El palacio renacentista del gran marino de Felipe II en LA SAGRA: esconde los secretos de la Armada

Cirujano de hierro

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5 Feb 2013
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Toledo Sur
Álvaro de Bazán construyó una asombrosa residencia llena de frescos que todavía se conservan. Hasta 2088 seguirá siendo la sede del Archivo General de la Marina.


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Es difícil imaginar que un diminuto pueblo de la Mancha, tierra rasa y árida, pueda conectar hoy en día dos episodios fundamentales en la historia naval española. Uno es la biografía de Álvaro de Bazán, triunfal marino del siglo XVI y figura indispensable para el rey Felipe II, quien encontró en Viso del Marqués (Ciudad Real), un cruce de caminos entre Castilla y Andalucía, el lugar ideal —en realidad heredó los terrenos de su padre, que se los había comprado al emperador Carlos V— para construir un majestuoso palacio renacentista y llenar sus paredes y techos de bellos y luminosos frescos con escenas de todas sus victorias marítimas y de la mitología clásica.

El otro, de menos lustre, tiene como protagonista a la Nuestra Señora de las Mercedes, la fragata que fue hundida por una flota inglesa en 1804 cerca del golfo de Cádiz cuando transportaba los caudales de la Hacienda pública acumulados en América. Su pecio y más de medio millón de monedas de oro y plata fueron expoliadas en 2007 por la empresa cazatesoros Odyssey Marine Exploration. Tras un intenso litigio, un tribunal de Estados Unidos reconoció los derechos de España sobre estos bienes y ordenó su devolución. Uno de los documentos clave para demostrar que la carga del barco era patrimonio español —un real decreto de Carlos IV— se conservaba precisamente en la residencia alumbrada por Álvaro de Bazán, que esconde en la actualidad el Archivo General de la Marina.

No sabe uno muy bien si lo más sorprendente de este lugar es descubrir la maravilla artística que se conserva detrás de una poco llamativa fachada inacabada de piedra o que el conjunto haya sobrevivido de forma excepcional a los azares del tiempo. El Palacio de los Marqueses de Santa Cruz fue residencia nobiliaria, lugar de acuartelamiento de las tropas napoleónicas y durante las guerras carlistas, granero, guandoca, hospital para niños y escuela el siglo pasado, además de base de operaciones de un regimiento de regulares para combatir a los maquis de la zona. No obstante, su capítulo más dramático se registró en 1755, cuando el terremoto de Lisboa derribó sus cuatro torres y varias de las bóvedas.


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El gran artífice de la excelente conservación del palacio fue el almirante Julio Guillén, entonces director del Museo Naval, que se lo arrendó en 1948 a los marqueses de Santa Cruz por el simbólico precio de una peseta, aunque con el compromiso de conservar y mantener un espacio único no solo en la Mancha, sino en toda la geografía española. Además, creó aquí uno de los dos grandes archivos históricos de la Armada, donde se guardan más de 40.000 legajos y 12 kilómetros lineales de documentos que van desde 1784 hasta 1939, como los expedientes de Pascual Cervera y Topete o Jorge Juan. Este martes la Armada firma una prórroga del contrato de arrendamiento hasta 2088.

Resulta difícil zambullirse a investigar en un espacio tan fascinante, rodeado por las pinturas que narran la biografía bélica de Álvaro de Bazán (1526-1588), héroe en Lepanto —Cervantes dijo de él que era "el padre de los soldados"— y en otra veintena de batallas navales —no perdió ninguna a lo largo de su vida, que pasó principalmente en Génova y Nápoles, donde nacieron sus diez hijos—. Son imágenes idealizadas de gran belleza, aunque la que debía ser la más sonada, el relato pictórico de su gran victoria contra el Imperio otomano en 1571 que coronaba la bóveda del Salón de Honor, donde sí se conservan unas espectaculares chimeneas del siglo XVI hechas con mármol de Carrara, pizarra negra genovesa y alabastro, se perdió por el terremoto de 1755.


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Bazán descubrió el arte renacentista en Italia, desde donde combatía los ataques corsarios como capitán general de las Galeras de Nápoles, y quiso trasladarlo a la Mancha. El I marqués de Santa Cruz, título que le brindó Felipe II en 1569, comenzó las obras de su palacio en Viso del Marqués hacia 1562-1564 y se trajo con él a maestros italianos como Giovanni Castello, más conocido como el Bergamasco. Los más de 8.000 metros cuadrados de pintura al fresco que se distribuyen por el edificio representan además a la familia del marino y militar, desde los orígenes del linaje en la Navarra del siglo IX, o escenas de la mitología clásica en las que aparece él mismo o el rey Prudente transformados en dioses o emperadores romanos.

Todos los rincones del palacio, decorado además con objetos prestados por el Museo Naval, son hipnóticos. La Sala de Portugal acoge una minuciosa y bella descripción de la conquista de este reino en 1580, representándose en varios medallones las distintas fases de la campaña hasta la toma final de Lisboa, que se muestra en una gran imagen central. En la llamada Sala del Olimpo o de las Cuatro Estaciones sobresale una representación de la ninfa Calisto dando a luz a su hijo Arcas. El guía del conjunto, Andrés Pisa, explica que es el único parto representado en todo el Renacimiento italiano y el primero en la historia del arte de España.


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La escalera principal es otra maravillosa obra, decorada con frescos que representan los siete pecados capitales o la historia de Roma, y con dos estatuas en los rellanos que representan a Álvaro de Bazán como si fuera Neptuno, dios del mar, y Marte, deidad romana de la guerra. Los restos del marino y militar, que falleció en Lisboa durante los preparativos de la Armada Invencible, descansan ahora en la capilla del edificio tras un periplo de entierros en la capital portuguesa y en la iglesia y un convento de franciscanas en el Viso del Marqués.

En este pequeño espacio, cuya entrada originalmente estuvo coronada por el fanal de su galera capitana, apodada La Loba en otro guiño a la Antigua Roma —sobre las puertas de otras salas habría colocado como trofeo los faroles de los barcos enemigos derrotados— se mostraba una Virgen pintada por Tiziano que expoliaron los franceses, quizá el mismo soldado que firmó en la pared diciendo que el 3.er regimiento de Línea tenía "una cosa de brigadier". Lo cierto es que el palacio esconde historias humanas tan atractivas como su arte: en otra de las paredes sobresale todavía un grafiti que lamenta la fin de un niño de cinco años en ese punto concreto, o un croquis narrando las consecuencias del terremoto de 1755 que algún asustado individuo quiso plasmar sobre una piedra que hoy nos permite viajar al pasado de una forma increíble.


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El palacio renacentista del gran marino de Felipe II en la Mancha: esconde los secretos de la Armada
 
En según qué frescos, se puede ver claramente que no contrató, precisamente, a los mejores artistas italianos de la época.

No obstante el edificio impresiona en un pueblo manchego pequeñín.
 
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En según qué frescos, se puede ver claramente que no contrató, precisamente, a los mejores artistas italianos de la época.

No obstante el edificio impresiona en un pueblo manchego pequeñín.
Claro que sí, eran unos pintamonas, vive dios. Cualquier pastor de la Sagra pintaba mejor que esos sucios espaguetis....
Anda piensa lo que dices antes de abrir la bocaza y demostrar lo ceporro que eres...
 
Claro que sí, eran unos pintamonas, vive dios. Cualquier pastor de la Sagra pintaba mejor que esos sucios espaguetis....
Anda piensa lo que dices antes de abrir la bocaza y demostrar lo ceporro que eres...
He dicho que algunos de los frescos no son de una calidad enorme. Por qué me tienes que insultar?
 
Álvaro de Bazán construyó una asombrosa residencia llena de frescos que todavía se conservan. Hasta 2088 seguirá siendo la sede del Archivo General de la Marina.


Ver archivo adjunto 1694778



Es difícil imaginar que un diminuto pueblo de la Mancha, tierra rasa y árida, pueda conectar hoy en día dos episodios fundamentales en la historia naval española. Uno es la biografía de Álvaro de Bazán, triunfal marino del siglo XVI y figura indispensable para el rey Felipe II, quien encontró en Viso del Marqués (Ciudad Real), un cruce de caminos entre Castilla y Andalucía, el lugar ideal —en realidad heredó los terrenos de su padre, que se los había comprado al emperador Carlos V— para construir un majestuoso palacio renacentista y llenar sus paredes y techos de bellos y luminosos frescos con escenas de todas sus victorias marítimas y de la mitología clásica.

El otro, de menos lustre, tiene como protagonista a la Nuestra Señora de las Mercedes, la fragata que fue hundida por una flota inglesa en 1804 cerca del golfo de Cádiz cuando transportaba los caudales de la Hacienda pública acumulados en América. Su pecio y más de medio millón de monedas de oro y plata fueron expoliadas en 2007 por la empresa cazatesoros Odyssey Marine Exploration. Tras un intenso litigio, un tribunal de Estados Unidos reconoció los derechos de España sobre estos bienes y ordenó su devolución. Uno de los documentos clave para demostrar que la carga del barco era patrimonio español —un real decreto de Carlos IV— se conservaba precisamente en la residencia alumbrada por Álvaro de Bazán, que esconde en la actualidad el Archivo General de la Marina.

No sabe uno muy bien si lo más sorprendente de este lugar es descubrir la maravilla artística que se conserva detrás de una poco llamativa fachada inacabada de piedra o que el conjunto haya sobrevivido de forma excepcional a los azares del tiempo. El Palacio de los Marqueses de Santa Cruz fue residencia nobiliaria, lugar de acuartelamiento de las tropas napoleónicas y durante las guerras carlistas, granero, guandoca, hospital para niños y escuela el siglo pasado, además de base de operaciones de un regimiento de regulares para combatir a los maquis de la zona. No obstante, su capítulo más dramático se registró en 1755, cuando el terremoto de Lisboa derribó sus cuatro torres y varias de las bóvedas.


Ver archivo adjunto 1694739

Ver archivo adjunto 1694740

El gran artífice de la excelente conservación del palacio fue el almirante Julio Guillén, entonces director del Museo Naval, que se lo arrendó en 1948 a los marqueses de Santa Cruz por el simbólico precio de una peseta, aunque con el compromiso de conservar y mantener un espacio único no solo en la Mancha, sino en toda la geografía española. Además, creó aquí uno de los dos grandes archivos históricos de la Armada, donde se guardan más de 40.000 legajos y 12 kilómetros lineales de documentos que van desde 1784 hasta 1939, como los expedientes de Pascual Cervera y Topete o Jorge Juan. Este martes la Armada firma una prórroga del contrato de arrendamiento hasta 2088.

Resulta difícil zambullirse a investigar en un espacio tan fascinante, rodeado por las pinturas que narran la biografía bélica de Álvaro de Bazán (1526-1588), héroe en Lepanto —Cervantes dijo de él que era "el padre de los soldados"— y en otra veintena de batallas navales —no perdió ninguna a lo largo de su vida, que pasó principalmente en Génova y Nápoles, donde nacieron sus diez hijos—. Son imágenes idealizadas de gran belleza, aunque la que debía ser la más sonada, el relato pictórico de su gran victoria contra el Imperio otomano en 1571 que coronaba la bóveda del Salón de Honor, donde sí se conservan unas espectaculares chimeneas del siglo XVI hechas con mármol de Carrara, pizarra negra genovesa y alabastro, se perdió por el terremoto de 1755.


Ver archivo adjunto 1694741


Bazán descubrió el arte renacentista en Italia, desde donde combatía los ataques corsarios como capitán general de las Galeras de Nápoles, y quiso trasladarlo a la Mancha. El I marqués de Santa Cruz, título que le brindó Felipe II en 1569, comenzó las obras de su palacio en Viso del Marqués hacia 1562-1564 y se trajo con él a maestros italianos como Giovanni Castello, más conocido como el Bergamasco. Los más de 8.000 metros cuadrados de pintura al fresco que se distribuyen por el edificio representan además a la familia del marino y militar, desde los orígenes del linaje en la Navarra del siglo IX, o escenas de la mitología clásica en las que aparece él mismo o el rey Prudente transformados en dioses o emperadores romanos.

Todos los rincones del palacio, decorado además con objetos prestados por el Museo Naval, son hipnóticos. La Sala de Portugal acoge una minuciosa y bella descripción de la conquista de este reino en 1580, representándose en varios medallones las distintas fases de la campaña hasta la toma final de Lisboa, que se muestra en una gran imagen central. En la llamada Sala del Olimpo o de las Cuatro Estaciones sobresale una representación de la ninfa Calisto dando a luz a su hijo Arcas. El guía del conjunto, Andrés Pisa, explica que es el único parto representado en todo el Renacimiento italiano y el primero en la historia del arte de España.


Screenshot-20231212-140436-Chrome.jpg



La escalera principal es otra maravillosa obra, decorada con frescos que representan los siete pecados capitales o la historia de Roma, y con dos estatuas en los rellanos que representan a Álvaro de Bazán como si fuera Neptuno, dios del mar, y Marte, deidad romana de la guerra. Los restos del marino y militar, que falleció en Lisboa durante los preparativos de la Armada Invencible, descansan ahora en la capilla del edificio tras un periplo de entierros en la capital portuguesa y en la iglesia y un convento de franciscanas en el Viso del Marqués.

En este pequeño espacio, cuya entrada originalmente estuvo coronada por el fanal de su galera capitana, apodada La Loba en otro guiño a la Antigua Roma —sobre las puertas de otras salas habría colocado como trofeo los faroles de los barcos enemigos derrotados— se mostraba una Virgen pintada por Tiziano que expoliaron los franceses, quizá el mismo soldado que firmó en la pared diciendo que el 3.er regimiento de Línea tenía "una cosa de brigadier". Lo cierto es que el palacio esconde historias humanas tan atractivas como su arte: en otra de las paredes sobresale todavía un grafiti que lamenta la fin de un niño de cinco años en ese punto concreto, o un croquis narrando las consecuencias del terremoto de 1755 que algún asustado individuo quiso plasmar sobre una piedra que hoy nos permite viajar al pasado de una forma increíble.


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El palacio renacentista del gran marino de Felipe II en la Mancha: esconde los secretos de la Armada
Espero que el mapa que está ahí puesto sea del docto juntaletras y no tuyo. El Viso está a pocos km de Despeñaperros, a unas pocas leguas de Jaén. ¡Jopé!
 
Espero que el mapa que está ahí puesto sea del docto juntaletras y no tuyo. El Viso está a pocos km de Despeñaperros, a unas pocas leguas de Jaén. ¡Jopé!

Poner LA SAGRA en mayúsculas en el título de un hilo es un clickbait Paco de cosa y nadie se había dado cuenta excepto usted.

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Yo estuve un tiempo liado con una gitana de mi quinta que vivía en el barrio de Torrero de Zaragoza pero era natural de Cubas de La Sagra. . Era delgada y de buen cuerpo pero le faltaban varios incisivos, algo que la afeaba bastante pero que la beneficiaba a la hora de churruparla. Tenía cuatro hijos y la casa llena de cosa hasta arriba. Vivía con un hermano suyo y la mujer de este. No veáis cómo me acogieron, con qué cariño y con qué cosa. La conocí en el badoo. Me puse un día a hablar con ella y le dije así de primeras que me la quería amar. Me dijo que sí y que fuera directamente a su casa. No hago más que entrar allí y veo un suelo de gres a medio poner con sacos de cemento cola y una sierra radial en el suelo. Varios niños renegridos pasando delante mío y dando voces. En seguida me di cuenta de que me había metido en una casa de etnianos. Me hace entrar al salón.







Allí está la familia al completo con una estufa de butano encendida, la ventana con un cristal roto tapado con un cartón de una caja de zapatos de marca Baerchi. El hermano de la gachi saludándome con gran afecto mientras preparaba una ensalada de endivias con piña, langostinos, endivias y salsa brava. Que estaba cojonuda por cierto. Lo puede comprobar ya que me invitaron a cenar. Después de la ensalada hubo cocido al estilo de ellos y no estaba mal. Allí estuvieron casi un ahora contándome casi todos su vida mientras yo alucinaba en tecnicolor.







Casi todos fumaban, hasta los críos de once años y echaban despreocupadamente las colillas y la ceniza al suelo. Un muchacho de quince años miraba prono delante de todos en un portatil y se quejaba de que no tenía donde meterla y su padre le dice: "Pues aquí tienes a tu tía, vete con ella a la cama". Y responde el mozo: "Bah, ya se la hi metido muchas veces, ya me aburre". Me sacaron un carajillo de napoleón y un davidoff y al final me dijo ella que la acompañara.







Me llevó a un cuarto donde sacó unas mantas muy gruedas y encendió otra estufa de butano. Me dijo que acaba de discutir con ex-marido y que del cabreo que había pillado había decidido acostarse con el primero que se lo pidiera, que resultó ser yo. Cuando se caldeó el ambiente nos despelotamos y terminamos amando durante un par de horas. Chichi muy estrecho, teticas de cortesana. cositas buenísimas por la falta de incisivos, se dejaba dar por todos los lados y a pelico, se tragaba la leche.... Al salir de la casa su hermano se despidió efusivamente de mí y me dijo que siempre se llevaba bien con todos los amigos de su hermana, que le gustaba como eran.







El peor schoscho que he tenido el honor de saborear fue el suyo. ¿Sabéis el chiste del que no tenía olfato pero le lloraban los ojos? Pues está basado en hechos reales. Aquello tenía un olor tal que te hacía llorar, cosa normal porque emanaba gases y el ojo se protege. Se te quedaba en los labios como un picor persistente de guindilla, y al hacer contacto la lengua con aquello me supo a hierro, como cuando tocas con la punta de la lengua una pila para ver si tiene carga. Era una mezcla de salazón picante con olor a ultratumba. Pero no podía dejar de libar.







Luego me contó que le habían echado mal de ojo y que tenía que llevar una cabeza de ajo en la copa izquierda del sujetador, cerca del corazón, para que el mal de este lo absorbiera la cabeza de ajo y lo erradicase. Me dijo que a la semana se lo quitó y estaba neցro, signo de que había sido curada. Siempre sospeché que en el schoscho se metió otra cabeza de ajos y ahí seguía, macerando hasta que el mal se fuese.







Estuve dos meses y medio yendo a esa casa un par de veces a la semana hasta que llegó un día que dejó de cogerme el teléfono y nunca supe más de ella (Ella no me llamó nunca a mí). Nunca tuve ganas de ir a la casa e investigar que porqué no me cogía el teléfono. Me quedé aliviado de hecho.







Las gitanas son la leche en la cama, junto a las ecuatorianas y una de Talavera con las que estuve liado un tiempo de las mejores experiencias de mi vida.
 
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