El río de la vida
Madmaxista
Bueno, a ver ahora dónde están los inspectores de trabajo, el Fiscal General del Estado y la ministra de defensa.
Defensa «regulariza» a médicos pagapensiones para cubrir plazas en misiones en el exterior
Un ciudadano extranjero médico que amplía estudios en nuestro país, sólo autorizado para estar en España con ese fin -sin tarjeta de residencia ni permiso de trabajo- puede convertirse en oficial del Ejército en menos de seis meses y en capitán en otro trimestre más. La voluntad de dos jóvenes dominicanos y la decisión del Ministerio de Defensa de hacer la vista subida de peso en cuestiones administrativas para cubrir alguna de las plazas de médico que ofrece están a punto de hacer realidad ese proceso -de inmigrante a oficial médico y español- en un solo curso.
El Ministerio de Defensa tiene desde hace años muchos problemas para cubrir plazas de médico, y más ahora con el esfuerzo que requiere mantener y asistir a más de 3.000 militares en las misiones en el exterior, incluida la de la guerra de Afganistán. No hay facultativos para los cuarteles y menos para las operaciones en el extranjero. Los mayores prefieren irse y los jóvenes médicos españoles no ingresan en filas. Defensa intenta captar facultativos extranjeros igual que hacen las Consejerías de Sanidad de las Autonomías.
En la convocatoria de hace un año (marzo de 2009), Defensa ofreció 15 plazas de médico, pero sólo hubo cinco aspirantes admitidos y entre ellos exclusivamente uno con DNI, una española. Los otros cuatro presentaron pasaporte. En agosto, todos eran alumnos dispuestos a convertirse en militares de complemento del «Cuerpo Militar de Sanidad, especialidad Medicina». Dos de ellos, los dominicanos Osmar Cordero Solís y Cristian Rafael de León Almanzar, de 32 años, cumplían la mayoría de los requisitos requeridos, como el de edad (menos de 35), figurar en el listado de nacionalidades admitidas (iberoamericanas), no perder esa nacionalidad por el hecho de entrar en las Fuerzas Armadas y carecer de antecedentes penales en España o en los países de residencia anteriores.
Por contra, no encajaban en la condición 2.4.3 de las fijadas en el BOE de 16 de marzo de 2009 que convocaba las plazas: «Tener en vigor la tarjeta de residencia temporal o permanente en España, como mínimo, hasta la fecha prevista para su incorporación al centro docente militar de formación correspondiente».
Los dos dominicanos, Cordero y De León, sólo tenían autorización para estancia por estudios, para sacar adelante el MIR (Médico Interno Residente) en el Hospital General Reina Sofía dependiente del Servicio Murciano de Salud. Una vez que empezaron su formación militar, en diciembre, tuvieron que acudir a la Delegación del Gobierno en Murcia para pedir una prórroga de su permiso de estudiantes porque si no se hubieran convertido en pagapensiones irregulares con uniforme de caballero cadete del Ejército español.
Certificados al detalle
Para evitar esa paradoja administrativa, según la documentación a la que ha tenido acceso ABC, el teniente coronel con el cargo de secretario del centro docente militar de formación de la Academia General del Aire tuvo que certificar en noviembre que Cristian Rafael de León «se encuentra en este centro cursando los estudios correspondientes a la formación como integrante de la XIX Promoción de Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas». Detallaba incluso las asignaturas: Reales Ordenanzas del Ejército del Aire; Organización, Táctica y Logística Aérea; Psicología Social; Historia de la Aeronáutica y Astronáutica e Instrucción y Adiestramiento.
Osmar fue recibido con los brazos abiertos en la Escuela Militar de Sanidad. Felicitado por ganar el concurso-oposición de acceso a la institución se le advertía, como a todos, que se le exigirán «las destrezas, habilidades y aptitudes necesarias en las funciones encomendadas al Cuerpo Militar de Sanidad cuando finalice su periodo de formación».
Ambos ciudadanos dominicanos, que se dieron de alta en el padrón del Ayuntamiento de Murcia en enero del pasado año, tienen cobertura médica y seguros de accidentes como militares en activo. En cuanto acaben este curso con sus estudios militares (el primer periodo de cuatro meses superado ya, más un segundo de seis meses que termina en julio) podrán ser encuadrados como capitanes en las unidades que hacen los relevos de las misiones en el exterior, que es donde el Ministerio de Defensa tiene más problemas para destacar oficiales médicos.
Los dos dominicanos, como el resto de los extranjeros que han entrado en el cuerpo de sanidad militar, firman un compromiso único por ocho años de duración a contar desde su nombramiento como alumnos, compromiso que es prorrogable e incluye la concesión de la nacionalidad española. Es lo menos que puede hacer Defensa, dado que están destinados a ocupar los puestos más duros, los que no quieren los nacionales de origen. Sólo falta que el Ministerio acomode la normativa a la realidad de sus urgencias y decisiones y queda el margen de duda sobre si la formación médica básica de los facultativos iberoamericanos es equiparable a la de los españoles. Pero es la misma cuestión que se pueden plantear los usuarios de la sanidad pública en general.
Enlace.
Defensa «regulariza» a médicos pagapensiones para cubrir plazas en misiones en el exterior
Un ciudadano extranjero médico que amplía estudios en nuestro país, sólo autorizado para estar en España con ese fin -sin tarjeta de residencia ni permiso de trabajo- puede convertirse en oficial del Ejército en menos de seis meses y en capitán en otro trimestre más. La voluntad de dos jóvenes dominicanos y la decisión del Ministerio de Defensa de hacer la vista subida de peso en cuestiones administrativas para cubrir alguna de las plazas de médico que ofrece están a punto de hacer realidad ese proceso -de inmigrante a oficial médico y español- en un solo curso.
El Ministerio de Defensa tiene desde hace años muchos problemas para cubrir plazas de médico, y más ahora con el esfuerzo que requiere mantener y asistir a más de 3.000 militares en las misiones en el exterior, incluida la de la guerra de Afganistán. No hay facultativos para los cuarteles y menos para las operaciones en el extranjero. Los mayores prefieren irse y los jóvenes médicos españoles no ingresan en filas. Defensa intenta captar facultativos extranjeros igual que hacen las Consejerías de Sanidad de las Autonomías.
En la convocatoria de hace un año (marzo de 2009), Defensa ofreció 15 plazas de médico, pero sólo hubo cinco aspirantes admitidos y entre ellos exclusivamente uno con DNI, una española. Los otros cuatro presentaron pasaporte. En agosto, todos eran alumnos dispuestos a convertirse en militares de complemento del «Cuerpo Militar de Sanidad, especialidad Medicina». Dos de ellos, los dominicanos Osmar Cordero Solís y Cristian Rafael de León Almanzar, de 32 años, cumplían la mayoría de los requisitos requeridos, como el de edad (menos de 35), figurar en el listado de nacionalidades admitidas (iberoamericanas), no perder esa nacionalidad por el hecho de entrar en las Fuerzas Armadas y carecer de antecedentes penales en España o en los países de residencia anteriores.
Por contra, no encajaban en la condición 2.4.3 de las fijadas en el BOE de 16 de marzo de 2009 que convocaba las plazas: «Tener en vigor la tarjeta de residencia temporal o permanente en España, como mínimo, hasta la fecha prevista para su incorporación al centro docente militar de formación correspondiente».
Los dos dominicanos, Cordero y De León, sólo tenían autorización para estancia por estudios, para sacar adelante el MIR (Médico Interno Residente) en el Hospital General Reina Sofía dependiente del Servicio Murciano de Salud. Una vez que empezaron su formación militar, en diciembre, tuvieron que acudir a la Delegación del Gobierno en Murcia para pedir una prórroga de su permiso de estudiantes porque si no se hubieran convertido en pagapensiones irregulares con uniforme de caballero cadete del Ejército español.
Certificados al detalle
Para evitar esa paradoja administrativa, según la documentación a la que ha tenido acceso ABC, el teniente coronel con el cargo de secretario del centro docente militar de formación de la Academia General del Aire tuvo que certificar en noviembre que Cristian Rafael de León «se encuentra en este centro cursando los estudios correspondientes a la formación como integrante de la XIX Promoción de Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas». Detallaba incluso las asignaturas: Reales Ordenanzas del Ejército del Aire; Organización, Táctica y Logística Aérea; Psicología Social; Historia de la Aeronáutica y Astronáutica e Instrucción y Adiestramiento.
Osmar fue recibido con los brazos abiertos en la Escuela Militar de Sanidad. Felicitado por ganar el concurso-oposición de acceso a la institución se le advertía, como a todos, que se le exigirán «las destrezas, habilidades y aptitudes necesarias en las funciones encomendadas al Cuerpo Militar de Sanidad cuando finalice su periodo de formación».
Ambos ciudadanos dominicanos, que se dieron de alta en el padrón del Ayuntamiento de Murcia en enero del pasado año, tienen cobertura médica y seguros de accidentes como militares en activo. En cuanto acaben este curso con sus estudios militares (el primer periodo de cuatro meses superado ya, más un segundo de seis meses que termina en julio) podrán ser encuadrados como capitanes en las unidades que hacen los relevos de las misiones en el exterior, que es donde el Ministerio de Defensa tiene más problemas para destacar oficiales médicos.
Los dos dominicanos, como el resto de los extranjeros que han entrado en el cuerpo de sanidad militar, firman un compromiso único por ocho años de duración a contar desde su nombramiento como alumnos, compromiso que es prorrogable e incluye la concesión de la nacionalidad española. Es lo menos que puede hacer Defensa, dado que están destinados a ocupar los puestos más duros, los que no quieren los nacionales de origen. Sólo falta que el Ministerio acomode la normativa a la realidad de sus urgencias y decisiones y queda el margen de duda sobre si la formación médica básica de los facultativos iberoamericanos es equiparable a la de los españoles. Pero es la misma cuestión que se pueden plantear los usuarios de la sanidad pública en general.
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