perroflauta
Madmaxista
Cuñada Ninja VII: “El retorno del Rey”. Relato de despedida.
Estimados conforeros, burbujos todos.
Comparezco ante ustedes para hacerles partícipes de una buena nueva: Las Guerras Ninja han llegado a su, Tochovista mediante, definitivo final.
En el último episodio de Crónicas Perroflaúticas les confesaba como, ante el inminente desembarco en mis dominios de mi cuñadísima y su consorte (Gafapasta I de Albión), este humilde servidor de la muy leal orden de la Lonchafina barajaba seriamente la posibilidad de llevar a cabo una retirada estratégica al reducto que, dado mí título de “Senescal de los Containers “, poseo en los Páramos de Arganda del Rey.
Finalmente opté, sin embargo, por aguardar un tiempo prudencial en mi morada principal con el fin de dilucidar las verdaderas intenciones del invasor. Gracias a mi legendaria perspicacia, me bastaron unas pocas lunas para deducir, en base únicamente a su voluminoso equipaje y su promesa de marchar en cuanto consiguiesen un empleo en el jardín de las oportunidades hispanistaní , que la duración de la ocupación amenazaba con parecerse a la de los jovenlandeses en el 711.
Al peculiar sentido de la convivencia de la infernal pareja se unió la tentación que suponía la constante visión de mi voluptuosa cuñadísima desfilando en paños menores por la casa con el fin de combatir los primeros calores estivales, los descuidos en la ducha, los cambios de ropa realizados en unos aposentos que aportan pocas facilidades a la intimidad , su aversión a las ropa interior… y un sinfín de otras oportunidades de acceso a contemplar a placer a una Diosa sólo comparable a Natalie Portman con el par de bocadillos que le faltan.
Me precio de conocer a mis hermanos burbujistas y por ello prometo no ahondar más en detalles y testimonios gráficos relativos a tan mundanal cuestión para centrarme en su lugar en el relato de los acontecimientos históricos, los cuáles resultarán, sin duda, mucho más de su interés.
Así pues, dado lo insostenible de mi posición, resolví practicar la inicialmente prevista retirada estratégica y dejar expedito al ejército invasor el camino al disfrute de mis dominios. Soy consciente de que, para mentes poco duchas en el arte de la guerra, mi conducta puede parecer una muestra intolerable de cobardía. Es el caso de “DosTelediarios”, un yonki compadre de andanzas juveniles en avanzado estado de descomposición que no tuvo reparos en calificarme de iluso calzonazos durante la última terapia de grupo que solemos celebrar semanalmente junto a otros crápulas en la cafetería-bar “El Tugurio Infecto”.
Adivino lo que estaréis pensando estimados burbujos. ¡Qué osada es la ignorancia! . ¿ Alguien en su sano juicio calificaría de iluso calzonazos a los generales rusos y soviéticos que se retiraron una y otra vez ante Napoleón o Hitler sólo para acabar ofreciéndoles ración doble de “General Invierno”?. En efecto, mi talento militar, equiparable al de aquellos genios, me llevó, poniendo en peligro la relación con mi señora y renunciando a las comodidades de mi castillo, a ceder terreno para preparar el contraataque en el momento oportuno.
De este modo emprendí la senda del exilio confiando el éxito de mi estrategia a una sola baza: los ovarios de mi señora. Tras una semana de incertidumbre, espías infiltradas entre su grupo de amigas me transmitieron los primeros partes de batalla favorables: mi santa comenzaba a experimentar inflamación en los genitales como consecuencia de verse obligada a realizar en solitario las tareas de limpieza, orden público y aprovisionamiento de la nevera. Tan sólo una semana más y la inflamación de gónadas de mi señora alcanzó su cenit de tal forma que el pasado sábado se desató el infierno en mi ex-morada. Recibí un mensaje en el que mi compañera me informaba de que el ejército invasor había sido expulsado de vuelta a la Gran Bretaña y que podía regresar a hogar.
Me complace así narrar como un Rey, desde mi sillón en la terraza mientras fumo hierba de la Comarca y suena “Nothing Else Maters”, el fin de las Guerras Ninja. Espero haber sido un digno miembro de la orden burbujista .No dudéis que, en caso de que el invasor regrese me encontrará de nuevo dispuesto para la batalla. No dudaré en volver a abandonar mi hogar y dejar que mi señora le muestre quién manda en mis dominios.
Sirva esta crónica como relato de despedida de este humilde servidor. La vida real me reclama y hay asuntos que debo resolver.
Ha sido un placer contar con su compañía a lo largo de este cruento conflicto.
Que Tochovista reparta suerte.
Un saludo y hasta siempre.
Perroflauta.