Vivimos en una jodida plutocracia.
El problema de la vivienda es uno de los problemas más graves que tiene actualmente este país. Podría añadir que, a día de hoy, es el problema más grande del mundo occidental y del propio sistema capitalista internacional. En España es muy posible que hayamos conseguido alcanzar el primer puesto en la lista de burbujas inmobiliarias, teniendo presente nuestros ingresos y las condiciones hipotecarias que generalmente contratan los españoles (prácticamente todo a tipo variable). Hay muchas posibilidades de que estemos ante una gran recesión internacional, comandada por USA. Entiendo que cada españolito ya tiene problemas suficientes en su vida diaria como para preocuparse por la macroeconomía internacional, pero no es menos cierto que en este país tenemos un handicap enorme en cuanto a conocimientos económicos-financieros básicos. Sólo así se explica que muchos españoles, la mayoría jóvenes (con una formación académica muy por encima de la que tuvieron sus padres), se hayan lanzando a una aventura hipotecaria de semejantes magnitudes, tanto en cantidades solicitadas como plazos requeridos.
Las comparaciones entre generaciones o épocas pasadas y presentes siempre pecarán de cierta superficialidad. Existen muchos factores que tendríamos que valorar. A pesar de ello, si bien no es cuestión ahora de dramatizar en exceso, tampoco los jóvenes deberíamos admitir ciertas lecciones ni sermones de nuestros progenitores. Nunca antes habían sido necesarios tantos años de sueldo integro para poder pagar una vivienda "normalita" (por no decir, peor, tanto en materiales, como acabados, como metros útiles). Además, la coyuntura nacional e internacional ahora mismo juegan en contra de los hipotecados, dentro del marco europeo, con una moneda fuerte (que no puede ser devaluada por ningún miembro de la UE, a título personal), la entrada de nuevos socios que coparan (como debe ser, por otra parte) con la mayoría de ayudas europeas, y con unos problemas graves estructurales motivados por una inflación preocupante (que obliga a subir los tipos de interés), fruto de otro problema grave, el fin del petróleo barato (o lo que es lo mismo, la proximidad al cenit de la producción del petróleo y la falta de alternativas reales para mantener los niveles de consumo y crecimiento actuales). En el caso concreto de la economía española, además debemos tener presente una serie de desequilibrios importantes que pueden complicar todavía más el asunto: déficit por cuenta corriente, baja productividad, excesiva dependencia del sector servicios (consumo interno) y de la construcción, entrada descontrolada de pagapensiones (en los tiempos de la dictadura fueron nuestros abuelos y padres los que emigraban), etc.
Dicho esto, me gustaría aclarar que en todo este asunto no hay un único culpable, pues todos somos culpables en cierta medida, todos hemos contribuido a inflar más la burbuja crediticia e inmobiliaria. Tal vez ha vencido el pragmatismo corto-plazocista, que nos empuja a consumir más y más(a costa, muchas veces, de solicitar más crédito), pero forma parte de nuestra escala de valores que cada día propagan todos nuestros medios de comunicación, nuestro entorno más cercano. Nadie quiere ser un perdedor, o perder calidad de vida (concepto, por cierto, muy subjetivo y fácilmente moldeable por las modas que tratan de imponernos). La solución o soluciones a tanto desaguisado no son obvias ni fáciles. En mi humilde opinión, hemos llegado a un punto de no retorno, difícilmente podemos evitar ya la recesión y sus consecuencias para todos nosotros y especialmente para los hipotecados hace dos o tres años. Sólo nos queda lanzar una serie de avisos (en medios alternativos y tradicionales, mediante manifestaciones, etc.), apoyados en datos objetivos, para aquellos que todavía no han entrado en esta alocada cadena de propietarios hiper-hipotecados. El alquiler no es una alternativa exenta de complicaciones y problemillas, pero a día de hoy, es una opción que ofrece más ventajas, incluso teniendo en cuenta la escasa legislación que existe y los escasos incentivos que promueven nuestros organismos gubernamentales.
Mientras tanto, mientras la burbuja no se desinfla, creo que también tenemos en nuestras manos una herramienta muy poderosa: nuestro voto. El que firma esta opinión lleva votando en blanco durante más de ocho años. Para algunos es un voto perdido, o un voto que favorece al partido o partidos que más votos han obtenido. Para mi es algo más, es un acto de rebeldía y al mismo tiempo un acto de justicia y responsabilidad cívica, que se opone a esta plutocracia que nos gobierna y que incumple aquel escrito (sagrado para muchos en determinadas circunstancias) que nos permitió entrar en una fase democrática, nuestra constitución. Y ojo, que ya no lo digo por el artículo 47, que tanto se menciona últimamente y que algunos interpretan mal, asociando de forma unívoca el acceso a una vivienda digna con la propiedad. Lo digo especialmente por el artículo 6, aquel que dice:
"Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos."
En el incumplimiento de esa última frase radica gran parte de los males de este país. El objetivo principal, tal como lo veo yo, debería estar enfocado a reivindicar que el artículo número 6 se cumpliera, obligando, en cierto modo (el debate vendría después de provocar el cambio) al poder ejecutivo a realizar los oportunos cambios (como resultado de un debate serio y responsable) en la ley electoral y las leyes que regulan la financiación de nuestras administraciones públicas (sustentada hoy en día de forma general por la recalificación del suelo). Desde mi punto de vista, la única opción para conseguir este objetivo pasa por un voto en blanco masivo. En las últimas elecciones generales, a pesar del 11M (y del 12 y el 13 y el propio 14), más de 400000 españoles votamos en blanco. Si consiguiéramos que esta cifra se multiplicara por 10, habríamos dado un primer paso importante para acabar con esta plutocracia.
Llamadme ingenuo, o utopista, pero no veo otra solución. Por una vez, dejad atrás vuestras simpatías hacia cierta ideología, o vuestros miedos hacia ciertos partidos. Por una vez votad en blanco y luchad por la defensa de vuestros derechos. Pásalo.