Deadzoner
Madmaxista
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¿La Caixa se pone deflactaria?
¿La Caixa se pone deflactaria?
La competitividad exterior de la economía española en términos de precios y costes retrocede
La competitividad frente al exterior depende de múltiples aspectos. Los empresarios deben ser capaces de adaptarse al nuevo y cambiante entorno internacional, buscando las ventajas comparativas de sus productos y acertando en su introducción en el mercado. En una economía como la española, cuyas exportaciones de bienes y servicios comerciables son de un nivel tecnológico medio, es importante también la evolución de los precios y costes relativos. La trayectoria de la competitividad desde este punto de vista se puede cuantificar a través de los índices de competitividad, que se construyen comparando la evolución de la inflación y de los tipos de cambio de un país frente a los de sus principales socios comerciales.
El índice de competitividad de España frente a los países desarrollados medido con los precios de consumo durante los últimos quince años ha variado significativamente, pudiéndose distinguir distintos periodos. Al principio de la década de los noventa este índice mostraba una acusada pérdida de competitividad después de la entrada de la peseta en el Sistema Monetario Europeo a un tipo de cambio elevado. Las sucesivas devaluaciones que tuvieron lugar a partir de septiembre de 1992 supusieron una importante ganancia de competitividad. La estabilidad macroeconómica de los años que precedieron a la incorporación de la peseta en el euro en 1999 contribuyó a mantener el nivel competitivo de la economía española. Además, la devaluación del euro en los primeros años de su existencia también benefició el nivel del índice. No obstante, a partir de la década actual se ha producido una continua pérdida de competitividad, como se puede apreciar en el gráfico adjunto, ya que el superior diferencial de inflación con los países desarrollados no ha podido ser compensado por una depreciación del tipo de cambio.
Especialmente relevante es la evolución de la competitividad respecto a los países de la eurozona, nuestros principales socios comerciales. En este caso, la evolución del índice a partir del lanzamiento del euro se reduce al comportamiento del diferencial de inflación con estos países, persistentemente superior. De esta manera, desde el final de la década de los noventa España ha sufrido una sensible pérdida de competitividad con relación a los países del área del euro.
Si en la elaboración del índice utilizamos los costes laborales unitarios, en la década actual también se observa una evolución desfavorable, tanto frente a los países desarrollados como respecto a los países del área del euro. Esto es debido tanto a un mayor crecimiento de la remuneración por asalariado como a un pobre aumento de la productividad.
El panorama varía si en vez de tomar los precios de consumo relativos consideramos los precios de exportación. En este caso, también se distinguen las fases de pérdida de competitividad a principios de los noventa y de una gran ganancia después de las devaluaciones de 1992-95. Sin embargo, la situación se ha mantenido bastante estabilizada a partir de 1999, especialmente frente a los países de la zona del euro. Ello se explica porque con la intensificación de la competencia a causa de la globalización, los precios de los bienes y servicios comerciables han tendido a igualarse en los mercados internacionales.
Esto hace pensar que en esta coyuntura los márgenes de las empresas exportadoras se pueden haber resentido. Así, el margen de exportaciones estimado por el deflactor de las exportaciones dividido por el coste laboral unitario experimentó caídas en los primeros años de la década actual. No obstante, el año pasado empezó una cierta recuperación. Por otro lado, la rentabilidad relativa de las exportaciones, estimada por el deflactor de las exportaciones dividido por el deflactor del producto interior bruto, presenta una evolución similar, como se puede observar en el gráfico adjunto.
Dado que los productos comerciables, los sujetos a la competencia internacional, se concentran en el sector de las manufacturas, vale la pena analizar la evolución de los precios y costes relativos en este apartado. Así, el índice de competitividad en relación con los países desarrollados medido con los precios industriales muestra un perfil similar al índice con los precios de consumo, si bien la pérdida de competitividad en los últimos años es un poco inferior. En cambio, si usamos los costes laborales unitarios en el sector manufacturero, la pérdida de competitividad en los últimos años es superior incluso al caso de los costes laborales del conjunto de la economía.
En resumen, se aprecia un problema de competitividad-costes de la economía española, si bien el retroceso respecto a nuestros socios comerciales no es de momento excesivo. Este déficit de competitividad proviene en parte de unas mayores tensiones inflacionistas y de una baja productividad. Para hacer frente a la competencia exterior, las empresas deben poner en juego sus mejores artes en gestión, tecnología, comercialización y financiación. Pero dado que actualmente no es posible el recurso a una devaluación competitiva del tipo de cambio es necesario además poner las condiciones adecuadas para que la evolución de los precios y de los costes laborales apoye el esfuerzo de las empresas.