PSOE El radicalismo político es un síntoma de que vamos directos a una dictadura

Informatico77 dijo:
Tengo la misma sensación que tú. O nos quitamos de encima a este aprendiz de dictador en la próxima convocatoria electoral o el desastre será inevitable. Y la culpa no es de él en su mayor parte, es de un partido (el PSOE) que se ha plegado de forma perversos y vergonzosa a los dictados de un líder tan ambicioso que no duda en poner en riesgo la estabilidad nacional. Si Page tuviera narices de verdad, terminaba ya con esta cosa.

Tienes que pararte a pensar en el proceso mental que tienes interiorizado para ver lo absurdo de tu planteamiento.

Por un lado te autoengañas con esto de: "es de un partido (el PSOE) que se ha plegad", y, por otro, te consuelas en centralizarlo todo en un único y exclusivo personaje: "O nos quitamos de encima a este aprendiz de dictador"

Empieza a entender la dinámica de partidos o vas a acabar con el cerebro como fosfatina.

Analiza detenidamente cuál es el papel del PSOE en la Transicion. Analiza si durante el franquismo ya estaba todo atado y bien atado pero no como pensaba el dictador, sino como estaba planteado en la mente de Kissinger y compañía.

Una vez entiendas esto, dejaras de necesitar de buscar demonios donde proyectar tus miedos, y te centrarás en entender que los países son fagocitados por el más fuerte. Solo que, además, se suma todo el conocimiento acumulado en el control de masas. Pero nada de paranoias ni conspiracionismos. Si, p.e., estudias el desarrollo profesional de personajes como David Ogilvy empezarás a entender el trasfondo del asunto.

Para empezar, asume que estás proyectando tus miedos en elementos que a tí te resultan fáciles de identificar y "demonizar". Deja de hacerlo y analiza el fondo d las cosas. Entendiendo los fundamentos del tal Ogilvy dejarás atrás ese modo "fácil" de pensar.
 
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No, la izquierda y la derecha ya no existe, porque se llama rojo y se llama muy de derechas a cualquier cosa. Y no hay ni Muy de derechas ni gente de izquierdas, solo una masa de borregos que se distinguen por cuatro matices estúpidos, que llaman muy de derechas o rojo a cualquier que se salga un milímetro del estrecho marco por el que se mueven ambos pseudobandos.

En la vida he conocido a un muy de derechas de verdad, y tampoco he conocido a un rojo. No conozco a ningún izquierdoso, y conozco muchos, que conozca siquiera la literatura socialista y comunista. Por no hablar de si se la ha leído. Ninguno. Ser rojo es mutilarse, cobrar una paga, la caridad... Cosas que hubieran puesto los pelos de punta a un rojo de verdad.

¿Y Muy de derechas? Peor. Ahora muy de derechas es cualquier cosa, hasta el vestir corbata. Hay gente hoy en día, ya que está de moda, que presume de muy de derechas porque tiene una cruz tatuada en el cuello.

Por otro lado tenemos a los liberales o libertarios, para los que la libertad es la libertad de sonreír mientras te dan latigazos.

La distinción de modo a día de hoy es la de arriba y abajo. Pues bien, parece que los de abajo están empeñados en seguir abajo. La pestífera abruticie intelectual y jovenlandesal de las clases bajas es tan repulsiva, que parecen felices revolcándose en su mugrienta vida. Los de arriba no tienen que hacer nada para mantenerlos tirados.
La masa tienen colegios, bibliotecas, museos y mil herramientas gratuitas para refinarse un poco, pero perseveran en sus prácticas degeneradas, grotescas. El acto más refinado de sus vidas ha sido beberse un gintonic con caradamomo por 14 euros. Luego, de vuelta al corral, entre excrementos de perro que no recogen, exactamente lo mismo que gallinas.
 
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