Pues yo, muchos de los treintañeros que conozco que viven todavía con sus padres, lo hacen por mera comodidad y cara dura.
Claro, no pueden comprarse un piso porque el que quieren, que es menos cómodo que el piso-hotel de sus papás, es demasiado caro y no les conceden ninguna hipoteca. Opciones como un piso más pequeño y renunciar al adosado, o irse de alquiler, o compartir, eso ni pensarlo, que para eso se quedan en el adosado de sus padres que para algo tienen la buhardilla-picadero en usufructo.
Eso sí, letra del Golf, escapadas cada puente, ropa molona, copas y fiestas cada fin de semana... El colmo que conozco es uno de mis conocidos: Sus padres tienen un piso que alquilan a una familia, a muy buen precio. Mi conocido podría perfectamente pagar ese alquiler a sus padres, incluso pagar un poco menos si sus padres le hacen el favor, e irse a vivir allí, pero él ni se lo plantea. Porque, claro, no le compensa tener que poner la lavadora, tener que apretarse el cinturón, tener que limpiar y tener que pagar un recibo de alquiler. Y de compartir, ¡ ni hablar !, porque para eso, comparten con su madre que, además, hace las veces de criada-limpiadora-planchadora y cocinera.
No puedes decirles en su misma cara que son unos getas porque, claro, tú qué sabes... que cómo están los pisos de caros. Como si yo no tuviera gastos y no pagara piso...
Pero ejjjjque, claro, tó ejjjjtá tan caaaro !!