Paula, progenitora antes de los 30: "Mis amigas están en una etapa preciosa de viajes y diversión, y sé que mis planes ahora serán distintos"

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Que triste que una mujer española que decida ser progenitora antes de los 30 merezca un artículo. Pero que triste.


Paula, progenitora antes de los 30: "Mis amigas están en una etapa preciosa de viajes y diversión, y sé que mis planes ahora serán distintos"
La tendencia de retrasar la maternidad es innegable en España. De media, las mujeres tienen su primer hijo más allá de los 32. Nuestra protagonista dará a luz con 28. El suyo ha sido un embarazo contracorriente, pues, pero buscado.
Actualizado Viernes, 17 mayo 2024 - 23:50
Paula García, en un parque de Madrid.

Paula García, en un parque de Madrid.
En la España de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, las mujeres tenían 1,3 hijos de media y eran madres por primera vez a los 27,5 años. Era 1992. Las últimas estadísticas, 30 años después, dibujan otra tendencia evidente: tenemos menos hijos y más tarde. El Instituto Nacional de Estadística recoge que en 2022 (últimos datos disponibles) la edad media para iniciarse en la maternidad es 31,5 años y que cada mujer tiene 1,16 hijos. Estas cifras incluyen a mujeres españolas y extranjeras, pero si sólo ponemos el foco en las primeras, la brecha se agranda un poco más: sólo tienen 1,12 hijos y se estrenan a los 32,2 años.
Paula García tiene 28 y apenas le quedan un par de meses para dar a luz. Será parte del 4% de mujeres que tienen un bebé con esa edad. No diríamos que son precoces pero, en los tiempos que corren, las madres de entre 30 y 38 años son las que tienen la mayoría de criaturas. A Paula, periodista de formación, empleada en una consultora de comunicación y casada desde hace un año y medio, le han hecho ya todas las preguntas clásicas: ¿por qué un hijo tan joven?, ¿el embarazo ha sido buscado?, ¿tienes motivación religiosa?, ¿tu marido es mayor?, ¿no temes las renuncias que llegarán con el bebé?, etc. Si Paula tuviera 35 años, probablemente nadie le formularía esas preguntas. YO DONA tampoco.
El primer hijo con veintipocos... hace medio siglo
Hace medio siglo, las mujeres tenían su primer hijo con veintipocos y en 1975, por ejemplo, daban a luz casi a tres criaturas de promedio. Los motivos por los que retrasan ahora su maternidad y traen al mundo menos hijos son diversos, pero se pueden resumir en tres: la transformación sociocultural que ha atravesado el país; la necesidad de alcanzar primero la estabilidad económica, laboral y personal; y los problemas de infertilidad.
Albert Esteve, demógrafo, investigador y director del Centro de Estudios Demográfios (CED), matiza: "Las causas no son las mismas para una persona con 22, 32 o 42 años. A la primera, cuya abuela probablemente ya había sido progenitora con su edad, ni le pasa por la cabeza tener un hijo. Sencillamente, no ve que sea el momento. En la década siguiente seguro que sí pesan los condicionantes materiales y, a partir de los 40, llegarán las dificultades de fertilidad". El quid de la cuestión es que esa "ventana de posibilidad" que existe en la vida de las féminas para procrear se va estrechando hasta un punto, continúa Esteve, en el que no se están alcanzando los 2,1 nacimientos por mujer necesarios para que la población del país se mantenga.
Fecundidad parecida a Japón y Corea del Sur
Las razones culturales no diferencian a España del resto de países de nuestro entorno, pero es en el tramo de la treintena donde la brecha se evidencia. Dice Eurostat que de los 27 estados miembros de la UE, los jóvenes españoles son de los últimos en emanciparse, junto con Croacia, Grecia, Bulgaria y Eslovaquia: se van de casa a los 30,3 años, frente a la media europea de 26,4. "Puede que lleguen a tener el primero, pero el segundo hijo ya cuesta más. Nuestra fecundidad es más parecida a la de Japón o Corea del Sur (que está por debajo de un hijo) que a la de otros como Suecia, Noruega y EEUU", explica el demógrafo. La primera consecuencia, de entrada, es el adelgazamiento de la población infantil. "La inmi gración puede compensar algo los nacimientos, pero no llenan una escuela. No tienen muchos más hijos que los autóctonos, aunque sí son padres un poco más jóvenes. Ellos rellenan la población por arriba, pero no por abajo", concluye Esteve.
Sigamos con Paula. Este embarazo no obedece a razones religiosas, sino al deseo de formar una familia. Ella sí se independizó según la media europea. Primer 'check' en verde. Otro más para la estabilidad personal, económica y laboral: "Mi marido también tiene 28 años y nos conocemos desde los 20. Siempre quisimos tener hijos. Llevo seis años en mi empresa trabajando muy duro para estar en esta posición. Sabíamos que cuando todo encajase sería el momento. Y el momento ha llegado", cuenta. Ellos, ojo, no fueron buscando decididamente un embarazo, pero tampoco lo impidieron. Y el Predictor dijo "sí".
Una circunstancia familiar ha influido también de forma decisiva en esta maternidad un tanto adelantada. La progenitora de Paula sufrió cáncer de mama y ella no ha querido dejar pasar el tiempo y poner en peligro su fertilidad: "Es verdad que he tenido ese riesgo muy presente".
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La precariedad laboral y económica de los jóvenes supone un freno para tener hijos que ellos no han sentido. No obstante, su solvencia no los sitúa en una posición de privilegio como para no hacer cálculos. La Comunidad de Madrid, donde residen, cuenta con ayudas a la natalidad para menores de 30 años por valor de 500 € mensuales hasta que el bebé cumpla 2 años. Uno de los requisitos es no superar los 30.000 € de renta individual (o 36.200 € en pareja): "Nos salimos por muy poco. Tampoco la oferta de escuelas infantiles públicas es suficiente, así que hay una mayoría de clase trabajadora joven a quien no nos salen las cuentas", protesta.
Existen voces, provenientes generalmente de generaciones anteriores, que apuntan al egoísmo y el hedonismo de los jóvenes actuales como freno real de la natalidad. Esther Vivas es socióloga y autora de 'Mamá desobediente' (Capitán Swing, 2019). "La precariedad laboral y las dificultades para poder tener acceso a una vivienda digna hipotecan el deseo materno. No podemos comparar este escenario con el de nuestros padres. Quienes tuvieron hijos en los 70 tenían trabajo estable y casa. Ahora hay parejas cuyos sueldos juntos no suman uno decente", explica. Además, añade Vivas, factores como el acceso a la salud sensual y reproductiva han hecho que las mujeres decidan sobre su maternidad, un concepto que ha evolucionado en el tiempo: "Ahora la decisión de tener hijos, de acompañarlos en su crianza, se toma desde un lugar más consciente que hace décadas", dice.

Señala que las prácticas sociales, mucho más individualistas, colaboran en la construcción de esta atmósfera hostil para criar, carente de redes. Para Paula y su marido sopla el viento a favor: "Nuestros padres están cerca, son jóvenes y nos podrán ayudar. De todos modos, cuando se nos terminen las bajas, ya veremos si nos podemos organizar o si me tocará pedir una reducción de jornada", reconoce.
Brecha de planes con sus amigos
Toda elección conlleva una renuncia y, por tanto, Paula sabe que perderá cosas. "De mi grupo, sólo mi mejor amiga y yo vamos a ser madres ahora. Sé que las demás están ahora en una etapa preciosa de viajes, independencia y diversión, y que mis planes serán distintos", afirma consciente.

Sospecha que le espera cierta soledad, mitigada por compañeras de trabajo que sí son madres (y mayores que ella), con quienes espera compartir las conversaciones sobre biberones y pañales. "También me gusta pensar que mis amigos sin niños me ayudarán a desconectar de esa rutina, así que me vendrán muy bien", dice. La expectativa de liberarse de la etapa más comprometida de la crianza antes de los 40 también arroja un futuro halagüeño, ese en el que Paula se visualiza retomando proyectos propios: "Podré pisar el acelerador de nuevo, centrarme más en el trabajo y volver a correr, porque mi hija ya no será un bebé".
La cara B de una maternidad joven la tiene clara, pero tampoco niega el anverso: "Sé que unos padres mayores pueden tener más herramientas emocionales para educar a un hijo, pero la juventud aporta la energía física que puedes necesitar para criarlo".
 
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