A
ARIEL BOLUDOVSKY
Guest
Ni paz ni guerra, sino todo lo contrario
GEES
No hay duda de que la mejor práctica es el combate y que, por fin,
entramos en la guerra que Aznar nos hurtó. Los españoles podemos estar
orgullosos de disponer de una fragata como la “Álvaro de Bazán”, la última
salida de los astilleros de Navantia. Es un excelente buque resultado de
la colaboración tecnológica entre España y Estados Unidos. Cumple
perfectamente los objetivos para los que fue diseñada y, además, supone
para nuestros astilleros la posibilidad de competir en un mercado global
con un producto de primera calidad.
Para una flota occidental el primer reto es ser capaz de incorporarse en
un grupo de combate formado por buques de distintos países. Las amenazas
mayores son comunes y la respuesta debe ser el resultado de una
combinación de medios. Pero esto no es tan fácil. Los sistemas
tecnológicos son hoy muy sofisticados y caros. Pocas armadas disponen de
naves que, de verdad, puedan integrarse en la red informática, en el
sistema de mando y control, que actúa como núcleo de un grupo de combate
aero-naval. Una cosa es estar y otra participar. Para esto último el buque
debe acoplarse sin dificultad, como un ordenador en una red de Ethernet.
Ese es el caso de nuestras modernas fragatas, dotadas del sistema Aegis,
el mismo de la U.S. Navy. El radar de nuestro buque informa al Estado
Mayor como cualquier otro de los radares del grupo, y recibe instrucciones
siguiendo los mismos procedimientos. La Armada española, que hace ya años
destaca entre las europeas, dispone ahora de un instrumento formidable
para potenciar su papel y el de España.
En el pasado mes de mayo la fragata realizó prácticas de tiro en Norfolk y
allí fue donde nuestro ministro de Defensa anunció que la “Álvaro de
Bazán” se integraría en un grupo de combate aero-naval norteamericano para
realizar prácticas. Algo absolutamente normal y beneficioso para nuestros
hombres. El sistema Aegis tiene un potencial extraordinario para obtener
información, establecer escudos antimisiles, y potenciar la actuación de
la aviación táctica. Su correcta utilización no se improvisa y qué mejor
práctica puede haber para nuestros marinos que comenzar a trabajar, como
un buque más, dentro de un experimentado grupo norteamericano.
La “Álvaro de Bazán” fue asignada al grupo aero-naval formado en torno al
portaviones Theodore Roosevelt. Primero navegaron en aguas del Atlántico,
luego del Mediterráneo y, finalmente, del Índico. El grupo, que no estaba
de maniobras, recibió órdenes de actuar en la operación “Cortina de
acero”, para eliminar grupos terroristas que actuaban, o se encontraban,
en torno a la frontera sirio-iraquí. Cabe suponer que cazas F-18
despegaron del portaviones para bombardear las posiciones asignadas. Todo
ello, naturalmente, bajo el sistema Aegis proporcionado, en parte, por
nuestra fragata.
El éxito de la operación es una gran noticia para nuestra Armada y para el
astillero, que lógicamente difundirá la noticia para atraer futuros
compradores. Los españoles nos podemos sentir orgullosos de que nuestros
militares estén en primera línea combatiendo al terrorismo islamista.
Algunos, como los miembros del GEES, nos sentimos especialmente
recompensados por el comportamiento del ministro Bono. Poco antes de la
invasión pedimos desde las páginas del diario ABC que España formara con
Holanda y otros estados europeos un grupo de combate aero-naval en torno a
nuestro portaeronaves “Príncipe de Asturias”, para estar desde un primer
momento en la campaña para derribar el gobierno dictatorial de Sadam
Hussein, culpable directo del asesinato de aproximadamente un millón de
sus conciudadanos, y la construcción de una democracia en el corazón del
mundo árabe. Entonces no lo conseguimos. Ahora, por fin, vemos nuestra
bandera ondear donde corresponde, junto a Estados Unidos y en contra del
terrorismo.
Un hecho así no debería ser objeto de polémica si no fuera porque el
Gobierno que lo ha autorizado ha llamado criminal al Presidente Bush, ha
retirado cobardemente nuestro contingente en Irak, ha ofendido
ridículamente la bandera de 300 millones de estadounidenses, ha animado a
otros estados a retirar sus tropas, ha abandonado a los iraquíes en su
difícil camino hacia la democracia y, sobre todo, no ha cesado de utilizar
el antiamericanismo tanto en política interior como exterior.
En el Ministerio de Defensa siguen padeciendo el síndrome de Toledo, por
el que creen que la realidad es como la plastelina, a la que se da la
forma que conviene o apetece en cada momento. Resulta que una fragata que
forma parte de un grupo de combate en misión de guerra está en prácticas.
¡Qué duda cabe de que está en prácticas! Tan cierto es eso como que
participó en una misión de guerra en Irak ¿Se imagina usted que alguien le
argumentara que un hipotético escuadrón de carros de combate Leopard
español había sido enviado con la Fuerza Expedicionaria para la ocupación
de Irak, pero que sólo iba para hacer prácticas? No hay duda de que la
mejor práctica es el combate y que, por fin, entramos en la guerra que
Aznar nos hurtó.
De todos es sabido que Bono no es hombre de convicciones, sino de
intereses o intuiciones. Un día se entrevista con Rumsfeld y al siguiente
empuja a España hacia una irresponsable política en Venezuela. Nunca es
casual. Siempre hay un porqué. Podemos tardar más o menos en averiguarlo,
pero es sólo cuestión de tiempo. De su sincera amistad con Rumsfeld
sabíamos que tenía mucho que ver con mostrar públicamente el fracaso de
Zapatero y Moratinos en Washington. Él si podía, sin retirar una coma de
sus declaraciones contrarias a la Guerra de Irak, mantener unas relaciones
normales, incluso afectuosas, con el Imperio. Pero Rumsfeld no regala
sonrisas ni despedidas a pie de puerta. Bono realizó interesantes
concesiones que poco a poco salen a la luz. Somos el primer contingente en
Afganistán, algo sorprendente si tenemos en cuenta lo mermado de nuestros
presupuestos. La cosa era cumplir con el Pentágono, aunque no se enviasen
los medios necesarios para que nuestros militares dispusieran de la
seguridad necesaria en el transporte. Ahora resulta que estamos en la
Guerra de Irak y que nos enteramos porque los redactores de El Mundose han
entretenido leyendo las páginas en la web de la U.S. Navy y de Navantia. ¿
Pero no habíamos quedado que una de las principales aportaciones del nuevo
gobierno socialista iba a ser que nunca más se iba a hurtar al Parlamento
la decisión del uso de la fuerza? Dime de lo que presumes y te diré de lo
que careces, recuerda nuestro refranero. O, si lo prefieren, antes se coge
a un mentiroso que a un cojo.
No podemos afirmar que el comportamiento de Bono sea extraño a la
tradición socialista. Recordemos que Felipe González nos ocultó el permiso
concedido a Estados Unidos para que sus aviones utilizaran las bases
españolas en la anterior guerra de Irak, que fue John Major, en unas
declaraciones realizadas en la sesión de control de los Comunes, quien nos
puso al tanto de la actividad de los B-52 sobre nuestro cielo y nuestro
suelo.
Sabemos que Bono nos ocultó concesiones hechas a Rumsfeld para ganar su
favor así como la presencia de la fragata Álvaro de Bazán en acciones de
combate en Irak. Resulta evidente que se saltó el preceptivo y ejemplar
debate en el Congreso. Pero nos queda por resolver la última incógnita, ¿
estaban informados Zapatero y Moratinos de las misiones que estaba
cumpliendo la fragata? ¿Eran plenamente conscientes del precio que ellos
estaban pagando para que Bono pudiera seguir practicando su guerra de
guerrillas privada contra su propio jefe?
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
--
http://www.betoniraq.com/
GEES
No hay duda de que la mejor práctica es el combate y que, por fin,
entramos en la guerra que Aznar nos hurtó. Los españoles podemos estar
orgullosos de disponer de una fragata como la “Álvaro de Bazán”, la última
salida de los astilleros de Navantia. Es un excelente buque resultado de
la colaboración tecnológica entre España y Estados Unidos. Cumple
perfectamente los objetivos para los que fue diseñada y, además, supone
para nuestros astilleros la posibilidad de competir en un mercado global
con un producto de primera calidad.
Para una flota occidental el primer reto es ser capaz de incorporarse en
un grupo de combate formado por buques de distintos países. Las amenazas
mayores son comunes y la respuesta debe ser el resultado de una
combinación de medios. Pero esto no es tan fácil. Los sistemas
tecnológicos son hoy muy sofisticados y caros. Pocas armadas disponen de
naves que, de verdad, puedan integrarse en la red informática, en el
sistema de mando y control, que actúa como núcleo de un grupo de combate
aero-naval. Una cosa es estar y otra participar. Para esto último el buque
debe acoplarse sin dificultad, como un ordenador en una red de Ethernet.
Ese es el caso de nuestras modernas fragatas, dotadas del sistema Aegis,
el mismo de la U.S. Navy. El radar de nuestro buque informa al Estado
Mayor como cualquier otro de los radares del grupo, y recibe instrucciones
siguiendo los mismos procedimientos. La Armada española, que hace ya años
destaca entre las europeas, dispone ahora de un instrumento formidable
para potenciar su papel y el de España.
En el pasado mes de mayo la fragata realizó prácticas de tiro en Norfolk y
allí fue donde nuestro ministro de Defensa anunció que la “Álvaro de
Bazán” se integraría en un grupo de combate aero-naval norteamericano para
realizar prácticas. Algo absolutamente normal y beneficioso para nuestros
hombres. El sistema Aegis tiene un potencial extraordinario para obtener
información, establecer escudos antimisiles, y potenciar la actuación de
la aviación táctica. Su correcta utilización no se improvisa y qué mejor
práctica puede haber para nuestros marinos que comenzar a trabajar, como
un buque más, dentro de un experimentado grupo norteamericano.
La “Álvaro de Bazán” fue asignada al grupo aero-naval formado en torno al
portaviones Theodore Roosevelt. Primero navegaron en aguas del Atlántico,
luego del Mediterráneo y, finalmente, del Índico. El grupo, que no estaba
de maniobras, recibió órdenes de actuar en la operación “Cortina de
acero”, para eliminar grupos terroristas que actuaban, o se encontraban,
en torno a la frontera sirio-iraquí. Cabe suponer que cazas F-18
despegaron del portaviones para bombardear las posiciones asignadas. Todo
ello, naturalmente, bajo el sistema Aegis proporcionado, en parte, por
nuestra fragata.
El éxito de la operación es una gran noticia para nuestra Armada y para el
astillero, que lógicamente difundirá la noticia para atraer futuros
compradores. Los españoles nos podemos sentir orgullosos de que nuestros
militares estén en primera línea combatiendo al terrorismo islamista.
Algunos, como los miembros del GEES, nos sentimos especialmente
recompensados por el comportamiento del ministro Bono. Poco antes de la
invasión pedimos desde las páginas del diario ABC que España formara con
Holanda y otros estados europeos un grupo de combate aero-naval en torno a
nuestro portaeronaves “Príncipe de Asturias”, para estar desde un primer
momento en la campaña para derribar el gobierno dictatorial de Sadam
Hussein, culpable directo del asesinato de aproximadamente un millón de
sus conciudadanos, y la construcción de una democracia en el corazón del
mundo árabe. Entonces no lo conseguimos. Ahora, por fin, vemos nuestra
bandera ondear donde corresponde, junto a Estados Unidos y en contra del
terrorismo.
Un hecho así no debería ser objeto de polémica si no fuera porque el
Gobierno que lo ha autorizado ha llamado criminal al Presidente Bush, ha
retirado cobardemente nuestro contingente en Irak, ha ofendido
ridículamente la bandera de 300 millones de estadounidenses, ha animado a
otros estados a retirar sus tropas, ha abandonado a los iraquíes en su
difícil camino hacia la democracia y, sobre todo, no ha cesado de utilizar
el antiamericanismo tanto en política interior como exterior.
En el Ministerio de Defensa siguen padeciendo el síndrome de Toledo, por
el que creen que la realidad es como la plastelina, a la que se da la
forma que conviene o apetece en cada momento. Resulta que una fragata que
forma parte de un grupo de combate en misión de guerra está en prácticas.
¡Qué duda cabe de que está en prácticas! Tan cierto es eso como que
participó en una misión de guerra en Irak ¿Se imagina usted que alguien le
argumentara que un hipotético escuadrón de carros de combate Leopard
español había sido enviado con la Fuerza Expedicionaria para la ocupación
de Irak, pero que sólo iba para hacer prácticas? No hay duda de que la
mejor práctica es el combate y que, por fin, entramos en la guerra que
Aznar nos hurtó.
De todos es sabido que Bono no es hombre de convicciones, sino de
intereses o intuiciones. Un día se entrevista con Rumsfeld y al siguiente
empuja a España hacia una irresponsable política en Venezuela. Nunca es
casual. Siempre hay un porqué. Podemos tardar más o menos en averiguarlo,
pero es sólo cuestión de tiempo. De su sincera amistad con Rumsfeld
sabíamos que tenía mucho que ver con mostrar públicamente el fracaso de
Zapatero y Moratinos en Washington. Él si podía, sin retirar una coma de
sus declaraciones contrarias a la Guerra de Irak, mantener unas relaciones
normales, incluso afectuosas, con el Imperio. Pero Rumsfeld no regala
sonrisas ni despedidas a pie de puerta. Bono realizó interesantes
concesiones que poco a poco salen a la luz. Somos el primer contingente en
Afganistán, algo sorprendente si tenemos en cuenta lo mermado de nuestros
presupuestos. La cosa era cumplir con el Pentágono, aunque no se enviasen
los medios necesarios para que nuestros militares dispusieran de la
seguridad necesaria en el transporte. Ahora resulta que estamos en la
Guerra de Irak y que nos enteramos porque los redactores de El Mundose han
entretenido leyendo las páginas en la web de la U.S. Navy y de Navantia. ¿
Pero no habíamos quedado que una de las principales aportaciones del nuevo
gobierno socialista iba a ser que nunca más se iba a hurtar al Parlamento
la decisión del uso de la fuerza? Dime de lo que presumes y te diré de lo
que careces, recuerda nuestro refranero. O, si lo prefieren, antes se coge
a un mentiroso que a un cojo.
No podemos afirmar que el comportamiento de Bono sea extraño a la
tradición socialista. Recordemos que Felipe González nos ocultó el permiso
concedido a Estados Unidos para que sus aviones utilizaran las bases
españolas en la anterior guerra de Irak, que fue John Major, en unas
declaraciones realizadas en la sesión de control de los Comunes, quien nos
puso al tanto de la actividad de los B-52 sobre nuestro cielo y nuestro
suelo.
Sabemos que Bono nos ocultó concesiones hechas a Rumsfeld para ganar su
favor así como la presencia de la fragata Álvaro de Bazán en acciones de
combate en Irak. Resulta evidente que se saltó el preceptivo y ejemplar
debate en el Congreso. Pero nos queda por resolver la última incógnita, ¿
estaban informados Zapatero y Moratinos de las misiones que estaba
cumpliendo la fragata? ¿Eran plenamente conscientes del precio que ellos
estaban pagando para que Bono pudiera seguir practicando su guerra de
guerrillas privada contra su propio jefe?
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
--
http://www.betoniraq.com/