La ignorada historia de los españoles esclavizados en Cuba... por otros españoles

Cirujano de hierro

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Fueron 1.700 obreros que, en 1854, emigraron a América engañados por un terrateniente gallego con el objetivo de trabajar en las plantaciones de azúcar y los acabó sometiendo.


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Muchos jóvenes desesperados se vieron obligados a abandonar sus hogares y marchar a Cuba, en 1853, con el objetivo de ganarse la vida en las plantaciones de caña de azúcar. La triste aventura de una de aquellas partidas fue retratada por Bibiana Candia en su novela 'Azucre', publicada por la editorial Pepitas de Calabaza el año pasado. Partió hacía el Caribe en el mes de diciembre, cuando Galicia vivía uno de los inviernos más lluviosos de su historia. Las tormentas estaban destrozando las cosechas, mientras una epidemia de cólera causaba estragos en la población.

Como apunta la autora sobre uno de los protagonistas: «Orestes nunca ha tocado el mar, solo lo ha visto de lejos. El mar es grande y no se acaba, como el hambre, por eso no tiene miedo de adentrarse en él, porque el hambre quita el miedo a casi todo». En las 140 páginas del libro, la autora no hace sino recuperar la historia real de 1.744 gallegos que cruzaron el Atlántico para trabajar en las tierras de Urbano Feijóo Sotomayor, pero que acabaron vendidos como esclavos.

Este diputado de Orense aprovechó la situación de necesidad de sus paisanos y promovió una campaña de colonización con ellos, prometiéndoles mucho dinero y unas condiciones de trabajo dignas. El objetivo era sustituir a la mano de obra que había llegado desde África y había comenzado a reclamar sus derechos en pequeñas rebeliones.

Para su empresa, Feijóo Sotomayor contó, incluso, con el apoyo del Gobierno, que le concedió una cuantiosa subvención. Lo que no se imaginaron los desdichados gallegos es que su nuevo destino les tenía reservado un calvario. «El Villa de Neda sale del puerto de La Coruña como sale una procesión en Jueves Santo, orgullosa, sin darse cuenta de que, en realidad, va a celebrar la fin. Pero el océano, que en eso demuestra ser maligno, deja entrar al barco como quien abre una puerta secreta y lo acoge como lo haría un enemigo íntimo», se advierte también en 'Azucre'.


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Historia desconocida

«Lo que me impulsó a escribir la novela es que era una historia desconocida no solo en España, sino en Galicia, donde tenemos una tradición oral muy profunda y un orgullo de la emigración muy grande. Me impactó que una tragedia así no se hubiese grabado en nuestra memoria colectiva y me obsesioné con ella», explica Candia a ABC sobre esta trama «fraudulenta y criminal» que causó un gran escándalo en la prensa de mediados del siglo XIX e, incluso, se discutió en las Cortes, pero se perdió en el olvido.

En la actualidad, los únicos vestigios que quedan son tres cartas enviadas a España por algunos de estos esclavos gallegos y conservadas bajo acceso restringido en el archivo del Congreso de los Diputados; una serie de documentos custodiados en el Archivo de la Emigración Gallega, que demuestran la implicación directa de Feijóo Sotomayor, y las listas de los pasajeros que iban a trabajar a Cuba, estas últimas compradas por un historiador, de casualidad, en eBay. «Cuando las pruebas salieron a la luz en octubre de 1854, Feijóo aseguró que no sabía nada y que se trataba únicamente de un comportamiento residual, pero no era cierto. Se abrió un debate sobre si la esclavitud era jovenlandesalmente correcta y un periódico de Madrid, 'El Clamor Público', hasta publicó una carta de la comunidad gallega que vivía en Nueva York y que exigía al Gobierno español que auxiliara a sus compatriotas», apunta la autora.


Los casi dos mil trabajadores que emigraron bajo la promesa de Feijóo fueron tratados como bestias durante el año que duró su triste aventura. Trabajaban de sol a sol aún estando enfermos, apenas les daban de comer, los encerraban en barracones como si fueran presos, los golpeaban con látigos para que trabajaran más y apenas vieron una peseta. Hasta se usaron cepos contra los que se quejaban, que Candia describe así en su novela: «Es como una trampa para ratones del tamaño de un hombre. Dos tablas de madera con un hueco para la cabeza y dos para las manos. El castigo es sencillo: quedarse ahí, con la cabeza atrapada y colgando, el cuerpo encorvado, sintiendo durante horas que la sangre se queda estancada y no circula. Haciéndose llagas en el trastero por no moverse durante días».


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«El trabajo de dos neցros»

El siniestro diputado ya había advertido la posibilidad de negocio en uno de sus escritos: «Un gallego ha de hacer el mismo trabajo que dos neցros por el precio que cuesta un esclavo». La realidad, sin embargo, no era tan sencilla. En el informe realizado durante la investigación del Gobierno se detallaba que, de los 1.700 pasajeros gallegos emigrados para trabajar con Feijóo, 500 habían muerto en octubre de 1854.

«Son muchísimos fallecidos –subraya Candia, cuya novela va por la sexta edición y ha vendido más de 15.000 ejemplares–. Aún así, entiendo que no haya casi testimonios, porque a los supervivientes les avergonzaría contar que habían sido engañados y lo que habían sufrido. En esa época era una vergüenza horrorosa volver pobre a tu tierra después de haber emigrado. Nadie querría contar la tragedia a las futuras generaciones».

Feijóo se justificó de mil maneras ante las Cortes, pero sabía que no le podía pasar nada porque contaba con inmunidad parlamentaria. Este llegó a decir que «los gallegos eran unos vagos y que solo querían comer, que había que ser más duro con ellos», cuenta la escritora. Mantuvo esa postura, incluso, cuando se escapó con la subvención de la Junta de Fomento de Cuba a España. La única consecuencia fue que tuvo que cerrar su empresa, porque ni siquiera indemnizó a las miles de familias que sufrieron sus abusos. El Gobierno decretó que si alguien quería denunciarlo, debía hacerlo individualmente por el sistema de arbitraje de la isla.

«Como te puedes imaginar, nadie lo hizo. La mayoría ni siquiera sabía leer ni escribir. Este episodio debería enseñarnos a mirar al pasado para hacernos más preguntas sobre lo que sufrieron nuestros antepasados emigrantes. Los que cumplían el gran sueño americano del indiano eran el 1%. Casi nadie conseguía enriquecerse. La emigración que los gallegos y los españoles en general vivieron en los siglos XIX y XX fue una historia de supervivencia, no de enriquecimiento. No hay que olvidar que la gloria muchas veces se sostiene sobre tragedias», concluye Candia.


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