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]¡Antisistema!
"¿Caben los okupas en el sistema capitalista Los que sí caben son los especuladores que acumulando propiedades que no utilizan privan de ellas a quienes pudieran necesitarlas"
Josu Montalbán
Una Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona se ha declarado "antisistema". Inmediatamente le han salido a replicar los que son "prosistema" para advertirla que debe pensar dos veces lo que vaya a decir o para acusarla, con sorna, de haber inventado una nueva categoría que es "antisistema con coche oficial". El Sistema es así de cruel y absurdo: en cuanto uno se rebela y le muestra sus vergüenzas, lanza a sus esbirros serviciales para que le vilipendien y desacrediten sus palabras. Al sistema no le basta con someter a todo el mundo a sus caprichos sino que además les obliga a hablar siempre bien de él o, al menos, a no hablar demasiado mal.
El debate se ha suscitado porque la citada concejala, Imma Mayol, se ha referido a uno de los aspectos más espinosos del problema de la vivienda en los siguientes términos: «Cuando se ocupan espacios desocupados y se les da una función social, me siento más cerca de un okupa que de un especulador». La frase es impecable. ¿Quién no prefiere a un okupa, siempre y cuando demuestre su necesidad de vivienda y escasez de recursos económicos, que a un especulador? ¿No es acaso el movimiento okupa una voz de alarma, quizás desmesurada pero real, de uno de los problemas que más preocupan a los ciudadanos españoles? Probablemente, quien disponga de una vivienda vacía y sin destino de uso a corto plazo, estará temblando porque teme que pueda ser invadida y "ocupada", pero cabe preguntarle: ¿para qué la tiene? Como método de ahorro, ser dueño de una vivienda vacía y ociosa sólo reporta beneficios si se especula con ella. ¿No es inmoral especular con bienes que son básicos para la vida de las personas y, a su vez, que son tan escasos en relación con las necesidades, como es la vivienda?
Si el sistema ampara a quienes atesoran espacio público que debiera estar repartido, yo también soy antisistema. Si el sistema admite sin sonrojarse que haya quien dispone de tres viviendas, mientras otros no pueden adquirir siquiera una covachuela para resguardarse del frío, yo también soy antisistema. ¿Qué es más apremiante, facilitar el ejercicio del derecho a la vivienda o preservar el derecho a la propiedad privada sin ninguna función social? No me cabe ninguna duda de que la ocupación de inmuebles abandonados o viviendas desocupadas va a ser el detonante que obligue a los Gobiernos a abordar qué tratamiento han de tener las posesiones de los acaudalados que no revierten en algún fin social. Si hay, ahora mismo, viviendas desocupadas es porque lo demanda el mercado y porque es él el que ha visto un filón importante de beneficios en el sector inmobiliario y de la construcción. No hay que olvidar que el mercado es a la postre el sistema. Quien se atreve a criticar las leyes tácitas y secretas que rigen el mercado, es tachado de enemigo de él y, por tanto, un antisistema. Se trata, sin duda, de una mentira tan grande como útil para el propio sistema.
Porque lo grave es que, previamente, el sistema y sus esbirros ya se han ocupado de extender la idea de que los que se oponen total o parcialmente al sistema son peligrosos, o son terroristas, o son revolucionarios. El sistema quiere a las gentes resignadas, vencidas y convencidas de que no hay ningún otro camino posible que el que él dibuja. El sistema no tiene ni un solo mecanismo o instrumento destinado a rectificar sus actitudes o conductas, ni las de sus adeptos ni las de sus adversarios. Ciertamente, sus adeptos no precisan de ninguna rectificación, pero para quienes se sublevan, aunque sea circunstancialmente, bien pudiera el Sistema inventar fórmulas para que pudieran interferir en él. Pero no, quien se sale del Sistema se convierte en un proscrito de él, un irrecuperable, un enemigo de lo "normal".
A remolque de la concejala catalana ha salido otro concejal del mismo Ayuntamiento que ha pedido un marco legal que ampare a quienes ocupan pisos vacíos. Si la concejala ha sido tachada de "antisistema" sólo por opinar, ¿de qué no tacharán a éste concejal, de apellido Portabella, que pretende que la ley pueda amparar a los okupas? El sistema, y sus adeptos, tiemblan cada vez que alguien que está instalado en los aledaños del poder responde con prudencia ante la rebeldía y el grito de los más necesitados, casi siempre desesperados y desesperanzados. Así que los concejales de derechas del mismo Ayuntamiento ya han pedido al alcalde que les cese, porque el sistema quiere que el poder se rinda a sus objetivos y ejerza sus funciones con la máxima contundencia contra sus enemigos. Pero, ¿acaso el mundo y sus habitantes habrían evolucionado, mejorado o cambiado si no hubiera sido por los "antisistema" de cada época?
Lo preocupante es que las ideologías se supeditan al sistema de tal modo que llegan a convertirse en sus más fervorosas protectoras. La derecha siempre ha preconizado sistemas rígidos y perfectamente delimitados, sin preocuparles después que el sistema sea imperfecto e incluso perverso. ¿Y las izquierdas? En el plano teórico, al menos, ambas debieran propugnar sistemas bien diferentes, sin embargo fueron cayendo una a una todas las doctrinas políticas, sociales y filosóficas salvo el capitalismo (que es principalmente una doctrina económica), que se ha convertido en el marco insalvable del sistema. ¿Caben los okupas en el sistema capitalista? Terrible pregunta. Los que sí caben, porque forman parte de su misma esencia, son los especuladores que, acumulando propiedades que no utilizan, están privando de ellas a quienes las pudieran estar necesitando con urgencia. El actual sistema reporta muchas más razones para aborrecerle y rechazarle que para admirarle y admitirle. ¿Cómo aceptar un sistema que genera pobreza y desigualdad social en la medida que éste lo genera?
Puede que los okupas no sean un dechado de virtudes, pero los especuladores representan la encarnación de lo más ruin de la condición humana. Por eso, al menos en esto, yo también soy antisistema.
Nota: Absténganse de sacar del contexto en que está escrita la frase con que doy término a este artículo.
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