder las verdaderas intenciones que ocultan detrás de decisiones como las de la OPA de Endesa, las permisividad con ETA-Batasuna, etcétera.
Ya se que decir esto me costará que muchos me acusen de ser un mal profeta y un pesimista... pero eso mismo le dijo Rodríguez a Rajoy la semana pasada recordándole al líder del PP lo bien que iba la bolsa, y ya saben ustedes lo que pasó unos días después. Claro que, a lo mejor, eso también tiene que ver con la fama que se está ganando Rodríguez... Ya saben, mejor que no les desee buena suerte, porque el efecto suele ser justo el contrario. El problema es que, si fuera eso, al menos nos lo podríamos tomar con cierta sorna, pero todo apunta a que en el fondo, la base de iceberg es enorme.
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