El Sun, 6 Nov 2005 22:06:18 +0100, "Míscali"
<aunnotengo@supernews.com> vas dir:
>
>No, esa es la razón por la que deberían buscarse fórmulas de integración a
>largo plazo que eviten estas reacciones. Pero el problema es que muchos de
>ellos se autoexcluyen formando guettos y luego, lógicamente, se sienten
>rechazados por la cultura dominante (el tiempo que dure lo de "dominante").
>Y no me estoy refiriendo a historias de esas de alianzas de civilizaciones
>sino a una toma de postura práctica y real. Pero si al final supone una
>amenaza real no quedará más remedio que combatirlo de alguna forma
Antes de hablar de autoexclusión, habría que ver qué es lo que ha
sucedido en Francia desde 1983, por ejemplo.
Entonces también hubo una revuelta de los jóvenes pagapensiones por la
marginación en que vivían. El gobierno recibió a sus representantes,
les ofreció cuatro buenas palabras, unas palmaditas a la espalda,
volvieron a sus casas...
Y no se hizo nada.
¿Cuál era el problema entonces y cuál es ahora?
Lo explicaba bastante gráficamente, un alcalde francés de origen
español -Manuel Valls- el otro día en El Pais: las olas anteriores de
inmi gración en Francia (polacos, españoles, italianos) habían empezado
trabajando en la construcción, sus hijos habían llegado a poner una
tienda y los nietos eran catedráticos de Universidad (es una
simplificación bastante grosera, pero puede servir como resumen).
Pues bien: este "ascensor social" ha dejado de funcionar en Francia.
Los hijos de la primera generación de pagapensiones están en paro. Los
nietos sólo han visto a sus padres en paro y sólo ven cómo la escuela
para ellos significa fracaso escolar.
En esta situación, no es de extrañar que cualquier chispa haga saltar
el polvorín. Un inmigrante, recién llegado, puede aceptar que le
putees, le pagues mal y le explotes vilmente gracias al recuerdo de la
miseria que ha dejado atrás y la esperanza de que está labrando el
futuro para sus hijos.
Pero si sus hijos se ven condenados al paro y sus nietos en la escuela
no salen adelante y, además, observa cómo por razón de su nombre o
color de piel se le discrimina a la hora de darle trabajo (hasta tal
punto que el gobierno francés ha prohibido por ley preguntar la raza e
incluso el nombre en las ofertas de trabajo), entonces a esas personas
las estás condenando a la marginación perpetua (ellos, sus hijos, sus
nietos).
La lección que podríamos aprender aquí en España es que todavía
estamos a tiempo (vamos por la primera generación de pagapensiones).
Pero a la que nos descuidemos, podemos llegar a la situación de
Francia.
Por otro lado, no voy a decir que este estallido social me cause
ninguna satisfacción. Pero, después de haber leido los comentarios de
la prensa francesa acerca del fracaso del "multiculturalismo" inglés y
holandés (por los atentados del metro de Londres y el asesinato de
aquel cineasta francés a manos de un extremista islámico nacido en
Holanda) y el aire de superiorida con que defendían su "integración
republicana", pienso que no está mal.
Que no está mal como demostración de que los problemas puede que no
sean multiculturalismo contra, supuesta, integración.
Agustí Roig
