lm386
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Esta tarde pasé por la puerta y inmediaciones de un instituto de FP y me he llevado una impresión bastante lamentable. Además del lógico niñaterío, me he encontrado con una población estudiantil mayor de 40 y tantos, he incluso 50, que estaban apoyados unos contra una pared y otros arejuntados con otros estudiantes de una quinta parecida. Incluso alguno comiendo se un bollicao, como si fuera un tierno infante. Evidentemente la proporción de alumnos mayores era menor que la de estudiantes jóvenes, pero no era una proporción poco apreciable. Mucho parado de larga duración terminan haciendo algún curso de FP, esperanzados en encontrar un puesto de trabajo medianamente cualificado, cuando terminen los 3 años de media que se necesitan, para terminar un grado superior o una FP2, aunque en realidad, según la estadística, cuanto más años en paro y más años se tiene, sobre todo cuando se superan los 40 años, más fácil es que nunca más se vuelva a trabajar y las estadísticas están ahí.
Ahora estoy empezando a ver realmente la crisis, se empiezan a ver detalles y gestos que hace un año o dos no se veían y que ahora empiezan a notarse y eso de ver la puerta de un instituto, con gente de cuarenta y tantos, con cara de puffff, yo que hago aquí, es un poema.
Quizás esta historia pueda considerarse banal y probablemente lo es, pero este relato que cuento, junto con otras cosas que se ven y se oyen, va sumándose a una realidad, que cada vez es más de crisis profunda y en muchos casos, para muchas personas, esta crisis es el fin de su proyecto vital, aunque suene a catastrofista. Solo hay que abrir un poco los ojos y fijarse en algunos detalles para darse cuenta de que la cosa no es que esté empezando a ponerse antiestética, si no más bien, que la cosas en este momento está realmente antiestética, aunque no se vean gente con harapos, mal aseadas o extremadamente delgados, que es la imagen que tiene mucha gente de pasarlo realmente mal. La cosa en muchos casos está realmente mal, lo que pasa es que todavía tienen para comer y pueden asearse, pero lo que es dinero, en este momento hay mucha gente que sin exagerar, no tienen ni un euro en el bolsillo para tomarse un café.
Ahora estoy empezando a ver realmente la crisis, se empiezan a ver detalles y gestos que hace un año o dos no se veían y que ahora empiezan a notarse y eso de ver la puerta de un instituto, con gente de cuarenta y tantos, con cara de puffff, yo que hago aquí, es un poema.
Quizás esta historia pueda considerarse banal y probablemente lo es, pero este relato que cuento, junto con otras cosas que se ven y se oyen, va sumándose a una realidad, que cada vez es más de crisis profunda y en muchos casos, para muchas personas, esta crisis es el fin de su proyecto vital, aunque suene a catastrofista. Solo hay que abrir un poco los ojos y fijarse en algunos detalles para darse cuenta de que la cosa no es que esté empezando a ponerse antiestética, si no más bien, que la cosas en este momento está realmente antiestética, aunque no se vean gente con harapos, mal aseadas o extremadamente delgados, que es la imagen que tiene mucha gente de pasarlo realmente mal. La cosa en muchos casos está realmente mal, lo que pasa es que todavía tienen para comer y pueden asearse, pero lo que es dinero, en este momento hay mucha gente que sin exagerar, no tienen ni un euro en el bolsillo para tomarse un café.
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