2007

najmah

Madmaxista
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Había tres tipos de ciudadanos: los que tenían recursos y podían permitírselo, los que no tenían recursos y renunciaban a su libertad (a favor de los primeros) y los que careciendo de recursos se aferraban a su libertad.
Así pues, sólo existían dos formas de acceder a él, bien a través del dinero (una suma que, aunque se pagaba por lo mismo, era cada vez más elevada), bien a través del estado, que, no pudiendo hacer frente al elevado gasto, se veía obligado a realizar sorteos más o menos periódicos, de forma que la parte aun libre y sin recursos de la población pudiera acceder de vez en cuando a él.
Huelga decir que cuando un ciudadano lo conseguía, automáticamente entraba en la gran rueda que hacía que el mecanismo siguiera girando, pues nadie se desprendía de él por menos del esfuerzo que había empleado en su adquisición.
Los ciudadanos de primera, los que tenían recursos, eran cada vez más ricos y poseían a más ciudadanos de segunda (pues les habían cedido su libertad). Los ciudadanos de segunda eran esclavos, pero se sentían superiores por el mero hecho de haber accedido al bien más preciado. Los ciudadanos de tercera eran despreciados en la gran maquinaria (hasta su imprevisible inclusión, claro), pero algunos preferían esto a la pérdida de su amada libertad.
Al final, tanto los ciudadanos de segunda como los de tercera, terminarían siendo esclavos (en mayor o menor medida), porque no había forma de subsistir sin acceder a él, pero nadie sabía lo que sucedería en que todos hubieran aceptado el chantaje y la libertad fuera un recuerdo cada vez más lejano.


¿A qué suena a ciencia-ficción?
 

notengodeudas

Remero del PIB
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Taronchakistán
Sí, sobre todo el último párrafo. Enn-que no estoy muy despierto hoy

"pero nadie sabía lo que sucedería en que todos hubieran aceptado el chantaje y la libertad fuera un recuerdo cada vez más lejano"




(Bromas aparte, ¿qué es, el soylent green? )
 

najmah

Madmaxista
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En la octava economía mundial los Gobiernos regionales reparten viviendas en una rifa
Lunes, 12 de marzo de 2007
Es un espectáculo increíble en la España del billón de euros de PIB. Los Gobiernos regionales reparten pisos a ciudadanos afortunados en una rifa para comprar o alquilar a precios más bajos que el mercado. Una performance entre la política y el interés humano, con canciones de la película Amelie para cerrar el acto.

Varios miles de personas -cinco mil solicitudes- sentadas en las gradas de un abarrotado Palacio de Congresos y los políticos en la ceremonia de los Oscar de la VPO y el alquiler. And the winner is…

Algo más de 1.170 pisos para alquilar en los barrios de Vallecas y la Ventilla de la capital. Esperanza Aguirre subida en su atril como matrona de la idea prometiendo pisos tras la lotería de los alquileres. No se preocupen, a los que no les toquen, vamos a construir otras 80.000 viviendas.

Los allí presentes, jóvenes menores de 35 años, separados, divorciados, minusválidos y mayores de 65, todos con sueldos inferiores a los 28.000 euros anuales -además de los del cupo general- así era el escalafón establecido- vivieron una especie de sorteo de la bonoloto con griterío y escenas de alegría típicas de la Navidad en el salón de la Lotería Nacional. Réditos políticos asegurados.

Un espectáculo radiado y televisado por algunas emisoras locales con declaraciones y testimonios de reality show. Auténticos dramas sociales de jóvenes y mayores en situaciones impropias de una economía desarrollada.

Un sorteo con ordenador que permitirá a todos estos agraciados conseguir una vivienda digna en la que poder vivir en condiciones razonables, a precios asequibles, porque la alta cotización de la vivienda ha dejado fuera del mercado a colectivos enteros. Entre 250 y 400 euros el mes de alquiler, dependiendo de los metros.

Mileuristas y menosdemileuristas de todas las edades y condiciones que tienen vetado el mercado de la compraventa de vivienda, ni siquiera con hipotecas de por vida. Trabajadores que tienen prohibido acudir al mercado del alquiler porque simplemente no está a su alcance y se ven obligados a vivir en cuchitriles, aseados, pero indignos de una sociedad en la que el bienestar aparece en el frontispicio de todos los programas electorales. Para eso, para que no se cumplan.

Juani, 34 años, dos niñas, vive en 30 metros cuadrados. Duerme en el sofá cada noche. Pilar, 70 años, paga 800 euros de alquiler, gana 1.000. No llega ni a mitad de mes. Y así una retahíla de casos que muestran la otra realidad de la fiebre constructora. El boom de la vivienda y el de la construcción, que supone alrededor del 18% del PIB y da empleo a tres millones de personas, ha creado estos monstruos pese a ser el puntal de la economía.

Riqueza para todos, pero especialmente a espuertas para unos cuantos. España ingresa en la lista de Forbes, de los ricachones del mundo, gracias a los señores del ladrillo.

Y un mercado que se ha pasado de rosca, que muestra sus imperfecciones y que ha logrado situar en las grandes ciudades el metro cuadrado a unos precios directamente inaccesibles incluso para la clase media.

Jóvenes e pagapensiones han sido expulsados directamente de este mercado, así que lo que queda es esperar a que toque un piso en la Lotería del gobierno regional cuando se acercan las elecciones, que la memoria es débil.

En la octava economía del mundo tenemos un problema propio de las economías menos desarrolladas. El acceso a la vivienda -tanto en propiedad como en alquiler- no es posible para todos. De ahí estos performances políticos que rozan el reality masivo. Lo curioso es que se repite habitualmente en las distintas comunidades de la piel de toro, siempre con los políticos de turno en primera fila repartiendo dádivas a los ciudadanos. Entren en el fotomatón y disfruten.
http://www.elconfidencial.com/opinion/indice.asp?id=2453&edicion=12/03/2007