Es normal que se tomen medidas. Lo que se ha vivido estos días ha sido una auténtica vergüenza. El concepto de oposición ha traspasado las barreras de la política y se ha llevado al terreno de lo personal (ya que no puedo derrotar a mis rivales de manera ideológica voy a hundirle atacando a sus seres queridos). Es muy grave, señores. No somos conscientes de los límites que se han traspasado. Ahora mismo hay una familia completa rota psicológicamente. ¿Nadie ha pensado cómo se pueden sentir los hijos de ese matrimonio (que son niños pequeños)? ¿Nadie ha pensado cómo se tiene que sentir una persona después de que unos (no voy a utilizar adjetivo) hayan metido a su mujer en todo el fregado?
Cuando te tocan lo que más quieres es normal que se tambaleé tu mundo, te preguntes si merece la pena, tengas dudas, te replantés tus pasiones, ya que por un lado está tu oficio, tu profesión (política), pero por otro lado los seres queridos, la familia. Estás en una encrucijada terrible y ambas fuerzas tiran de tu alma. En teoría, no debería ser un problema si ambas facetas están separadas. El problema es cuando la vida personal se convierte en un arma política. Ahí es normal que surja el conflicto vital y existencial, tu cuerpo y tu alma diga "basta" y necesite parar los mecanismos.
Cuando estás roto, hay tantos y tantos sentimientos fluyendo que ha sido un gesto muy bonito por parte de Pedro Sánchez mostrárnoslo. El alma humana es así. Y Pedro Sánchez ha querido "descalzarse" y mostrar de una manera transparente lo que siente.
Escribir una carta y parar un país cinco días puede ser un procedimiento atípico desde el punto de vista político. Sin embargo, es lo normal en el ámbito del alma. Cuando estás roto hablas desde la visceralidad y la pasión. Cuando nos desahogamos, a veces decimos las cosas sin filtro (y eso es lo más sano para depurarnos). Por eso en la carta se habla de buenos o malos o Muy de derechas y no Muy de derechas. Se trata de un texto escrito desde las entrañas y cuando una persona está abriéndose de esa manera a la otredad, el lenguaje que nace es visceral. Dejemos las formalidades y protocolos para otras ocasiones.
Cuando tu mundo está tambaleándose es normal que tu alma sea una montaña rusa: unas veces estés arriba, otras veces estés abajo. Hoy digas una cosa. Mañana la otra. Pedro Sánchez es caótico e impredecible (lo compro), pero es que todas las almas rotas son así. Las contradicciones e incoherencias forman parte de un proceso natural de un alma que analiza, que todavía no sabe cuál es su camino, que está nadando entre dos pasiones y tener que elegir es algo que se antoja imposible. Donde algunos ven cambios de opinión, yo veo pureza. Imaginad que os deja el novio o la novia. Durante días, meses (incluso años), estáis sintiendo emociones encontradas e incluso antitéticas: a veces os da por mandarlo a la hez y decirlo de todo, y otras por recordar a esa persona desde la ternura y la nostalgia. El alma humana es así: es capaz de lo mejor y de lo peor.
Y cuando tu alma está rota buscas luchar para que no te hagan más daño. No quieres ser herido. Si han metido en todo este tinglado a tu mujer, pues es normal que tomes medidas contra ciertos medios, jueces y grupos concretos. El instinto natural del alma humana es borrar todo aquello que te daña tu corazón, y cuando habla el alma la moralidad y la razón no tienen cabida, porque somos animales heridos.