Mi padre era un progre, un administrativo que trabajó toda su vida en círculos sindicales, colocado en muchos puestos de "libre designación". Mi progenitora era un ama de casa frustrada, amargada y dividida entre la educación religiosa recibida, y las ideas progres de mi viejo, y de la sociedad en general, ya por aquellos años.
Tuvieron 4 hijos, yo fui el segundo. Y fue un infierno. Nos criaron para vivir en un mundo que ya no iba a existir en pocos años.
Para empezar, todo estaba prohibido, o era obligatorio. Siempre pensaban mal de nosotros, de mis hermanos y de mí. Una vez, una nochebuena, dos de mis primos se pelearon hasta que uno se echó a llorar. Entró mi padre en mi habitación, miró a mis primos, peleando, a mí, apartado de ellos y viendo la tele... se me acercó, me dio un empujón con una mano y me soltó "con los primos pequeños no se juega, les puedes hacer daño"
Siempre estaban obsesionados con controlar mis amistades. Mi mejor amigo de la infancia, hablaban mal de él delante de mí y procuraron destrozar mi amistad, cosa que consiguieron. Parecían preferir para mí chavales formales y blandengues. Por supuesto, se jugaba en casa. No me dejaban salir solo, aunque a la mayoría de los chicos de mi edad, los dejaban ir al parque con amigos, en aquella época era "normal".
Mi padre tenía estallidos de furia cuando se le contradecía. Nunca nos pegaba. Lo suyo era ponerse rojo, poner cara de mala leche, y luego decirte que te fueras a tu habitación. Con el tiempo comprendí que era incapaz de confrontar las cosas como un adulto. Se enrabietaba como un niño.
El sesso era pecado. Era algo da repelúsnte, propio de personas da repelúsntes. Mi progenitora, la primera vez que me pilló masturbándome, me dio un vuelco en la cama, y me soltó una leche en el ojo ciego. Y si había una escena de sesso o desnudo en la tele, siempre decía la misma palabra: cerdos. Por supuesto, se cambiaba de canal. Después de pillarme una vez masturbándome, cogió la costumbre de, cuando yo me acostaba, acercarse a mi puerta a escondidas y escuchar. También entraban los dos en el baño de improviso, nunca respetaban la intimidad.
Un verano, tenía yo 16 años, mi padre me dijo que tenía que trabajar ese verano. Me pareció bien. Le pregunté que donde, y dijo que lo buscara yo. El caso es que mucha gente de mi edad trabajó ese verano... pero todos, en sitios donde buscaron sus padres. Un primo mío estaba trabajando en un restaurante, el dueño era amigo de su padre. Otro, trabajaba en una fábrica, donde el encargado era su tío. Otro estaba ayudando en la asesoría de su padre. A mí, mi padre jamás me ayudó (y con sus contactos, me podía haber pasado la vida en modo fácil). Él creía que España era como cuando él era joven, "méritos propios, esforzarse y patearse las calles, buscarse la vida, trabaja tú mismo, no te voy a ayudar".
Por supuesto, fue imposible. Repartí currículums en bares, fábricas, gimnasios y todo lugar de mi ciudad. No tenía contactos, no tenía berzas, no tenía experiencia. Nadie me dio trabajo. En realidad creo que está bien dejar que un joven se busque la vida. Pero no si antes lo has castrado completamente. La muy deficiente socialización, el estar siempre encerrado en casa sin salir a jugar, no tener autonomía ni intimidad, el control de todos los aspectos de mi vida que ejercían, que me volvía dependiente, el miedo al sesso... me configuraron enseguida como alguien tímido, que sufría de ansiedad y fobias, con dificultades para relacionarse. A menudo vomitaba en clase cuando me hacían salir en la pizarra, y a las frutadas en casa, pronto se añadieron otras en el instituto.
Y aquí estoy. Soy mayor, pero vivo condicionado por una programación de dependencia, sumisión, e indefensión aprendida. Muchas de las cosas que me hicieron, jamás me recuperaré o podré cambiarlas. En realidad, si al nacer, mis padres me hubieran atado en mi cuarto y se hubieran dedicado a rajarme y darme de palos por diversión, no me habrían hecho menos daño.
Mi hermano mayor está peor que yo. Alcohólico y casi autista. Él fue el primero y todas las presiones, exigencias y expectativas fueron a por él. Mi hermana lleva 3 matrimonios a sus espaldas, con dos críos y es una copia de mi progenitora, amargada y llena de repruebo, por sí misma y los demás. El pequeño vive todavía con mis padres, lo veo poco porque paso mucho de verlos a ellos, pero no creo que esté mejor.
Tuvieron 4 hijos, yo fui el segundo. Y fue un infierno. Nos criaron para vivir en un mundo que ya no iba a existir en pocos años.
Para empezar, todo estaba prohibido, o era obligatorio. Siempre pensaban mal de nosotros, de mis hermanos y de mí. Una vez, una nochebuena, dos de mis primos se pelearon hasta que uno se echó a llorar. Entró mi padre en mi habitación, miró a mis primos, peleando, a mí, apartado de ellos y viendo la tele... se me acercó, me dio un empujón con una mano y me soltó "con los primos pequeños no se juega, les puedes hacer daño"
Siempre estaban obsesionados con controlar mis amistades. Mi mejor amigo de la infancia, hablaban mal de él delante de mí y procuraron destrozar mi amistad, cosa que consiguieron. Parecían preferir para mí chavales formales y blandengues. Por supuesto, se jugaba en casa. No me dejaban salir solo, aunque a la mayoría de los chicos de mi edad, los dejaban ir al parque con amigos, en aquella época era "normal".
Mi padre tenía estallidos de furia cuando se le contradecía. Nunca nos pegaba. Lo suyo era ponerse rojo, poner cara de mala leche, y luego decirte que te fueras a tu habitación. Con el tiempo comprendí que era incapaz de confrontar las cosas como un adulto. Se enrabietaba como un niño.
El sesso era pecado. Era algo da repelúsnte, propio de personas da repelúsntes. Mi progenitora, la primera vez que me pilló masturbándome, me dio un vuelco en la cama, y me soltó una leche en el ojo ciego. Y si había una escena de sesso o desnudo en la tele, siempre decía la misma palabra: cerdos. Por supuesto, se cambiaba de canal. Después de pillarme una vez masturbándome, cogió la costumbre de, cuando yo me acostaba, acercarse a mi puerta a escondidas y escuchar. También entraban los dos en el baño de improviso, nunca respetaban la intimidad.
Un verano, tenía yo 16 años, mi padre me dijo que tenía que trabajar ese verano. Me pareció bien. Le pregunté que donde, y dijo que lo buscara yo. El caso es que mucha gente de mi edad trabajó ese verano... pero todos, en sitios donde buscaron sus padres. Un primo mío estaba trabajando en un restaurante, el dueño era amigo de su padre. Otro, trabajaba en una fábrica, donde el encargado era su tío. Otro estaba ayudando en la asesoría de su padre. A mí, mi padre jamás me ayudó (y con sus contactos, me podía haber pasado la vida en modo fácil). Él creía que España era como cuando él era joven, "méritos propios, esforzarse y patearse las calles, buscarse la vida, trabaja tú mismo, no te voy a ayudar".
Por supuesto, fue imposible. Repartí currículums en bares, fábricas, gimnasios y todo lugar de mi ciudad. No tenía contactos, no tenía berzas, no tenía experiencia. Nadie me dio trabajo. En realidad creo que está bien dejar que un joven se busque la vida. Pero no si antes lo has castrado completamente. La muy deficiente socialización, el estar siempre encerrado en casa sin salir a jugar, no tener autonomía ni intimidad, el control de todos los aspectos de mi vida que ejercían, que me volvía dependiente, el miedo al sesso... me configuraron enseguida como alguien tímido, que sufría de ansiedad y fobias, con dificultades para relacionarse. A menudo vomitaba en clase cuando me hacían salir en la pizarra, y a las frutadas en casa, pronto se añadieron otras en el instituto.
Y aquí estoy. Soy mayor, pero vivo condicionado por una programación de dependencia, sumisión, e indefensión aprendida. Muchas de las cosas que me hicieron, jamás me recuperaré o podré cambiarlas. En realidad, si al nacer, mis padres me hubieran atado en mi cuarto y se hubieran dedicado a rajarme y darme de palos por diversión, no me habrían hecho menos daño.
Mi hermano mayor está peor que yo. Alcohólico y casi autista. Él fue el primero y todas las presiones, exigencias y expectativas fueron a por él. Mi hermana lleva 3 matrimonios a sus espaldas, con dos críos y es una copia de mi progenitora, amargada y llena de repruebo, por sí misma y los demás. El pequeño vive todavía con mis padres, lo veo poco porque paso mucho de verlos a ellos, pero no creo que esté mejor.
