12/3/2007 EDITORIAL
La opinión del diario se expresa solo en los editoriales.
Desde el viernes, las familias españolas con una hipoteca saben que la cuota mensual para devolver el préstamo, más temprano que tarde, se va a encarecer.
Y que si buscan mejores ofertas para ese pago mensual,
el Gobierno tampoco está en disposición de facilitárselo por la vía indirecta de que pague menos impuestos por este trámite, sujeto a la fe pública.
Ambas informaciones son pura coincidencia, pero no por ello van a aliviar las preocupaciones de
millones de hogares.
De un lado, el Banco Central Europeo revisó al alza su tipo de interés al que presta euros a la banca privada, del 3,5% al 3,75%.
De otro, se confirmó que la futura ley de reforma del mercado hipotecario ya no prevé la reducción al mínimo de los gravámenes al renegociar la hipoteca.
Fastidia a quienes opten por hacerlo, pero también refleja una insensibilidad evidente:
ese impuesto es de competencia autonómica y quienes redactaron el proyecto de ley no tuvieron la mínima precaución de avisar.
Que el
BCE iba a subir los tipos en marzo ya se anunció en octubre.
Que
haya sido necesario es más dudoso, porque
la inflación (recalculada y recocinada) en los países del euro está por debajo del 2%, pese a que los países más determinantes siguen creciendo por encima de lo previsto.
Las explicaciones varían desde
la necesidad de presionar a los sindicatos para mantener 
: la moderación salarial, hasta las declaraciones del gran gurú de los mercados de capitales, Alan Greenspan, que
profetizó una recesión en ciernes en EEUU.
La cuestión de fondo es que
millones de familias españolas, mucho más que las del resto de Europa, dependen de la estrategia de tipos del BCE.
Es esa cultura hipotecaria la que hay que cambiar.
